Bhagavad-gītā 10.34
Nútrete, El arte del equilibrio
El todo o nada se refiere a situaciones en las que el ganador se queda con todo y el perdedor con nada. En una guerra, en concreto en una confrontación en la que no se hacen prisioneros y que termina con el exterminio de los derrotados, el ganador se queda con todo y el perdedor con nada.
La vida espiritual se compara a menudo con una guerra contra la tentación. Esta metáfora pretende destacar la gravedad de las consecuencias de la indulgencia y la necesidad de un espíritu de lucha decidido y vigilante para resistir la tentación. Así como los soldados complacientes son derribados por el enemigo, los espiritualistas complacientes son derribados y llevados a una indulgencia indigna.
Sin embargo, si esta metáfora nos desanima y nos hace pensar que el camino espiritual es demasiado arriesgado, podemos recordar que el crecimiento espiritual no es una cuestión de todo o nada. El Bhagavad-gītā (2.40) asegura que, incluso si caemos, la atracción por la trascendencia que hemos cultivado mediante nuestras prácticas espirituales nunca se pierde, ni siquiera disminuye. Puede que sólo esté temporalmente cubierta, pero cuando nos exponemos a los estímulos espirituales adecuados, esa cubierta desaparece y progresamos desde nuestro nivel espiritual predesarrollado.
En cambio, la vida material es mucho más arriesgada: no sólo se define por la posibilidad de pérdida, sino por su certeza. En situaciones competitivas, como un examen para conseguir un trabajo, si no aprobamos el examen, no obtenemos nada. Pero incluso si aprobamos, al final nos quedamos sin nada, porque todos los logros materiales son temporales. El Bhagavad-gītā(10.34) advierte que la muerte nos roba todo lo material. Por lo tanto, el progreso material no es sólo una cuestión de todo o nada; es una cuestión de todo a cambio de nada.
Cuando comprendemos sin sentimentalismos la naturaleza del progreso material y espiritual, nos fortalecemos con dos convicciones: en primer lugar, nos damos cuenta de la inutilidad de esforzarnos por el progreso material desproporcionadamente a expensas del progreso espiritual; y, en segundo lugar, nos damos cuenta del valor perdurable de la búsqueda espiritual.
Yo soy la muerte que todo lo devora, y soy el principio generador de todo lo que está por existir. Entre las mujeres, Yo soy la fama, la fortuna, la manera fina de hablar, la memoria, la inteligencia, la constancia y la paciencia. – Bhagavad-gītā 10.34
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