El Señor Viṣṇu dijo, "Mi querida Lakṣmī, en la
ciudad de Janasthan, había un brāhmaṇa,
de nombre Jada, quien nació en la dinastía de Kaushik. Ese brāhmaṇa, abandonó las actividades religiosas ordenadas en los śāstras, para la clase brahmínica, y
adoptó muchas actividades irreligiosas. Era muy aficionado a apostar y a beber,
a cazar y a visitar a las prostitutas. De esta forma, perdió su salud. Fue a
los países del Norte, en un viaje de negocios. Mientras estaba allí, ganó mucha
riqueza y decidió volver a Janasthan. Luego de haber recorrido una gran
distancia, descubrió que estaba en un lugar muy desierto. Un día, cuando el Sol
se ponía y todo era envuelto en la oscuridad, decidió ir a pasar la noche
debajo de un árbol. Mientras descansaba, vinieron algunos ladrones y lo
golpearon hasta morir, robándole su riqueza. Dado que Jada había abandonado
todas las actividades religiosas y llevado una vida pecaminosa, después de su
muerte, obtuvo la forma de un fantasma.
El hijo de
Jada era muy religioso y erudito en los śāstras
Védicos. Cuando observó que su padre no había regresado a Janasthan después de
tanto tiempo, decidió ir a buscarlo. Viajó por muchos días, aquí y allá,
preguntando a todos los viajantes con los que se encontraba acerca de su padre.
Un día, conoció a una persona que había conocido a su padre, y le informó lo
que había sucedido. Cuando el hijo de Jada se enteró de la muerte de su padre,
decidió ir a Kāśī (Benarés), a ofrecer piṇḍa (adoración), para la liberación de
su padre de la condición infernal. La noche de su viaje, sucedió que fue a
descansar al mismo árbol en que su padre había sido matado. En ese sitio, a la
noche, celebró su adoración diaria al Señor Kṛṣṇa, y también recitó el Tercer Capítulo del Śrīmad Bhagavad-gītā. Al completar su recitado, se oyó un
sonido fuerte proveniente del cielo. Cuando miró hacia arriba, vio a su padre
allí, y frente a sus ojos, la forma de su padre cambió a un ser muy hermoso,
que tenía cuatro manos y usaba un dhotī
amarillo. Su cuerpo era del color de una nube de lluvia oscura, y la
refulgencia de su cuerpo, brillaba en todas direcciones. En ese momento, su
padre le ofreció reverencias. El hijo le preguntó al padre el significado de
estos sucesos maravillosos. El padre dijo, "Mi querido hijo, tú recitaste
el Tercer Capítulo del Śrīmad Bhagavad-gītā, y así me
liberaste de la forma de fantasma que recibiera debido a mis actividades
pecaminosas pasadas. Ahora, debes regresar a casa, pues el propósito por el
cual viajabas a Kāśī (Benarés), ha sido alcanzado por tu recitado del Tercer Capítulo del Śrīmad Bhagavad-gītā.
Cuando el
hijo preguntó al padre si había alguna otra instrucción para él, el padre dijo,
"Mi hermano tambien ha llevado una vida muy pecaminosa y está sufriendo en
alguna parte de las oscuras regiones del infierno. Si tú quieres liberarlo, y a
otros ancestros nuestros, que están sufriendo aquí y allá, en diferentes
especies en el universo material, entonces, ten la amabilidad de recitar el Tercer Capítulo del Śrīmad Bhagavad-gītā. Por ese recitado, ellos lograrán una
forma similar a la del Señor Viṣṇu e irán a Vaikuṇṭha.
Cuando el
hijo oyó las instrucciones del padre, replicó, "Si ese es el caso,
entonces recitaré el Tercer Capítulo, hasta que todas las almas que están
atrapadas en la vida infernal sean liberadas". En ese instante, su padre
lo bendijo con las palabras, Así sea. Luego, llegó un aeroplano del mundo
espiritual de Vaikuṇṭha, y llevó al padre a su destino.
Seguidamente,
el hijo regresó a Janasthan y se sentó frente a la Deidad del Señor Kṛṣṇa, y
con el deseo de liberar a todas las almas condicionadas en la condición
infernal, comenzó a recitar el Tercer Capítulo del Śrīmad Bhagavad-gītā.
Mientras su recitado proseguía día tras día, el Señor Viṣṇu envió a Sus
mensajeros, los Viṣṇudutas, al reino de Yamarāja, quien está a cargo de
administrar el castigo a las entidades vivientes pecaminosas. Cuando los Viṣṇudutas
llegaron frente a Yamarāja, le informaron que tenían un mensaje del Señor Viṣṇu,
Quien está yaciendo en el lecho de Ananta-Śeṣa, en el océano de leche. Le
dijeron que el Señor Viṣṇu preguntaba por su bienestar y tambièn le ordenaba
liberar a todas las almas condicionadas que estaban sufriendo en el infierno. Cuando
Yamarāja oyó esta instrucción del Señor Viṣṇu, de inmediato liberó a todas las
almas condicionadas del infierno, y luego fue personalmente con esos Viṣṇudutas
al océano de leche, conocido como Śvetadvīpa, para tener el darśana del Señor Viṣṇu. Cuando llegó
allí, vio al Señor Viṣṇu yaciendo en la cama de Ananta-Śeṣa. Su cuerpo tenía la
efulgencia de soles. Y Lakṣmī-Devī, la
Diosa de la
Fortuna , masajeaba Sus pies. Estaba rodeado por todos lados
por ṛṣis, sabios y semidioses,
guiados por el Señor Indra, quienes cantaban las alabanzas al Señor Viṣṇu. El
Señor Brahmā, quien también estaba presente, recitaba los Vedas. Yamarāja cayó y ofreció sus respetos ante el Señor Viṣṇu, y
pronunciò la siguiente plegaria: "Mi querido Viṣṇu, Tú eres el
bienqueriente de todas las almas condicionadas. No hay límite para Tus glorias.
De Tí han provenido los Vedas. Tú eres
el tiempo. Y en el curso del tiempo, Tú destruyes todas las cosas. Tú eres la
causa y el sustentador de los tres mundos, y Tú eres la Superalma en el corazón
de todos, quien dirige sus actividades. Tú eres el guru del universo entero, y la meta de todos los devotos. Oh, el de
los ojos de loto, por favor acepta mis reverencias una y otra vez. Tus glorias
son infinitas".
De esta
forma, Yamarāja, con las manos juntas, ofreció sus respetos al Señor Viṣṇu. "En
cuanto a Tus instrucciones, he liberado a todas las almas condicionadas del
infierno. Luego, ten la amabilidad de ordenarme qué trabajo deseas que ejecute
ahora". El Señor Viṣṇu replicó en una voz tan profunda como el trueno, y
tan dulce como el néctar, "Mi querido Dharmarāja (Yamarāja), tú eres igual
a todos. Y no necesito ordenarte tus deberes. Ten la amabilidad de regresar a
tu morada, con todas Mis bendiciones, y continúa con tu deber".
En ese
momento, el Señor Viṣṇu desapareció de la visión de Yamarāja, y Yamarāja
regresó a su morada. Luego que el brāhmaṇa
hubiera liberado triunfalmente a todos sus ancestros y al resto de las almas
condicionadas del infierno, vinieron los Viṣṇudutas y lo llevaron a la morada
del Señor Viṣṇu, donde pudo ocuparse en el servicio de los pies de loto de la Suprema Personalidad
de Dios, eternamente.