Bhagavad-gītā 14.24
La naturaleza del mundo es tal que, hagamos lo que hagamos, alguien nos criticará. Cuando emprendemos la vida espiritual, los materialistas nos critican. Incluso cuando practicamos la vida espiritual de una manera particular, algunos espiritualistas pueden criticarnos.
Sin duda, la crítica puede ser constructiva, pero solo cuando no nos desmoraliza. Sin un nivel básico de ánimo y confianza, no podemos actuar según las sugerencias para la superación personal, por muy válidas que sean.
Si dejamos que las palabras de nuestros críticos nos llenen el corazón, el desánimo resultante puede sabotearnos. Dejando de lado el hecho de que mejoramos las cosas que de por sí nos resultan difíciles —las cosas que critican—, debido al desánimo, podríamos incluso dejar de hacer bien las cosas en las que somos buenos. Y ese bajo rendimiento provocará más críticas, desanimándonos aún más y alimentando un círculo vicioso de deterioro interior.
A veces podemos contrarrestar la crítica si quien la critica está dispuesto a escuchar razones o si necesitamos proteger a otros de malentendidos. Pero, con frecuencia, contrarrestar solo conduce a una discusión interminable, así que bien podríamos optar por no perder el tiempo.
El Bhagavad-gītā (14.24) nos insta a mantener la ecuanimidad ante las inevitables contradicciones de la vida, como la alabanza y la crítica. La mejor manera de alcanzar la ecuanimidad es conectar con una realidad espiritual superior. Esta realidad espiritual suprema es Kṛṣṇa y Su amor por nosotros. Practicando bhakti-yoga con diligencia, podemos invocar su presencia reconfortante en nuestro corazón, contrarrestando así la desalentadora intrusión de las críticas. Fortalecidos así por Su presencia, trabajaremos con determinación por la corrección interna y la contribución externa. Y lo haremos no por ira, sino por amor; no porque queramos demostrar que nuestros críticos están equivocados, sino porque queremos que nuestras acciones enaltezcan a nuestro Señor.
La Suprema Personalidad de Dios dijo: ¡Oh, hijo de Pāṇḍu!, … que considera que la felicidad y la aflicción son iguales; que mira con la misma visión un poco de tierra, una piedra y un pedazo de oro; que tiene la misma disposición hacia lo deseable y lo indeseable; que es constante, encontrándose igual de bien en la alabanza y en la censura… se dice que ha trascendido las modalidades de la naturaleza. - Bhagavad-gītā 14.24
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