Bhagavad-gītā 6.12
Supongamos que estamos sentados en una silla y estudiando. Si la silla está torcida, las molestias resultantes pueden dificultar nuestro estudio. Pero si la silla es demasiado cómoda, podemos quedarnos dormidos.
De cualquier manera, si esa es la única silla disponible, nos conformaremos con ella. Pero si pudiéramos elegir, elegiríamos la silla con el nivel de comodidad que maximice nuestra concentración.
Considere la recomendación del Bhagavad-gītā (6.11-12) de ir a un lugar apartado, sentarse a una altura adecuada, usar una piel de venado como estera y asumir una postura yóguica, todo para buscar la purificación. Sentarse así puede resultar difícil al principio, pero sirve para fortalecer el cuerpo y centrar la mente. Pero sentarse contorsionado por estar sentado en una silla dañada no sirve para tal propósito. El crecimiento espiritual se logra a través de una austeridad decidida, no de una incomodidad inútil.
El bhakti-yoga es eminentemente pragmático - se centra en cultivar el recuerdo de Kṛṣṇa, el medio más potente de purificación, y subordinar todo lo demás a ese propósito.
Mientras practicamos la vida espiritual, podemos quedar atrapados en consideraciones externas de comodidad o incomodidad. Podemos estar orgullosos de nuestra capacidad de vivir con austeridad o desanimarnos por nuestra incapacidad para hacerlo. O podemos obsesionarnos con la búsqueda de comodidades o desanimarnos por nuestra incapacidad para conseguirlas.
Al recordar el propósito de la purificación, podemos elegir el nivel de comodidad que maximice nuestro enfoque en Kṛṣṇa. Podemos aceptar el consuelo cuando está disponible y es favorable. Y podemos aceptar el malestar cuando es inevitable y esencial. Por el contrario, podemos evitar la comodidad si nos lleva a la complacencia y el letargo. Y podemos evitar el malestar si es insoportable y evitable.
En general, cuando subordinamos las consideraciones de comodidad e incomodidad al propósito de la purificación, podemos seguir creciendo espiritualmente a través de los altibajos de la vida.
El yogī debe entonces sentarse en él muy firmemente y practicar yoga, para purificar el corazón mediante el control de la mente, de los sentidos y de las actividades, y fijando la mente en un punto. – Bhagavad-gītā 6.12
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