Nuestros problemas nos presentan a nosotros mismos


Bhagavad-gītā 2.6

Problemas. A menudo los tememos. Sentimos que ya tenemos suficiente de ellos. Y, sin embargo, la vida sigue acumulando más.
En sí mismos, los problemas son indeseables. Pero en la vida más amplia, cumplen un propósito deseable: nos presentan a nosotros mismos.
A menudo pasamos por la vida sin reflexionar sobre las preguntas más profundas de la vida, lo más importante, ¿quién soy yo? No nos hacemos esta pregunta porque nos conformamos con la respuesta estereotipada que da la sociedad: Eres fulano de tal, esencialmente, eres tu cuerpo material.
Los problemas muestran contundentemente que esta respuesta no es satisfactoria. Nos recuerdan nuestras limitaciones (hay muchas cosas que no puedo hacer) y nuestras imperfecciones (incluso entre las cosas que puedo hacer, hay muchas que no puedo hacer demasiado bien). Con el tiempo, los problemas destrozan nuestras autoconcepciones infladas de quiénes creemos que somos a nivel corporal. Nos introducen a la realidad de que somos seres finitos, falibles y defectuosos.
Cuando tales problemas nos amenazan, podemos buscar fortaleza en las fuentes materiales: familiares, amigos, libros de autoayuda y similares. Con estos, incluso podemos manejar los problemas temporalmente. Pero nuestra introducción a nosotros mismos seguirá siendo incompleta.
A veces, los problemas se vuelven tan abrumadores que nada material ayuda. Esa era precisamente la situación de Arjuna al comienzo de la batalla de Kurukṣetra, como él mismo admitió en el Bhagavad-gītā(2.6). Esta crisis lo obligó a sondear más profundo, más allá del nivel material de la realidad. Fue entonces cuando realmente entendió su identidad espiritual. En ese nivel ganó fuerza devocional a través de su conexión espiritual con Kṛṣṇa y enfrentó exitosamente el problema. El problema vino y se fue, pero la ganancia de una autorrealización más profunda permaneció.
Cuando aprendemos a ver los problemas como ímpetus para buscar la autorrealización y la fuerza devocional de Kṛṣṇa, no se vuelven distractores sino redireccionadores en nuestro viaje espiritual.
No sabemos qué es mejor para nosotros: si conquistarlos o ser conquistados por ellos. Si matáramos a los hijos de Dhṛtarāṣṭra no nos importaría seguir viviendo, pero ahora ellos están ante nosotros en este campo de batalla. - Bhagavad-gītā 2.6

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