Es bien sabido que los devotos de Kṛṣṇa
siguen una dieta vegetariana. Más que por salud o economía, por religión. Todas
las religiones fidedignas nos piden «no matar», y nos traen un mensaje de paz y
hermandad.
Algunos se burlan diciendo que en la India la vaca es sagrada.
Ellos olvidan que para un verdadero espiritualista no solo la vaca, sino que
«todo» es sagrado. Sabemos que San Francisco fue capaz de conversar con un lobo
y de salvarle la vida. Por supuesto, las personas comunes sólo pensaban en cómo
matarlo, pero la visión de un santo es diferente. Él ve a todos como entidades
espirituales, hijos de Dios. Por algo Él se refirió como al “hermano lobo”.
El Señor Caitanya nos instruyó en el
sendero de la humildad. Él dijo que debíamos considerarnos inferiores a una
hoja de pasto, si queríamos cantar siempre el santo nombre. Un devoto debe
tener la capacidad de apreciar la presencia de la divinidad en todo, pues todo
ha emanado de Él. Es una cuestión de sensibilidad y de realización. Mientras
más ateo sea el hombre, menos respeto tendrá por la vida. Mientras más crezca
en espiritualidad, más será su respeto hacia todo lo creado, pues tendrá la
capacidad de ver todo como la manifestación de la voluntad de Dios.
La enseñanza bíblica también nos
inspira por una dieta de respeto a la vida. Es innegable que la alimentación
vegetariana fue la que mantuvo el hombre en el paraíso, la que practicó Daniel
y sus hermanos, y la misma que siguió Jesús (leche y miel será su alimento,
para que sepa conocer lo bueno. Isaías).
Además, el quinto mandamiento ordena
«no matarás».
Hay suficientes pruebas de que los
primeros cristianos no sólo fueron vegetarianos, sino que recomendaron esta
alimentación a sus otros hermanos. Por ejemplo, escribiendo acerca de los
primeros cristianos, San Juan Crisóstomo, del siglo tercero observó: “No
existen manchas de sangre en ellos, no matan animales ni cortan carne, ni hay
allí la horrible fetidez de la carne, ni desagradables olores en la cocina. Con
sus almuerzos de frutas y vegetales, incluso los ángeles del cielo, como ellos
lo perciben, están felices y complacidos». Este mismo santo consideró: “Imitamos
a los lobos y a los leopardos, e incluso somos peores que ellos. Porque la
naturaleza les ha asignado esos alimentos, pero a nosotros Dios nos ha honrado
con el habla y el sentido de la equidad, y aun así somos peores que las bestias
salvajes».
San Jerónimo, autor de la Vulgata o la traducción de
la Biblia al
latín que aún se usa hoy en día, le escribió a un monje en Milán, que había
dejado el vegetarianismo argumentando que después del diluvio el comer carne
había sido permitido. Él le respondió que de acuerdo a Jesús el divorcio
también era permitido bajo la ley de Moisés, debido a la dureza del corazón
humano, pero que esa nunca había sido la intención de Dios en el principio, y
que como Cristo venía a restaurar todas las cosas, ya no era permitido ni el
divorcio ni el comer carne.
En su homilía a Mateo 22:1-4, San Juan
Crisóstomo observó: «Nosotros, los líderes cristianos, practicamos la
abstinencia de la carne de animales para subyugar nuestros cuerpos... la
alimentación antinatural de la carne es de origen demoníaco... comer carne es
contaminante...» Además, dijo: «el comer carne y beber vino incitan a la
sensualidad, y son una fuente de peligro, de aflicción y de enfermedad».
También Séneca, del siglo quinto,
filósofo estoico, era un firme vegetariano. Él inició un movimiento de esa
índole en la Roma
de Nerón, mas debió abandonar esta práctica pues estaba bajo la sospecha del
emperador, de que por seguir dicha costumbre, él podría ser un cristiano. Por
esta razón se vio obligado a volver a la carne. Él escribió: «Ciertas
religiones extranjeras (la cristiana), se han vuelto el objeto de la sospecha
del imperio, y entre las pruebas de adhesión a esta cultura extranjera es la
abstención a comer carne. Por el ansioso pedido de mi padre entonces, tuve que
volver a mis viejos hábitos alimenticios».
Plinio, gobernador de Bithynia,
escribió a su emperador Trajan, acerca de las prácticas de los primeros
cristianos: «...Ellos dirigen una oración a Cristo como si fuese un dios,
comprometiéndose a no cometer pecados y a nunca mentir, ni a negar una verdad,
después de lo cual acostumbran comer juntos, pero un alimento inocente y
común».
Sin embargo es preponderante la idea
entre algunos cristianos de que Dios creó al hombre para que disfrutara las
cosas del mundo. Esta es una idea muy antropocéntrica y por lo tanto egoísta.
Más bien el Señor le dio soberanía al hombre para que sirviera a sus hermanos
menores por darles la protección necesaria, y no para que abusara de ellos
maltratándolos... «Como encontramos en Juan 3,16: “Porque Dios amó tanto al
mundo (no sólo a la humanidad), que envió a Su propio hijo”.
