47. Prabhupāda en éxtasis por distribución de libros



ISKCON Potomac, julio 1976

Era tarde, Śrīla Prabhupāda había estado sentado junto al estanque hasta que oscureció. Justamente cuando ya se marchaba caminando hacia su casa, dos discípulos, Praghoṣa y Subuddhī Rāya, corrieron a encontrarle.

—Estos son algunos de los muchachos que distribuyen libros en el aeropuerto, Prabhupāda —dijo Hari-śauri.

 Los muchachos se habían arrojado al suelo y estaban pronunciando sus reverencias, mientras Prabhupāda los acogía de corazón: —¡Jaya!

Cuando los devotos se levantaron, Prabhupāda les preguntó: —¿Tan tarde vuelven?

—¡Sí, Prabhupāda!

—¿Y cómo ha sido el resultado? —preguntó Prabhupāda.

—Entre Vaiśeṣika y yo —dijo Praghoṣa— hicimos 130 libros. Śrīla Prabhupāda levantó los brazos y exclamó: —¡Jaya! ¡Victoria!—. Entonces, acompañado por los devotos, comenzó a caminar lentamente hacia su casa y Praghoṣa empezó a contarle sobre el saṅkīrtana en el aeropuerto.

—Śrīla Prabhupāda, hoy he encontrado a un muchacho que ha dado ochenta dólares.

Śrīla Prabhupāda se paró y miró a Praghoṣa: —¡Acchā! ¿Y cuántos libros le diste?

—Nueve.

Śrīla Prabhupāda sonrió, miró a Hari-śauri y dijo: —¡Una ganancia bastante buena!

Mientras continuaba caminando, Praghoṣa relataba que este chico era soldado, así que le había hablado de Arjuna, que también era soldado y hombre de familia y aun así rendía servicio devocional puro a Kṛṣṇa.

—Se lo expliqué, Śrīla Prabhupāda, como usted nos ha dicho—. Pero entonces Śrīla Prabhupāda ya estaba en la puerta de su casa. Un devoto tomó sus zapatos.

—¿Quieren entrar? —les preguntó Prabhupāda a Praghoṣa y Subuddhī Rāya.

—¡Sí, Śrīla Prabhupāda, por supuesto!

Dentro, se sentaron en la alfombra mientras Śrīla Prabhupāda se sentaba en el sofá. Sólo una luz tenue iluminaba la oscuridad de la habitación.

—¿A ustedes qué les parecen los libros? —preguntó Prabhupāda. Entonces Praghoṣa le habló sobre un soldado de Carolina del Norte que dijo que cada miércoles por la tarde se reunía en su base con otros nueve soldados para leer juntos el Bhagavad-gītā.

—¿Nuestro Bhagavad-gītā? —preguntó Prabhupāda inocentemente.

—Sí, Śrīla Prabhupāda. Su Gītā.

—Fíjense —dijo Prabhupāda.

Cuando Hari-śauri explicó que Praghoṣa había estado trabajando durante años con Tripurāri, Prabhupāda se interesó por el bienestar de Tripurāri. También preguntó por Dhṛṣtadyumna y dijo que era un devoto muy bueno. Cuando Praghoṣa dijo que Dhṛṣtadyumna estaba conectado con el templo de Nueva York, Śrīla Prabhupāda preguntó si allí estaban distribuyendo prasāda. Preguntó específicamente si vendían kacaurīs. Śrīla Prabhupāda preguntó por Bali-mardana, que había dejado el movimiento durante años y acababa de regresar. Prabhupāda sugirió que Bali-mardana cocinase kacaurīs, porque «él hace los mejores».

Volviéndose a Subuddhī Rāya, Prabhupāda le preguntó de dónde era.

—Primero estuve trabajando en la India con Gargamuni Swami —respondió Subuddhī Rāya—. Estaba bien, pero no había mucho tiempo para leer.

Prabhupāda respondió: —De todas formas, están trabajando duramente —replicó, y no pareció querer escuchar la crítica.

Tras unos momentos, Prabhupāda pidió que se les diese prasāda a los devotos, así que su cocinero les dio sendas tazas de helado de mango.

Llevándose afuera los helados, Praghoṣa y Subuddhī Rāya se sentaron junto al templo y miraron el helado en éxtasis, intentando recordar toda la experiencia, y el intercambio de Prabhupāda con ellos.
Entrevista con Praghoṣa dāsa



De acuerdo con Praghoṣa, se encontró de nuevo con Prabhupāda unos pocos días después, cuando Prabhupāda fue al templo de Nueva York. Allí, Praghoṣa entró en una habitación llena de devotos donde Prabhupāda estaba dando darśana, y cuando Prabhupāda lo vio, dijo: —¡Ah!— y lo reconoció de su encuentro anterior. Después de ese darśana Rāmeśvara Swami le dijo a Praghoṣa: —Vi la forma en que Prabhupāda te notó cuando entraste en la habitación. Se acordaba de ti de Washington. Te recordaba como el devoto que se sentía tan feliz de salir a distribuir sus libros.

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