14. La historia de Valmiki




Personajes: 1) Valmiki; 2) esposa; 3) Narada Muni; 4) hijo; 5) padre; 6) anciano con niña; 7) dos aldeanos

Primera escena

Esposa: ¿A qué hora vendrá este inútil de mi marido? Ya estoy harta de estar en esta pocilga. No compra ni un vestido, todas mis ropas están viejas, no tengo ni una joya, estoy harta, todo el día tengo que estar barriendo y limpiando esta cueva llena de arañas.

Valmiki: Por fin llegué, querida, sé que me estabas esperando.

Esposa: ¿Por qué te quedas ahí mirándome como un tonto? Mira cómo me tienes. ¿No te da pena? Todos mis vestidos están viejos, rotos, sucios. No tengo ni una joya, ni un vestido, no puedo ir a ninguna fiesta. Todas mis amigas, sin embargo, están muy bien. Eres el peor marido que conozco. No le das nada a tu esposa. Eres un cruel, mira como me tienes. ¡Buaaaa! (se pone a llorar).

Valmiki: Pero querida, no te preocupes. Ahora mismo iré a conseguirte joyas, dinero, todo lo que quieras. Tú sabes que todo lo que hago es por ti, para tenerte siempre bien.

Esposa: ¿Cómo te atreves a decir eso? ¿No te da vergüenza? Largo de aquí, no se te ocurra volver con las manos vacías.

(Agarra una escoba y lo empieza a perseguir a escobazos)

Segunda escena

(Un viejito con la nieta caminando por el bosque)

Viejo: Ay ay ay, ya estoy muy cansado de caminar por aquí.

Niña: Sí abuelito, tengo mucho miedo, porque está muy oscuro. Además, me han dicho que por aquí habita un asaltante muy terrible. 


Viejo: No te preocupes hijita, yo estoy aquí para defenderte. Nadie te va a hacer nada. Sigamos caminando.

(De pronto aparece Valmiki y grita)

Valmiki: ¡Ahhhh! ¡Ahhhh!

(El viejo, tan sólo por verlo, se asusta y le da un infarto e inmediatamente cae muerto)

Niña: Abuelito, abuelito, ¿qué te pasa?

Valmiki: Ah ja ja, este viejo ya murió, y ahora tú, dame todas las joyas y el dinero que llevas en esas bolsas. (Le arranca todas las pertenencias) Y ahora te toca a ti la peor parte, sí, ja, ja, te llevaré conmigo ahora mismo.

Niña: ¡Oh, auxilio, auxilio, ohhh!

(La niña huye y logra escaparse)

Valmiki: Bueno, ha logrado escaparse, pero no importa, me han dejado todo el dinero y las joyas. Ah, botaré el cuerpo de este anciano apestoso para que nadie lo vea, y así asaltaré a todos los que pasen por el camino, ja ja ja, soy el más temible de esta zona.

(Valmiki se esconde y aparecen dos aldeanos)

Aldeano 1: Mira Mahesh, el camino está muy oscuro, tengo mucho miedo, Mahesh, qué vamos a hacer, Mahesh.

Mahesh: No seas cobarde, no seas cobarde, sigamos adelante, no va a pasar nada, acá lo único que bny son grillos y pájaros.

Aldeano 1: No Mahesh, tengo mucho miedo Mahesh, me han dicho que por aquí habita un terrible asaltante y nos puede matar y nos va a robar todo.

Mahesh: No seas cobarde, quítate ese miedo, que me lo estás contagiando a mí también.

(De pronto aparece Valmlki)

Valmiki: ¡Oaahhhh! ¡Oaahhhh!

(Los dos aldeanos caen al suelo de miedo)

Valmiki: ¡Oaahhhh! Así que los dos se creen muy listos, quieren pasar por mi territorio sin pagar sus impuestos, ¿eh? Denme todo lo que llevan en sus bolsos, rápido, antes que los mate.

(Tratan de oponer un poco de resistencia, y Valmiki les pega a los dos, les roba y los aldeanos se van corriendo)

Valmiki: ¡Fuera de aquí, fuera, ja ja ja! Ahora sí, llevaré esto a mi esposa y a toda mi familia para que estén muy contentos conmigo. Yo robo todo esto para que ellos sean muy felices. ¡Oh! Parece que viene alguien más. ¡Otra víctima! Realmente hoy es un muy buen día. Me esconderé.

(Aparece Narada Muni cantando)

Narada Muni: Hare Krishna, Hare Krishna, Krishna Krishna, Hare Hare...

(Valmiki aparece de pronto de un salto gritando)

Valmiki: ¡Aahhhh! ¡Aahhhh!

(Narada Muni ni se inmuta)

Valmiki: ¡Aahhhh! ¡¡Aahhhh!!

Narada Muni: Hare Krishna, Hare Krishna, Krishna Krishna, Hare Hare...

Valmiki: Oye, ¿pero por qué no te asustas? Todos los que pasan por aquí me temen, y tú ni siquiera te das cuenta de mi presencia, ¿no sabes quién soy yo?

