Bhagavad-gītā 2.9
El Bhagavad-gītā se habla justo antes de una gran guerra contra
los agresores viciosos. Y, sin embargo, en ese momento crítico, el
principal guerrero virtuoso, Arjuna, pierde su voluntad de luchar (2.9).
Esta configuración demuestra el poder aterrador de nuestros pensamientos. Un
guerrero en el que miles de soldados y millones de ciudadanos habían puesto sus
esperanzas; un guerrero que se había entrenado durante toda su vida para
esta confrontación culminante; un guerrero a quien los mejores oponentes
nunca habían derrotado hasta entonces; tal guerrero fue derrotado sin que se
disparara una sola flecha. ¿Cómo fue derrotado? En su pensamiento.
Nosotros también tenemos que luchar contra varias situaciones difíciles,
incluso si nuestras peleas no son literales o físicas. En medio de tales
dificultades, si dejamos que la negatividad nos abrume, perdemos la batalla en
nuestros pensamientos. A partir de entonces, renunciamos a la batalla
exterior o la peleamos a medias, preparándonos para el fracaso. Para
evitar tal derrota interior, necesitamos la potencia de la batalla para ganar
nuestra guerra interior, para moldear nuestros pensamientos positivamente.
La sabiduría del Gītā nos equipa con una autocomprensión
fortalecedora, explicando que somos almas, partes de Dios, Kṛṣṇa. Él es
nuestro mayor bienqueriente y orquesta todo en nuestra vida para nuestro máximo
bienestar; solo necesitamos armonizarnos amorosamente con Él, evitando la
búsqueda obsesiva de la gratificación mundana y redefiniendo nuestro trabajo
como una forma de adoración.
Cuando nos conectamos con Él practicando bhakti-yoga, esa
conexión divina calma y aclara nuestro pensamiento. Aprendemos a ver más
allá de nuestras situaciones mundanas específicas, por desalentadoras que sean,
a la disposición divina benévola. Al apreciar nuestra positividad
devocional, Kṛṣṇa nos guía para encontrar el mejor camino a seguir (10.10),
maximizando así la probabilidad de éxito externo.
E independientemente de lo externo, al conectarnos con Kṛṣṇa, aseguramos
nuestro éxito interior, aprendiendo a enfrentar mejor las batallas inevitables
de la vida y creciendo a través de ellas hacia una fortaleza espiritual
perdurable.
Sañjaya dijo: Habiendo hablado así, Arjuna, el
castigador de los enemigos, le dijo a Kṛṣṇa “Govinda, no pelearé”, y enmudeció.
– Bhagavad-gītā 2.9
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