Bhagavad-gītā 6.35
Cuando decidimos llevar una vida centrada en principios, absteniéndonos de indulgencias, a veces recaemos. Irritados, podemos castigarnos: “¿Por qué fui tan estúpido como para hacer eso? ¡Que idiota soy!". Siendo duros con nosotros mismos, esperamos hacerlo mejor en el futuro. Y sí, ser estrictos a la hora de reprocharnos a nosotros mismos puede ayudar. Pero no siempre, depende de la causa del error.
Si resbalamos por descuido, es necesaria dureza con nosotros mismos: “¿Por qué fui tan negligente?”. O si cometimos un error debido a la complacencia, nuevamente, ser duros con nosotros mismos puede aumentar nuestra vigilancia futura.
Pero si sucumbimos por la desconfianza, la incertidumbre o la ansiedad, ser duros con nosotros mismos puede desmoralizarnos aún más. En esas situaciones, lo que necesitamos para mejorar no es castigo, sino aliento. Necesitamos levantarnos suavemente: “Sí, puedes hacerlo. Todo el mundo cae a veces”. Y la sabiduría del bhakti le da a ese autoestímulo un estímulo divino: “Incluso si me resulta imposible hacerlo, la gracia todopoderosa de Kṛṣṇa puede hacerlo posible”.
En el Bhagavad-gītā, Kṛṣṇa demuestra de manera experta dureza y gentileza en los momentos apropiados. Inicialmente, cuando Arjuna muestra una aparente renuencia a luchar, Kṛṣṇa pronuncia palabras fuertes (2.3). Pero más tarde, cuando Arjuna compara aprensivamente la mente con un viento furioso, Kṛṣṇa primero reconoce gentilmente la obstinación de la mente y luego anima a Arjuna a perseverar en controlar la mente adoptando los medios correctos, asegurándole un eventual éxito (6.35).
Si somos duros cuando necesitamos ser amables o amables cuando necesitamos ser duros, nos quitamos el ímpetu de superación personal. Al protegernos de ese autosabotaje, la sabiduría del Gītānos ayuda a comprender mejor nuestra conciencia en general y la causa de nuestros errores en particular. Entonces podremos decidir inteligentemente cuándo ser duros con nosotros mismos y cuándo amables.
El Señor Śrī Kṛṣṇa dijo: ¡Oh, tú, hijo de Kuntī, el de los poderosos brazos!, contener la inquieta mente es sin duda algo muy difícil de hacer, pero ello es posible mediante la práctica adecuada y el desapego. – Bhagavad-gītā 6.35
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