Śrīla Jagadānanda Paṇḍita, el autor de este libro, era un asociado íntimo del Señor Caitanya. Desde su niñez, en Navadvīpa, fue compañero y amigo del Señor. Durante toda su vida mantuvieron una relación muy especial. Desde niño, estaba constantemente provocando al Señor. Este humor continuó desde la infancia hasta sus días en Purī, para cuando el Señor ya había entrado a la orden de sannyāsa con el único propósito de bendecir a las caídas almas de Kali-yuga. En este libro se narran algunos de los inocentes pasatiempos de sus riñas infantiles. Esta relación impulsiva de Jagadānanda Paṇḍita y el Señor Caitanya no debe ser malentendida. Debemos saber que está desprovista de las contaminaciones mundanas de odio, egoísmo y malicia. La envidia está completamente ausente tanto en sus pasatiempos infantiles como en sus tratos de adultos. Esta actitud aparentemente crítica surge de un deseo profundo por el bienestar mutuo y en ningún momento del deseo de enseñoramiento.
El escenario de estos pasatiempos es un plano trascendental de pura
conciencia divina. El actor principal es el propio Señor Kṛṣṇa que aparece como
el Señor Gaurāṅga. En Sus pasatiempos de Dvārakā, el Señor Kṛṣṇa mantuvo una
relación similar con su reina consentida, Satyabhāmā, y ahora el mismo amante
supremo, actuando como el Señor Caitanya —la más munífica de las encarnaciones
de Dios— protagoniza, en Navadvīpa la repetición de este extraordinario
pasatiempo en compañía de Jagadānanda Paṇḍita.
En el Gaura-gaṇoddeśa-dīpikā se
identifica a Jagadānanda Paṇḍita como Satyabhāmā, una de las principales reinas
de Kṛṣṇa en Dvārakā: satyabhāmā prakāśo’
pi jagadānanda paṇḍita. Él participó en muchos de los pasatiempos del Señor
Caitanya. Estuvo presente en la derrota del Chand Kazi; en la liberación de Jagāi
y Mādhāi; cuando se quebró la daṇḍa del
Señor. Acompañó al Señor a Purī junto con Nityānanda Prabhu, Dāmodara Paṇḍita y
Mukunda Datta, después de que el Señor aceptó la orden de sannyāsa. En innumerables ocasiones bailó y cantó con los grupos de
saṅkīrtana. Una vez, en un arrebato
de ira, quebró con un palo la vasija donde guardaba el aceite de sándalo. En
todos estos pasatiempos, Jagadānanda Paṇḍita mostró un carácter temperamental,
que obligaba incluso al Señor Caitanya a tratarlo con mucho tacto.
Entre las reinas de Kṛṣṇa en Dvārakā, a unas se les llama diestras, entre
las cuales están Rukmiṇī y otras. La naturaleza de éstas es de decoro, recato y
reverencia. Son obsequiosas, humildes y sumisas y están siempre dispuestas a
satisfacer los deseos del amado. La naturaleza opuesta se dice que es de
izquierda, y el humor de ellas es argumentativo e intransigente; siempre están
tratando de imponerse a la voluntad del amado. Este fue el carácter encarnado
en Jagadānanda Paṇḍita. En el Śrī Caitanya-caritāmṛta
y en el Śrī Caitanya-bhāgavata se
relatan estos pasatiempos muy vívidamente.
A pesar de los constantes desacuerdos y discusiones, el Señor siempre se
sometía a los dictados de Jagadānanda Paṇḍita debido al intenso amor que éste
sentía por Él. Jagadānanda Paṇḍita no podía soportar ver a su amado Señor
realizando severas austeridades. Repetidamente trató de forzarlo para que
abandonara sus estrictos votos de sannyāsa.
Él sabía que el Señor Caitanya era el supremo Señor Kṛṣṇa, así que ¿cuál era la
necesidad de tanta inconveniencia? Por esta razón el Señor nunca le dio a nadie
el más mínimo indicio de que Jagadānanda Paṇḍita fuese un elemento perturbador
u ofensivo, a pesar de su carácter temperamental. Por el contrario, el Señor de
buena gana aceptaba la influencia de Jagadānanda Paṇḍita, lo cual dice
muchísimo de cuán profunda era esta relación.
Sabiendo perfectamente que el comportamiento de Jagadānanda Paṇḍita se
debía exclusivamente a su amor por Él, el Señor hacía todo tipo de concesiones
para apaciguarlo cuando se encontraba enfadado e irreconciliable.
En una ocasión, Sanātana Gosvāmī fue a tomar prasāda a la casa de Jagadānanda Paṇḍita en Vṛndāvana. Llevaba
atado sobre la cabeza un pedazo de tela color azafrán. Cuando Jagadānanda vio
la tela, pensó que era un remanente del Señor Caitanya y sintió un gran gozo
divino. Pero por curiosidad le preguntó a Śrī Sanātana dónde había conseguido
la tela. Cuando supo que le había sido dada por un tal Mukunda Saravati, un sannyāsī māyāvādī, Jagadānanda Paṇḍita estalló en una explosión de ira y
exclamó: “¡Con que esta ropa no es un remanente de mi amado Señor Caitanya!”. De un salto
tomó una olla de barro y levantándola amenazadoramente se abalanzó sobre Sanātana
Gosvāmī como si fuera a golpearlo. Esta demostración de amor y apego exclusivo
al Señor dejó a Sanātana Gosvāmī muy impresionado. Luego el Gosvāmī comentaría
que esto era precisamente lo que él deseaba hallar en los devotos: amor
inmaculado por el Señor Caitanya.