El alma es a prueba de balas, fuego, agua, viento y tiempo


Bhagavad-gītā 2.24

"¡A prueba de agua!", declara el anuncio de un gadget de moda. Este tipo de anuncios nos hacen temer que estos aparatos se estropeen sin querer. Estos temores proceden de nuestro miedo más profundo, consciente o subconsciente, a la destructibilidad de todas las cosas que nos rodean, incluso nuestros cuerpos.
Para contrarrestar esta ansiedad, intentamos aumentar la durabilidad y longevidad de las cosas que nos rodean. Este esfuerzo es consustancial a la existencia humana. En el pasado, los guerreros buscaban armaduras, terrestres y celestes, a prueba de flechas, del mismo modo que hoy los soldados buscan armaduras a prueba de balas. Sin embargo, por mucho que aumentemos la resistencia de las cosas materiales, siguen siendo vulnerables al tiempo. Nada material puede ser a prueba del tiempo.
Sin embargo, esto no significa que tengamos que abandonar nuestra búsqueda natural de seguridad, sólo tenemos que redirigirla de la materia al espíritu, más concretamente del cuerpo material al alma espiritual que es la esencia de nuestra identidad.
El Bhagavad-gītā (2.24) subraya la absoluta indestructibilidad del alma; expresado en terminología contemporánea, el significado del verso es que el alma es a prueba de balas, a prueba de fuego, a prueba de agua y a prueba de viento. Esta lista es indicativa, no exhaustiva. Es decir, sin enumerar exhaustivamente todas las formas en que el alma es inmune a la destrucción, el verso transmite a través de ejemplos indicativos el principio de que el alma es indestructible. La universalidad de ese principio queda subrayada por el siguiente calificativo que el verso da al alma: eternidad. El tiempo, que deteriora y destruye todo lo material, no puede desgastar el alma: es a prueba de tiempo.
Cuando buscamos seguridad en la eternidad de nuestra existencia espiritual, podemos permanecer imperturbables en medio de las calamidades mundanas más destructivas. Y cuando buscamos seguridad en el amor que le da propósito a la existencia, específicamente el amor inmortal entre nosotros y Kṛṣṇa, entonces nuestro amor alcanza la plenitud perfecta y perenne - se vuelve a prueba de frustraciones. –
Esta alma individual es irrompible e insoluble, y no se la puede quemar ni secar. El alma está en todas partes, y es sempiterna, inmutable, inmóvil y eternamente la misma. - Bhagavad-gītā 2.24

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