En Māyāpura, en especial en la época de los festivales internacionales,
diferentes discípulos se encargaban de hacer guardia a la puerta de Śrīla
Prabhupāda. Su principal cometido era disuadir a posibles visitantes, de manera
que Śrīla Prabhupāda no se viese constantemente interrumpido. El guarda también
estaba para ir a buscar cualquier cosa que Śrīla Prabhupāda quisiese.
Una vez, mientras Mahābhūti dāsa hacía guardia a la puerta de Prabhupāda,
Śrīla Prabhupāda lo llamó y le pidió un zumo de dob fresco. Pero, mientras Śrīla Prabhupāda hablaba, su hermana,
Bhavatāriṇī, entró de pronto en la habitación. La hermana de Prabhupāda, que
los discípulos de Prabhupāda llamaban Piśimā (o ‘tía’), tenía entrada libre
para ver a Prabhupāda cada vez que quisiese. Además, lo cierto era que nadie
hubiera podido impedirle ver a Prabhupāda, hablar con él o cocinar para él
cuando lo desease.
Cuando Piśimā se sentó en la habitación, Mahābhūti se levantó para
cumplir el deseo de Prabhupāda de dob
fresco. Pero Prabhupāda habló con seriedad: —Siéntate—. Y Mahābhūti se volvió a
sentar.
Śrīla Prabhupāda empezó a hablar con su hermana en bengalí, y Mahābhūti
esperó durante aproximadamente veinte minutos, cantando japa silenciosamente. La conversación entre Prabhupāda y su hermana
discurrió plena de entusiasmo, hasta que cerca del final, Prabhupāda adoptó un
tono de ligera reprimenda. Por último, Bhavatāriṇī ofreció sus respetos a su
exaltado hermano y salió de la habitación. Prabhupāda se puso de pie, y Mahābhūti
se dispuso a salir para llevar a cabo el recado interrumpido.
Como para explicar su comportamiento, Prabhupāda citó un verso:
mātrā svasrā duhitrā vā
na-avivikta-āsano bhavet
balavān indriya-grāmo vidvāṁsam
api karṣati
—Nunca te quedes a solas con una mujer —dijo Prabhupāda.
Entrevista con Mahābhūti dāsa
Prabhupāda
describió también que su maestro espiritual era muy estricto siguiendo la regla
de no quedarse solo con una mujer. Una vez, uno de los discípulos de
Bhaktisiddhānta Sarasvatī, el Dr. O. B. L. Kapoor, visitó a Śrīla Bhaktisiddhānta
Sarasvatī con su muy joven esposa. Mientras hablaban, la muchacha le dijo al guru de su esposo: —Me gustaría
preguntarle algo, en privado—. Pero Bhaktisiddhānta Sarasvatī replicó: —No, yo
no puedo verla en privado. Lo que quiera preguntar, puede hacerlo aquí—. Śrīla
Prabhupāda comentó que en aquella época Śrīla Bhaktisiddhānta era lo bastante
anciano como para ser el bisabuelo de la joven, pero aun así aplicó
estrictamente esta norma como un ejemplo. El gran discípulo de Bhaktisiddhānta
Sarasvatī, Śrīla Prabhupāda, hizo lo mismo.
Divulgar en la India
la conciencia de Kṛṣṇa muchas veces quería decir que Prabhupāda tenía que ir
con sus discípulos a respetar prasāda
a las casas de la gente. Entonces, comer era una forma de servicio a Kṛṣṇa.
Cuando Girirāja dāsa fue a la
India por primera vez, estaba acostumbrado a un estricto
entrenamiento de brahmacārī, y el
hábito personal que tenía era ser particularmente reservado a la hora de
aceptar dulces. Pero en una ocasión, Prabhupāda vio que la austeridad de su
discípulo causaba incomodidad a su anfitrión.
El padre del hombre que había invitado a Prabhupāda a comer había
intentado en repetidas ocasiones dar a Girirāja un segundo rasagullā, pero Girirāja seguía rehusando. Como Girirāja se sentaba
bastante cerca de Prabhupāda, no quería que Prabhupāda pensase que él era un
disfrutador sensual, y por esta razón constantemente se negaba a tomar el rasagullā del anciano padre de su
anfitrión. Al final, cuando el hombre venía de nuevo a halagar a Girirāja, Śrīla
Prabhupāda lo miró amorosamente y le dijo: —Puedes tomar un dulce, para hacer
feliz a un anciano—. De esta manera, Girirāja aceptó otro dulce.
Entrevista con Girirāja Swami
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