35. Bhavatāriṇī, la hermana de Śrīla Prabhupāda




En Māyāpura, en especial en la época de los festivales internacionales, diferentes discípulos se encargaban de hacer guardia a la puerta de Śrīla Prabhupāda. Su principal cometido era disuadir a posibles visitantes, de manera que Śrīla Prabhupāda no se viese constantemente interrumpido. El guarda también estaba para ir a buscar cualquier cosa que Śrīla Prabhupāda quisiese.

Una vez, mientras Mahābhūti dāsa hacía guardia a la puerta de Prabhupāda, Śrīla Prabhupāda lo llamó y le pidió un zumo de dob fresco. Pero, mientras Śrīla Prabhupāda hablaba, su hermana, Bhavatāriṇī, entró de pronto en la habitación. La hermana de Prabhupāda, que los discípulos de Prabhupāda llamaban Piśimā (o ‘tía’), tenía entrada libre para ver a Prabhupāda cada vez que quisiese. Además, lo cierto era que nadie hubiera podido impedirle ver a Prabhupāda, hablar con él o cocinar para él cuando lo desease.

Cuando Piśimā se sentó en la habitación, Mahābhūti se levantó para cumplir el deseo de Prabhupāda de dob fresco. Pero Prabhupāda habló con seriedad: —Siéntate—. Y Mahābhūti se volvió a sentar.

Śrīla Prabhupāda empezó a hablar con su hermana en bengalí, y Mahābhūti esperó durante aproximadamente veinte minutos, cantando japa silenciosamente. La conversación entre Prabhupāda y su hermana discurrió plena de entusiasmo, hasta que cerca del final, Prabhupāda adoptó un tono de ligera reprimenda. Por último, Bhavatāriṇī ofreció sus respetos a su exaltado hermano y salió de la habitación. Prabhupāda se puso de pie, y Mahābhūti se dispuso a salir para llevar a cabo el recado interrumpido.

Como para explicar su comportamiento, Prabhupāda citó un verso:

mātrā svasrā duhitrā vā na-avivikta-āsano bhavet
balavān indriya-grāmo vidvāṁsam api karṣati

—Nunca te quedes a solas con una mujer —dijo Prabhupāda.
Entrevista con Mahābhūti dāsa

Prabhupāda describió también que su maestro espiritual era muy estricto siguiendo la regla de no quedarse solo con una mujer. Una vez, uno de los discípulos de Bhaktisiddhānta Sarasvatī, el Dr. O. B. L. Kapoor, visitó a Śrīla Bhaktisiddhānta Sarasvatī con su muy joven esposa. Mientras hablaban, la muchacha le dijo al guru de su esposo: —Me gustaría preguntarle algo, en privado—. Pero Bhaktisiddhānta Sarasvatī replicó: —No, yo no puedo verla en privado. Lo que quiera preguntar, puede hacerlo aquí—. Śrīla Prabhupāda comentó que en aquella época Śrīla Bhaktisiddhānta era lo bastante anciano como para ser el bisabuelo de la joven, pero aun así aplicó estrictamente esta norma como un ejemplo. El gran discípulo de Bhaktisiddhānta Sarasvatī, Śrīla Prabhupāda, hizo lo mismo.
Divulgar en la India la conciencia de Kṛṣṇa muchas veces quería decir que Prabhupāda tenía que ir con sus discípulos a respetar prasāda a las casas de la gente. Entonces, comer era una forma de servicio a Kṛṣṇa.
Cuando Girirāja dāsa fue a la India por primera vez, estaba acostumbrado a un estricto entrenamiento de brahmacārī, y el hábito personal que tenía era ser particularmente reservado a la hora de aceptar dulces. Pero en una ocasión, Prabhupāda vio que la austeridad de su discípulo causaba incomodidad a su anfitrión.
El padre del hombre que había invitado a Prabhupāda a comer había intentado en repetidas ocasiones dar a Girirāja un segundo rasagullā, pero Girirāja seguía rehusando. Como Girirāja se sentaba bastante cerca de Prabhupāda, no quería que Prabhupāda pensase que él era un disfrutador sensual, y por esta razón constantemente se negaba a tomar el rasagullā del anciano padre de su anfitrión. Al final, cuando el hombre venía de nuevo a halagar a Girirāja, Śrīla Prabhupāda lo miró amorosamente y le dijo: —Puedes tomar un dulce, para hacer feliz a un anciano—. De esta manera, Girirāja aceptó otro dulce.

Entrevista con Girirāja Swami

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