Que las tormentas de la vida barran los escombros que rodean el alma


Bhagavad-gītā 2.23

Cuando cae una tormenta, puede reducir las cosas a escombros, pero también puede barrer los escombros.
Del mismo modo, cuando nos azotan problemas similares a los de una tormenta, podemos sentirnos impotentes y horrorizados al ver cómo las cosas que nos son queridas se reducen a escombros. Aunque no siempre podemos detener esos destrozos, no tenemos por qué dejar que nos destrocen, es decir, no tenemos por qué amargarnos, golpearnos o quebrarnos. En lugar de eso, podemos volvernos hacia la sabiduría del Gītā.
Ninguna tormenta mundana, por devastadora que sea, puede dañar nuestra esencia, nuestro núcleo espiritual. El Bhagavad-gītā (2.23) afirma que el alma -el verdadero yo- no puede cortarse, quemarse, marchitarse, disolverse ni destruirse de ninguna manera. El alma está destinada a una vida eterna de amor con el alma suprema, Kṛṣṇa. Alcanzar esa vida eterna y extática es el propósito y la perfección de nuestra existencia.
Desafortunadamente, siendo espiritualmente ignorantes, nos apegamos no a Kṛṣṇa sino a las cosas mundanas. Todas las cosas mundanas son perecederas, ya sea por deterioro gradual o por devastación repentina. Al apegarnos a las cosas temporales, hacemos que nuestras esperanzas de felicidad se reduzcan a escombros. De hecho, esos apegos funestos constituyen en sí mismos los escombros que rodean al alma – son los conceptos erróneos que arruinan el anhelo de felicidad del alma.
Cuando dejamos que el Gītā modele nuestra respuesta a las tormentas de la vida, buscamos fervientemente el refugio de Kṛṣṇa practicando intensamente el bhakti-yoga. El consuelo y la fuerza que experimentamos en Él nos confirman la realidad de Su poder de dar refugio. Junto con nuestra experiencia de la naturaleza condenada de las cosas mundanas, esta comprensión nos inspira a redirigir nuestros apegos hacia Él de todo corazón, barriendo así los escombros de los conceptos erróneos que nos mantienen apegados a lo temporal. A medida que desaparecen los escombros que rodean el alma, atesoramos cada vez más nuestra relación inviolable con Kṛṣṇa y ganamos fuerza para responder a la adversidad con madurez.
Al alma nunca puede cortarla en pedazos ningún arma, ni puede el fuego quemarla, ni el agua humedecerla, ni el viento marchitarla. - Bhagavad-gītā 2.23

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