El Rāmāyaṇa, por Vālmīki


“¡Cuidado! ¡Ese es el hombre que hurta a los que transitan por la calle de noche!”, era lo que decían las personas cuando veían a aquel hombre de barba y semblante poco amistoso. No solo era aficionado al robo, sino que también pesaba en su historia la muerte de muchas personas. Debido a su comportamiento criminal, sus ojos no tenían brillo, y su hablar desconocía las palabras agradables.

Un día, sin embargo, un gran santo de nombre Nārada Muni se apiadó de él. Nārada Muni, en su atuendo color azafrán y volando por el cielo con su inconfundible instrumento musical, fue hasta el pobre hombre y conversó con él: “Mira cuán triste es tu situación: las personas se apartan temerosas al ver tu persona. Aun así, tengo la cura para el mal que te aqueja: sencillamente canta el nombre del Supremo, aquel que ama a todas las entidades vivientes, con lo cual, tu corazón se purificará. Canta ‘¡Rāma!, ¡Rāma!, ¡Rāma!’. ¡Verás que tu corazón quedará limpio como un lago de cisnes!”.

La instrucción disgustó al hombre. “Mi vida siempre estuvo marcada por la muerte, ¿qué relación tengo yo con el nombre del Señor Supremo, el amigo de todas las entidades vivientes?”. Nārada Muni, entonces, cambió hábilmente su pedido y dijo: “Ya que encuentras placer en matar, canta el nombre del semidiós de la muerte, Mara”. El hombre caído aceptó el consejo del santo, y cantó todo el tiempo: “¡Māra!, ¡Māra!, ¡Māra!”. Sin embargo, aquello era un truco del gran sabio Nārada. Al cantar MāraMāraMāraMāra en forma encadenada, invirtió el orden de las sílabas y finalmente cantó el nombre de Dios: maRāmaRāmaRāma. Así, por la misericordia combinada del representante de Dios y de Dios, en la forma de Su nombre, aquel corazón se volvió puro.

Cantando el santo nombre del Supremo Señor Rāma, entró en profunda meditación. Tan consagrado a la meditación estaba, que las hormigas junto a él pensaron que se trataba de un árbol y construyeron un hormiguero sobre él. Cuando despertó de su meditación y salió del hormiguero, todos comenzaron a llamarlo Vālmīki, “aquel que salió del hormiguero”. Entonces, con su corazón completamente purificado, Vālmīki cumplió la misión encomendada: contar las glorias del Señor Supremo, el Señor Rāma, en el libro Rāmāyaṇa.

El Rāmāyaṇa es un libro muy antiguo y aclamado, el cual versa sobre una encarnación, o avatar, de Dios, el Señor Supremo. Esa encarnación, conocida como Rāmacandra, o simplemente Rāma, vino a la Tierra hace mucho tiempo atrás. En cuanto exhibía el comportamiento ideal de un rey santo, Su vida afrontó grandes tribulaciones, actos de heroísmo y romance.

Esta historia describe las maravillosas cualidades de Rāma. Puesto que Rāma era completamente puro y el verdadero amigo de todos, el pueblo del reino de Su padre estaba ansioso por el día en que fuera coronado el próximo rey. Sin embargo Rāma no sería coronado debido a las artimañas de una envidiosa mujer. En vez de convertirse en rey, Rāma fue exiliado al bosque por muchísimos años. Durante su estancia en la selva, donde vivió junto a Su hermano Lakṣmaṇa y Su esposa Sītā, un terrible demonio, Rāvaṇa (el demonio de diez cabezas), raptó a Su amada esposa. Residir fuera de Su reino le resultaba sencillo, pero Rāma sufrió mucho ante la pérdida de Su esposa, Sītā. ¿Cómo podría Rāmacandra rescatar a Su esposa viviendo en el bosque, sin ejército alguno? Para poder hacerlo, Rāmacandra buscó la ayuda de una raza de monos inteligentes, y un gran asalto habría de producirse… Pero es mejor comenzar desde el principio.

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