Śrīla Prabhupāda cuenta historias
Sobre los
perezosos
Prabhupāda se molestaba cuando los devotos, en Vṛndāvana, entraban y
salían de su habitación y dejaban la puerta abierta tras ellos, permitiendo
entrar a las moscas.
—¿Por qué dejan la puerta abierta? —dijo a gritos—. Es una enfermedad
contagiosa—. Y entonces contó una historia:
Un patrón puso un anuncio por una vacante en su empresa, y recibió
muchas solicitudes. Basándose en ellas, seleccionó a dos hombres y les pidió
que viniesen para una entrevista. El patrón entonces, observó a cada hombre
cuidadosamente durante la entrevista. Cuando el primero entró en la habitación,
dejó la puerta abierta. El patrón habló con él durante quince minutos y después
le pidió que esperase fuera. Cuando entró el segundo solicitante, cerró la
puerta al entrar. Tras hablar con él, el patrón le pidió que esperase fuera
también, y entonces llamó a su secretario.
—El primer hombre con el que hablé tiene todas las cualidades
requeridas, pero he decidido dar el trabajo al segundo.
—¿Por qué?
—Porque el primer hombre dejó la puerta abierta. Eso es porque es
perezoso. El otro hombre cerró la puerta; puede que no esté tan preparado, pero
aprenderá rápidamente.
Entrevista con Maṇihara dāsa
En 1977, Śrīla Prabhupāda con unos ocho discípulos, se hospedó en una
casa a orillas del Ganges en Hṛṣikeśa. Cierto día Prabhupāda entró en la cocina
y quedó atónito al ver que los devotos habían cortado un enorme montón de
vegetales para preparar el almuerzo. Prabhupāda les dijo que habían cortado
vegetales en cantidad suficiente para alimentar a cincuenta personas. Haciendo
un comentario sobre el poco sentido común de sus discípulos, Prabhupāda se
sentó en una silla y empezó a dirigir cada detalle de los preparativos
culinarios. Atendió al hervido del arroz y comprobó si estaba blando. Después,
él mismo cocinó los capātīs. Fue
entonces cuando dijo que sólo un perezoso sería incapaz de cocinar, y contó la
historia de los perezosos.
Había una vez un rey que anunció que todos los perezosos de su reino
debían ir a la casa de caridad, que allí se les daría de comer gratis. Fueron
cientos de personas, y todos decían: —Yo soy perezoso—. El rey dijo entonces a
su ministro que prendiese fuego a la casa de caridad. Todos los que estaban
dentro —menos dos— salieron corriendo inmediatamente del edificio en llamas. De
los dos que quedaban, uno le dijo al otro: —Este fuego me está dando demasiado
calor en la espalda—. Y el otro hombre le aconsejó: —Pues ponte del otro lado—.
Al ver a estos dos, el rey dijo: —Estos son auténticos perezosos. Denles de
comer.
Diario de Tamāla Kṛṣṇa Goswami
¡Me encantan estas anécdotas!, el humor de Srila Prabhupada ¡es...maravilloso!. MVD
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