En octubre de 1972, durante los comienzos del proyecto de Śrīla Prabhupāda
en Bombay, Pañcadraviḍa dāsa fue a Vṛndāvana para visitar a Prabhupāda.
Pañcadraviḍa estaba pensando en preguntar a Śrīla Prabhupāda si le
permitiría tomar la orden de sannyāsa,
pero casi inmediatamente después de saludarlo, antes que pudiera decirle nada, Śrīla
Prabhupāda le dijo:
—Sí, ya puedes tomar sannyāsa.
Ahora estás cualificado.
Extasiado de felicidad, Pañcadraviḍa comenzó a alabar la labor de
prédica de la conciencia de Kṛṣṇa y mencionó a Prahlāda Mahārāja y a Dhruva Mahārāja,
los cuales, a pesar de su juventud, conocían bien la filosofía de la conciencia
de Kṛṣṇa.
—Sí —dijo Śrīla Prabhupāda dirigiéndose al resto de las personas que se
encontraban en la habitación—, este joven Pañcadraviḍa es muy inteligente.
Al escuchar esto, Pañcadraviḍa se puso aún más contento e incluso sintió
cierto orgullo.
—¿Cómo va todo en Bombay?— preguntó Prabhupāda.
—No muy bien, Śrīla Prabhupāda —respondió Pañcadraviḍa.
—¿No muy bien? —inquirió Prabhupāda de una manera desafiante. —¿Y a qué
se debe eso?
—Es que hay tantas ratas allí, que suponen un verdadero problema.
—Eso significa que no son limpios —contestó Prabhupāda severamente—.
Esos son los hábitos de ustedes los americanos. Toman un plato de prasāda, comen la mitad y lo dejan
tirado en algún rincón durante seis meses. ¿No es cierto? ¡¿No es cierto?!—.
Prabhupāda había gritado las últimas palabras y Pañcadraviḍa estaba confundido.
Pero Prabhupāda continuó maceándolo.
—Eso es señal de que no son limpios. Por lo tanto, no están cantando sus
rondas.
Pañcadraviḍa respondió en un tono entre confundido y de protesta: —Según
tengo entendido, todos los devotos cantan sus rondas.
Śrīla Prabhupāda se dirigió a los demás presentes con visibles muestras
de enfado:
—Está sugiriendo que el proceso del Señor Caitanya tiene algún defecto.
—No, no, Śrīla Prabhupāda —balbuceó Pañcadraviḍa.
—En ese caso —respondió Śrīla Prabhupāda— el Señor Caitanya dice: ceto darpaṇa-mārjanam. El canto limpia
el corazón. ¿Cómo es posible que estando limpio el interior pueda estar sucio
el exterior?—. Pañcadraviḍa se encontraba al borde de las lágrimas viendo el
enfado de Prabhupāda.
Pañcadraviḍa no dijo nada más. Comenzó a pensar que Prabhupāda
simplemente le estaba viendo algunos de sus defectos. Entendió que había sido
demasiado orgulloso y que al criticar el proyecto de Prabhupāda en Bombay
estaba queriendo colocarse al mismo nivel que él. Transcurridos unos diez
minutos, Pañcadraviḍa ofreció cabizbajo reverencias a su maestro espiritual y
se dispuso a abandonar la habitación. Cuando salía, le dijo Prabhupāda:
—Está bien. El maestro espiritual únicamente ve el servicio que tú
ofreces; no tus faltas.
Entrevista con Pañcadraviḍa Swami
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