Narada Muni: No tengo porqué temer, yo sé que la Divina Providencia me protege y además ahora me encuentro muy extático cantando los santos nombres del Señor.

Valmiki: Ohhh. Bueno, veo que no tienes nada, no se te puede robar a ti, no tienes nada, eres uno de esos renunciantes, así que lárgate ahora mismo antes de que te mate, porque ya me estás haciendo perder la paciencia.

Narada Muni: Mí querido amigo, ¿por qué estás entregado a las actividades pecaminosas? Tú estás robando y matando a mucha gente, y no sabes que por ello te tocará pagar muchísimas reacciones pecaminosas. Tendrás que sufrir en diferentes infiernos el resultado de tus actividades.

Valmiki: ¿Qué estás diciendo? Cállate, cállate.

Narada Muni: Dime, ¿por qué haces esto?

Valmiki: Bueno, yo hago esto para poder satisfacer las demandas de mi esposa, para comprarle joyas y vestidos, y para mantener a toda mi familia, a mi viejo padre, y a mi hijo, que me quieren mucho. Ellos harían cualquier cosa por mí, así que debo de retribuirles de alguna manera. No me importa tener que matar y robar para complacerlos.

Narada Muni: Así que lo haces por ellos.

Valmiki: Sí, porque ellos me quieren mucho, así como yo los quiero a ellos.

(Narada Muni sonríe)

Narada Muni: En realidad tú tendrías que estar seguro si ellos en verdad también te quieren, y la manera de demostrártelo es de la siguiente forma: pregúntales si ellos serían capaces de pagar el 50%, o quizás el 25% de las reacciones que tú tendrás que pagar en el infierno por realizar todas estas actividades pecaminosas y así veremos si ellos realmente te quieren.

Valmiki: ¿Qué estás diciendo? Cállate. Ellos darían cualquier cosa por mí, así como yo lo hago por ellos.

Narada Muni: No creo. Eso es algo muy delicado, ¿por qué no vas y les preguntas?

Valmiki: Oh, me estás haciendo dudar, has hecho que la duda entre en mi corazón. Está bien, se los preguntaré.

(Así se despiden, y Valmiki llega a la casa)

Valmiki: Hijo, querido hijo, ¿dónde estás? Mi querido hijo Rajnish, ¿cómo estás, Rajnish?

Hijo: Hola, papi.

Valmiki: Querido hijo, ustedes saben que yo estoy robando y matando en el bosque tan sólo para traerles el pan de cada día, para que ustedes tengan todo lo que necesitan, y también saben que tendré que pagar muchísimas reacciones por estas actividades pecaminosas. Hijo, tú que eres la sangre de mis entrañas, dime, ¿tú serías capaz de pagar la mitad de las reacciones que yo tendré que sufrir en el infierno?

Hijo: ¡¿Qué dices?! ¿Estás loco? Mira cómo me tienes, ni siquiera me traes una ropa nueva. Nunca me das nada de dinero, no puedo ni siquiera salir con mis amigos. Es una vergüenza para mí, nunca tengo un centavo, y encima quieres que me vaya al infierno por tí. Anda, vete sólo y púdrete en el infierno, no me importa. Eres un sinvergüenza. Deberías estar consiguiendo más dinero para nosotros, ¡largo, fuera de aquí, no quiero verte!

Valmiki: Oh hijo, ¿por qué me dices eso? Oh no, no entiendo nada, yo me estoy matando por ellos y éste me paga de esta manera. Pero no importa, sé que tengo el apoyo de mi padre, él es un hombre ejemplar. ¡Padre, querido padre! estoy muy confundido.

Padre: ¿Qué cosa quieres, hijo?

Valmiki: He venido hasta ti para preguntarte algo.

Padre: ¿Qué cosa me vas a preguntar? Apúrate. No tengo tiempo.

Valmiki: Oh, querido padre, tú sabes que yo estoy robando y matando para traerles cosas a ustedes, para poder comprarles su alimento, sus ropas.

Padre: Y, ¿qué cosa quieres? Es tu obligación.

Valmiki: Sí, pero por ello tendré que pagar muchísimas reacciones en el infierno, y yo quería hacerte una pregunta. Quería saber si tú serías capaz de pagar la mitad o la cuarta parte, o lo que sea, de esas reacciones pecaminosas en el infierno para que yo no tenga que sufrir tanto.

Padre: ¡¿Qué cosa dices?! ¡Pedazo de sinvergüenza! Te voy a dar con mi bastón ahora mismo y te partiré la cabeza en cuatro. ¿Cómo se te ocurre decirme eso? Yo que soy un viejo, y que te he dado todo cuando eras una criatura. Ahora es tu obligación mantenerme, cuidarme y protegerme. Encima, tú nunca me das nada, mira este traje, lo tengo desde hace veinte años y ya apesta, tu deberías comprarme otra ropa. ¡Fuera de aquí, largo, no quiero verte! ¡No vuelvas a preguntarme este tipo de cosas! A mi edad no debo tener este tipo de disgustos. ¡Fuera, fuera!

