Bhagavad-gītā 2.70
Madurez emocional
A veces experimentamos cambios de humor, en los que las pequeñas cosas buenas nos alegran y, más comúnmente, las pequeñas cosas malas nos desaniman. Si esos cambios de humor se vuelven frecuentes o extremos, los demás no pueden contar con nosotros; de hecho, ni siquiera nosotros podemos contar con nosotros.
¿Cómo podemos evitar tales extremos emocionales? Reubicando nuestro centro emocional. No siempre podemos cambiar las condiciones externas que desencadenan nuestras emociones, ni siquiera podemos cambiar rápidamente los condicionamientos internos que nos hacen propensos a ciertas emociones.
No obstante, la sabiduría del Gītā explica que, en esencia, somos seres espirituales que trascendemos nuestras condiciones y condicionamientos. Entendiendo esto intelectualmente, podemos esforzarnos por reubicar el centro de nuestras emociones –nuestra conciencia– de las cosas mundanas a la fuente de todas las cosas: Kṛṣṇa.
La ubicación predeterminada de nuestra conciencia está determinada por nuestros apegos primarios. No sólo eso, el tamaño de nuestros apegos moldea el tamaño de nuestra conciencia. Cuando estamos apegados a cosas pequeñas (cosas de este mundo que duran poco tiempo, comparadas con la eternidad de nuestras almas), nuestra conciencia se vuelve como un charco. Y los trastornos mundanos son como ríos que se precipitan hacia un charco, inundándolo y perturbando todo a su alrededor. Pero cuando estamos apegados a cosas grandes –especialmente a la realidad más grande, Kṛṣṇa, quien es eternamente omnipotente– nuestra conciencia se vuelve como un océano. Los trastornos similares a los de los ríos no perturban la conciencia oceánica (Bhagavad-gītā 02.70).
¿Cómo podemos trasladar nuestra conciencia del mundo a Kṛṣṇa? Practicando bhakti-yoga con regularidad y especialmente apegándonos a aquellas ramas del bhakti por las que nos sentimos naturalmente atraídos. Cuando nos arraigamos así en lo eterno, seremos cada vez menos propensos a los extremos emocionales causados por factores externos en constante cambio.
Piénsalo:
· Cuando se trata de extremos emocionales, ¿qué no se puede cambiar y qué se puede cambiar?
· ¿Qué importancia tiene cambiar el centro de nuestras emociones?
· ¿Dónde están centradas tus emociones actualmente? ¿Cómo puedes espiritualizar ese centro?
La persona que no se perturba por el incesante fluir de los deseos —que entran en ella como los ríos en el océano, el cual, aunque siempre se está llenando, permanece calmado—, es la única que puede encontrar la paz, y no el hombre que se esfuerza por satisfacer dichos deseos. – Bhagavad-gītā 2.70
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