Māyāpura
Comenzando a dar un paseo desde el templo en Māyāpura, Prabhupāda señaló
algunas plantas y preguntó qué eran.
—Es sólo mala hierba —respondió uno de sus discípulos directores—.
No tiene valor.
—Todo tiene valor —dijo Prabhupāda—, pero tú no lo conoces. Tú no sabes
cómo utilizarlo. Pero todo tiene valor.
Entrevista con Jananivāsa dāsa
Otra vez, pasando frente a una hilera de baños de los devotos, Prabhupāda
notó mal olor. Se volvió hacia los discípulos sannyāsīs que caminaban a su lado. —¿Por qué no se queja nadie?
—objetó Prabhupāda—. Este es un olor muy malo. ¿Por qué ninguno se queja?—.
Prabhupāda explicó que debían protestar inmediatamente cuando hubiera alguna
señal de la modalidad de la ignorancia. Se suponía que los devotos debían estar
desarrollando por lo menos la modalidad de sattva-guṇa
[modalidad material de la bondad], de modo que cuando entrasen en contacto
con una modalidad más baja como la de tamo-guṇa
[ignorancia], deberían quejarse o protestar.
Diario de Hari-śauri dāsa
Comentando el ánimo de Śrīla Prabhupāda en Māyāpura, Bhāvānanda Goswami
cuenta que si algún grifo sobre el terreno goteaba solamente una vez cada tres
horas, Śrīla Prabhupāda llegaba justo en el instante en que goteaba, y decía:
—Fíjense. Están desperdiciando la energía de Kṛṣṇa—. Prabhupāda estaba
especialmente atento dentro del edificio de Māyāpura. Cuando se enteró de que
los brahmacārīs no mantenían sus
habitaciones limpias dijo:
—Brahmacārī quiere decir
sucio.
Dijo que el edificio era para los invitados, y que si los devotos no lo
estaban manteniendo suficientemente limpio, deberían trasladarse a otro sitio.
Entrevista con Bhāvānanda Goswami
Ānakadundubhi dāsa estaba encargado de limpiar la habitación de Prabhupāda.
Sabía que Prabhupāda no toleraba una simple mota de polvo y que lo volvería a
llamar para limpiarla. Un día, después de que Ānakadundubhi había intentado al
máximo dejar todo perfectamente limpio, Prabhupāda lo llamó de vuelta.
—Śrīla Prabhupāda, ¿le ha molestado algo?
—¿No sabes cómo poner derechas estas sábanas? —preguntó Prabhupāda. La
habitación de visitas de Prabhupāda tenía colchonetas en el suelo cubiertas con
sábanas blancas, y a Prabhupāda no le gustaba que tuvieran ni una sola arruga.
—No las has colocado apropiadamente. ¿Las has cambiado?
—Sí, Śrīla Prabhupāda. Están limpias.
—Entonces colócalas bien —dijo Śrīla Prabhupāda e hizo que varios
devotos quitaran las arrugas y doblaran correctamente las sábanas.
Entrevista con Ānakadundubhi dāsa
Śrīla Prabhupāda también era estricto con los bengalíes de Māyāpura. Un
día, en la carretera delante del templo, un hombre se acercó a Prabhupāda y
dijo que quería ofrecer su hijo al gurukula.
Prabhupāda dijo que sí, que lo trajera.
—También yo quiero unirme —dijo el hombre. Prabhupāda dijo que sí, pero
el hombre tendría que venir cada día durante un mes. Por las noches, debería
dormir en su casa. Prabhupāda dijo que el templo le daría prasāda y que podía trabajar, pero que por cada noche tenía que
regresar a su casa.
—Pero yo vivo en Vāmana Pukura, y está muy lejos.
Prabhupāda dijo que no era tan lejos, que podía caminar o tomar una ricksha.
—No tengo tanto dinero —dijo el hombre.
Śrīla Prabhupāda lo miró severamente y le dijo: —¡Sin condiciones!
Entrevista con Śatadhanya Swami
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