Valmiki: ¡Oh no! ¡Oh no! Veo que mi padre piensa de la misma forma. Pero mi única salvación es mi querida esposa. Oh, mi esposa, ella sí que me salvará. Diteyi, oh esposa querida, mira, ahora tu eres la única esperanza que me queda.

Esposa: ¿Qué cosa? ¿A qué te refieres? ¿Encima de que he visto que has venido con las manos vacías, se te ocurre pedirme algo?

Valmiki: Querida, estoy muy confundido. Sabes, yo estoy matando y robando, para poder complacerlos a usted y traerles algo a la casa.

Esposa: ¡Encima de que no me traes nada, me vienes a sacar en cara las miserias que me das!

Valmiki: No, no se trata de eso. Yo quería saber algo. Mira, por todas mis actividades de robar y matar, yo tendré que pagar muchísimas reacciones, y quisiera saber si tú eres capaz de ayudarme a pagar un poco de ellas, quizás la mitad o la cuarta parte, o algún porcentaje.

Esposa: ¡¿Qué estás diciendo?! ¡Tú estás loco! ¡¿”Qué es lo que tienes en ese pedazo de cerebro que te queda?! ¡Fuera de aquí! ¡Que no se te vuelva a ocurrir decir una cosa de éstas! Mira como me tienes, y encima quieres que yo vaya al infierno por ti, anda y púdrete en el infierno solo, ¡largo de aquí, no quiero verte más! Es más, me buscaré otro esposo, porque tú eres un inútil.

Valmiki: Oh no, querida, tú eras lo único que me quedaba. ¡Oh no, oh no! (Valmiki se queda sólo en la escena llorando) Veo que ese sabio tenía razón. Iré a buscarlo al bosque y renunciaré a toda mi familia.

Tercera escena

(Aparece Valmiki en el bosque)

Valmiki: Oh, oh, oh, ese sabio tenía mucha razón. Ahora tendré que sufrir las reacciones de todos mis pecados. ¡Oh, no puede ser!

(Aparece Narada Muni)

Narada Muni: Hare Krishna, Hare Krishna...

Valmiki: Oh querido sabio, por favor acepte mis humildes reverencias. Sabe, usted tenía toda la razón. Le pregunté a cada uno de los miembros de mi familia si sería capaz de pagar parte de las reacciones pecaminosas que tendré que sufrir en el infierno por ellos, por haber tratado de satisfacerlos, y todos me dieron la espalda. Ahora no sé que hacer. Tendré que sufrir mucho en el infierno.

Narada Muni: No te preocupes. Hay una manera en que tú puedes expiar todos esos pecados, y es cantando los santos nombres de Dios.

Valmiki: ¡¿Qué?! No me hables nada de Dios, por favor; si yo soy un criminal, un asesino. Pídeme otra cosa.

Narada Muni: Pero esa es la manera en que te podrás salvar.

Valmiki: No, por favor, no. Yo no puedo escuchar nada acerca de Dios.

(Narada Muni se queda pensando)

Narada Muni: ¡Mmmmmm! Está bien, entonces, tendrás que cantar los nombres de la Muerte.

Valmiki: Los nombres de la Muerte, ¡oh, eso sí me gusta! Yo quiero cantar los nombres de la Muerte.

Narada Muni: Repite conmigo: Mara, Mara, Mara, Mara.

Valmiki: Mara, Mara, Mara, Mara, Mara, Mara, Mara.

(Se cierra el telón)

Narrador: Así, este hombre no se dio cuenta que Narada Muni le había hecho una pasada. Él le dijo: tendrás que cantar el nombre de la Muerte, que es Mara, pero pronunciados de la manera invertida, dan como resultado el nombre de Rama, que es un nombre de Dios, y por cantar el nombre de Rama fue limpiando y purificando su corazón, hasta que llegó a sentir amor puro por Rama. Cuando pasaron algunos años, Narada Muni estaba nuevamente cantando por ese bosque, y encontró a Valmiki.

Valmiki: Rama, Rama, Rama, Rama, Rama.

Valmiki: Oh Gurudeva, Gurudeva, por favor acepte mis reverencias. No sé cómo agradecerle. Usted ha salvado mi vida. Estoy muy agradecido con usted. Mi corazón siente gran éxtasis en cantar los santos nombres del Señor. Yo no me había dado cuenta de que inconscientemente estaba cantando Rama, Rama, Rama, que es un nombre de Dios.

Narada Muni: Así es, mi querido discípulo, ahora tú serás conocido en todo el universo como Valmiki, y tu servicio será escribir las glorias y los pasatiempos del Señor Ramacandra, escribirás el Ramayana.

Valmiki: Jaya, Gurudeva, ahora mismo empezaré.

(Narada Muni se va, cantando)

Narada Muni: Raghupati raghava raja rama / patita-pavana sita-rama / sita-rama jaya sita rama/ sita-rama jaya sita-rama.

Narrador: Hemos visto la potencia del santo nombre, y como este hombre, que tenía el corazón tan duro como una piedra, se volvió un devoto puro del Señor y empezó a sentir las melosidades del amor extático por Dios. Hare Krishna.

Fin

No hay comentarios:

Publicar un comentario