Ningún problema es tan terrible ni ningún placer es tan maravilloso como para que valga la pena perder nuestra conexión interna con Kṛṣṇa


Bhagavad-gītā 5.20 

El mundo nos ofrece dos distracciones principales: problemas y placeres. Ambos atraen, incluso exigen, nuestra atención y nos hacen olvidar la realidad interna más elevada de nuestra existencia: somos almas cuya verdadera vida eterna está en una relación amorosa con Kṛṣṇa.
Las emociones mundanas pueden parecer excitantes en el caso de los placeres e irritantes en el caso de los problemas, pero en cualquier caso nos distraen. Estos problemas y placeres seguirán apareciendo y desapareciendo. Y si dejamos que nuestras emociones suban con ellas en una montaña rusa, entonces no creceremos mucho ni emocional ni espiritualmente. Las cosas mundanas necesitan nuestra atención, pero no necesitan monopolizar nuestra atención.
Para evitar tal monopolización, necesitamos cultivar nuestra relación devocional con Kṛṣṇa, quien es la realidad suprema que reside muy por encima de todas las realidades temporales de la vida. Cuanto más nos arraigamos en nuestra conexión interna con Kṛṣṇa, más esa conexión con Kṛṣṇa trae seguridad, claridad y madurez a nuestra vida, especialmente a nuestra vida emocional. Nos damos cuenta de que no vale la pena perder nuestra conexión interna con Kṛṣṇa por los problemas y placeres, no importa cuán terribles o maravillosos parezcan. De hecho, si mantenemos nuestra conciencia de Kṛṣṇa intacta, entonces seremos capaces de responder mucho mejor a las situaciones mundanas. Es esta comprensión la que permite a los espiritualistas serios permanecer fijos en Kṛṣṇa incluso en medio de lo agradable y lo desagradable, como indica el Bhagavad-gītā ( 5.20 ).
¿Qué pasa si no nos damos cuenta de la mayor importancia de nuestra vida interior sobre nuestra vida exterior?
Al dar el salto de fe de no permitir que nuestra vida exterior nos desconecte de nuestra vida interior, podemos progresar hacia esa invaluable realización y también avanzar hacia vivir nuestra vida exterior de manera más estable.
Una persona que ni se regocija al conseguir algo agradable ni se lamenta al obtener algo desagradable, que es inteligente en relación con el ser, que no se confunde y que conoce la ciencia de Dios ya está situada en la trascendencia. – Bhagavad-gītā 5.20

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