El Reverendo Norman Vincent Peale
declaró: «Pienso que una persona no puede ser un verdadero cristiano si al
mismo tiempo maltrata a los animales...».
Por supuesto podríamos reunir aquí
miles de citas similares que son lógicas y concordantes con cualquier espíritu
religioso. ¿Pero entonces, porqué el mundo así llamado cristiano ha permitido
el establecimiento de miles de mataderos en el mundo, donde miles de animales
inocentes son masacrados con el único fin de satisfacer apetitos glotones?
El cardenal católico John Henry Newman,
escribió en 1870 que «la crueldad hacia los animales es como si el hombre no
amara a Dios. Ellos no nos han hecho daño, no tienen capacidad de resistirse...
Hay algo tan espantoso, tan satánico, en atormentar a aquellos que nunca nos
hicieron nada malo y que no pueden defenderse por sí mismos».
¡Gracias a Dios!, escribió John Wesley,
el fundador del metodismo, al obispo de Londres en 1747, desde que dejé la
carne y el vino me he aliviado de todas mis dolencias físicas. Wesley también
era vegetariano por razones espirituales. Él basó su vegetarianismo en la
profecía bíblica referente al Reino de Paz, en el cual ninguna criatura iba a
matar, ni a robar, ni a causar dolor a otra en la tierra.
El doctor John Harvey en su libro «La
Dieta Natural del Hombre» en 1923, escribe: “Si la Biblia apoya el comer carne,
también apoya la poligamia, pues todos los patriarcas tuvieron varias esposas y
concubinas. Pero la ética cristiana propone un retorno al ejemplo del Edén como
lo más idóneo. Adán, en su período en el paraíso, era tanto monógamo como
vegetariano».
El reverendo J. Tyssul Davies escribió:
«En mi posición de Ministro Cristiano, tuve que tomar mi decisión. Mi paladar
estaba por el lado de la costumbre, y mi intelecto buscaba lo más ventajoso,
pero mi raciocinio superior y mi conciencia no me dejaron más alternativa.
Nuestro Señor vino a dar vida y no lo estamos siguiendo al quitarla en forma
innecesaria. Y de esta manera me vi forzado, en contra de mi deseo, a dejar la
carne».
«Querido Señor, comenzaba la oración de
Albert Schweitzer, por favor protege y bendice a todos los seres vivos. Protégelos
del mal y permíteles dormir en paz». Este notable cristiano protestante,
vegetariano, filósofo, músico, escolástico y doctor misionero en África, ganó
el Premio Nobel de la Paz
en 1952. A
través de estas declaraciones podemos percibir el espíritu natural de un
corazón cristiano.
Es imposible imaginar a Cristo matando
a un cordero o a una vaca, justamente a los primeros seres que lo abrigaron en
el pesebre. El principio de sensibilidad debe prevalecer en nuestra vida, de lo
contrario estaremos siempre lejos de poder comprender el sensible y amoroso
plan de Dios.
Siempre que nuestro maestro espiritual
conversó con líderes de diferentes agrupaciones cristianas les pidió que
dejaran de lado el consumo de carne. Por estas acotaciones podemos ver que la
idea de muchos pensadores y santos de ese credo fue el de abstenerse de ese mal
llamado alimento. Ya ha sido demostrado además, citando la misma Biblia, que
Dios y los profetas dispusieron una dieta vegetariana para el hombre. En una
conversación de nuestro maestro espiritual con el monje benedictino Emanuel
Jungclaussen, le dijo: «Si los cristianos quieren desarrollar amor por Dios
deben parar la matanza de animales y cantar el nombre de Cristo. Así todo será
perfecto. Dijo también Dios: «Ahí os doy cuantas hierbas de semilla hay sobre
la faz de la tierra, y cuantos árboles producen fruto de simiente, para que
todos os sirvan de alimento»; (Génesis 1.29), (ver Isaías 11,6-9, Mateo5,
38-48).
No he venido a enseñarles, sólo a
pedirles que canten el nombre de Dios. La Biblia también les pide esto. De esta manera, por
favor cooperen y canten. Los cristianos deben cantar el nombre de Cristo y
prohibir la matanza de animales... Este programa está basado en la enseñanza de
la Biblia, no
es mi filosofía. Por favor hagan esto y verán cómo la situación del mundo va a
cambiar».
El alimento además de vegetariano debe
ser ofrecido al Señor, para que se espiritualice. Ya que todo lo tomamos de
Dios, debemos agradecerle el alimento que nos da. De lo contrario actuaremos
como un ladrón.
En la Conciencia de Kṛṣṇa la
comida ofrecida con amor al Señor es llamada prasādam que significa misericordia. El alimento, antes de ser
ofrecido a Dios es llamado bhoga, o
aquello que está destinado a ser disfrutado. Si se come sin ofrecerlo a Él, es
un pecado, se ingiere karma, pues
muchas entidades mueren cuando se enciende el fuego y se cocina, y también
ocupamos algunos vegetales que tenían vida, sin embargo, cuando son ofrecidos a
Dios, sus espíritus se benefician.
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