El mundo es una estación, no un destino


Bhagavad-gītā 2.38

La orden del Bhagavad-gītā de permanecer equilibrados entre el éxito y el fracaso (2.38) puede dejarnos perplejos: "¿No es natural sentirnos felices cuando tenemos éxito y desdichados cuando fracasamos? ¿Por qué nos pide el Gītā que reprimamos esas emociones naturales?".
La sabiduría del Gītā no desaconseja la expresión natural de las emociones, sino la escalada antinatural de las emociones pasajeras. Nos recuerda que estamos en un viaje de varias vidas que nos llevará a través de numerosas estaciones que se corresponden con nuestras diversas experiencias vitales. Algunas estaciones serán limpias y agradables; otras, sucias y desagradables. Del mismo modo, algunas de nuestras experiencias vitales serán alegres y placenteras; otras, dolorosas e intolerables.
Nuestro viaje por la vida está destinado a un glorioso destino eterno: la morada supremamente dichosa de Kṛṣṇa. Para que nuestro tren llegue a ese destino, necesitamos acercarnos emocionalmente a Él a través de todas nuestras experiencias vitales. Podemos hacerlo concentrándonos en cultivar Su recuerdo devocional internamente y armonizando nuestra respuesta a las situaciones externas con ese enfoque. La armonización puede ir desde, en el mejor de los casos, utilizar esas situaciones para ayudar a nuestro recuerdo devocional, hasta, al menos, navegar por ellas hábilmente sin enredarnos emocionalmente.
Sin embargo, a menudo nos quedamos emocionalmente en una estación abandonada incluso después de que el tren de la vida se haya puesto en marcha. Esto nos impide experimentar plenamente el presente, aprender la sabiduría que contiene y aprovechar las oportunidades de crecimiento devocional que nos brinda. Peor aún, al vivir emocionalmente en el pasado, a veces nos condenamos a una miseria innecesaria, como en los trágicos incidentes de aficionados al deporte que se suicidan porque su equipo favorito pierde un partido.
Para salvarnos de esas miserias evitables causadas por nuestra fijación obsesiva en el pasado y para ayudarnos a saborear en última instancia las emociones espirituales eternas, el Gītā nos insta a no dejarnos llevar por las emociones mundanas pasajeras.
Pelea por pelear, sin tomar en cuenta la felicidad ni la aflicción, la pérdida ni la ganancia, la victoria ni la derrota, y, por actuar así, nunca incurrirás en pecado. – Bhagavad-gītā 2.38

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