No podemos evitar percibir los objetos de los sentidos, pero sí podemos evitar perseguirlos


Bhagavad-gītā 2.70

Clave para la felicidad – Nútrete

La cultura ataca nuestros sentidos con percepciones de objetos sensoriales tentadores y a menudo no podemos evitar esas percepciones. ¿Cómo entonces podemos protegernos de la tentación?

 

Entendiendo la diferencia vital entre percibir los objetos de los sentidos y perseguirlos. Aunque no podemos evitar percibir objetos sensoriales, podemos evitar perseguirlos siempre que no permitamos que nuestra imaginación transforme las percepciones en obsesiones.

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El Bhagavad-gītā (2.70) señala la diferencia sutil pero crítica entre perseguir y percibir a través de su enigmático uso de la palabra compuesta aliterativa kama-kami, deseante de deseo. Aquí deseo se refiere al flujo interno del deseo, es decir, el flujo de impresiones sensoriales seductoras hacia nuestra conciencia. Y deseante se refiere a aquel que deja que el deseo fluya hacia afuera, es decir, aquel que permite que la percepción de afuera hacia adentro se convierta en una intención de adentro hacia afuera para perseguir esos objetos.

 

Instándonos a no convertirnos en deseosos de deseo, este verso del Gītā nos ofrece la metáfora de un océano que permanece tranquilo a pesar del flujo de ríos que desemboca en él. El océano permanece tranquilo porque el agua que contiene es mucho mayor que la de los ríos. De manera similar, podemos permanecer tranquilos cuando tenemos dentro de nosotros una reserva que ofrece mucha mayor felicidad que la que ofrecen los objetos de los sentidos. La mejor fuente es Kṛṣṇa, la persona suprema y todo atractiva que nos ama eternamente. Él puede llenarnos de amor oceánico y la felicidad resultante si simplemente le abrimos nuestro corazón practicando bhakti con diligencia.

 

Una vez que empecemos a buscar y saborear la felicidad devocional, nos sentiremos plenos en Kṛṣṇa y no sentiremos que nos estamos perdiendo la felicidad al abstenernos de los objetos de los sentidos. Entonces los percibiremos sin sentirnos incitados a perseguirlos. Al negarnos a dejar que nos cautiven, seguiremos avanzando hacia Kṛṣṇa enfocándonos en nuestro servicio a Él.

 

La persona que no se perturba por el incesante fluir de los deseos —que entran en ella como los ríos en el océano, el cual, aunque siempre se está llenando, permanece calmado—, es la única que puede encontrar la paz, y no el hombre que se esfuerza por satisfacer dichos deseos. – Bhagavad-gītā 2.70


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