Prabhupāda una vez llegó a Nueva York y como de costumbre cientos de
devotos se habían congregado en el templo para recibirlo. Mientras Prabhupāda
salía del coche, los devotos estallaron en un kīrtana tumultuoso, y mientras caminaba hacia la entrada del templo
de la calle Cincuenta y cinco, cientos de devotos lo siguieron de cerca,
cantando Hare Kṛṣṇa y Jaya Prabhupāda.
Una joven madre que llevaba a su bebé siguió inmediatamente detrás de
Prabhupāda a medida que él pasaba por las puertas de cristal que llevaban al
recibidor del templo. El recibidor también estaba lleno de devotos extáticos
cantando. Viendo a la joven madre detrás de él, Prabhupāda se paró y sostuvo
abierta la puerta de cristal para ella. Incluso con cientos de personas
adorándolo, Prabhupāda se tomó el tiempo de mostrar el respeto apropiado hacia
los demás.
Entrevista con Rājendranātha dāsa
Una vez Himavatī-devī dāsī estaba sirviendo como cocinera de Prabhupāda.
Un día cocinó un sabjī de berenjena.
Prabhupāda saboreó el sabjī, pero no
lo comió más. Después de que Prabhupāda hubo terminado su comida, Himavatī
distribuyó los remanentes a los devotos, pero el sabjī de berenjena estaba incomible porque tenía demasiada sal. Al
día siguiente Himavatī hizo la misma preparación, sólo que esta vez usó la
cantidad adecuada de sal. Él único comentario de Prabhupāda fue: —Ayer estaba un poquito salado—, y de
esta manera mostró su consideración hacia los sentimientos de su discípula.
Entrevista con Rukmiṇī-devī dāsī
Śrīla Prabhupāda visitó Ginebra (Suiza) en 1974, y Līlāvatī-devī dāsī
había llegado allí con el fin de mecanografiar para él; pero contrajo hepatitis
y tuvo que ir al hospital. Tres días después de su llegada, Prabhupāda llamó al
presidente del templo, Guru-gaurāṅga dāsa, y le preguntó dónde estaba Līlāvatī.
Se le dijo que estaba en el hospital. Entonces Prabhupāda preguntó si alguien
había ido a verla, y Guru-gaurāṅga explicó que todos habían estado tan ocupados
que nadie había podido ir. —Entonces iremos a ver a Līlāvatī. Haz todos los
arreglos —ordenó Prabhupāda.
Guru-gaurāṅga inmediatamente se dispuso a preparar el auto y los
devotos, e hizo los preparativos para el prasāda.
Cuando todo estuvo listo, se lo comunicó a Prabhupāda. Prabhupāda dijo: —Muy
bien—, y les dijo a todos que fueran a ver a Līlāvatī. Prabhupāda se quedó,
pero casi todo el templo fue a ver a Līlāvatī, que quedó entusiasmada por el
cuidado y la preocupación que Prabhupāda había mostrado hacia ella.
Entrevista con Guru-gaurāṅga dāsa
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