Bhagavad-gītā 10.34
Las películas de catástrofes suelen mostrar a personas atrapadas en un desastre natural que intentan heroicamente salvarse a sí mismas y a los demás de una catástrofe inminente. Sin embargo, no a muchas de las personas a las que les gusta ver películas de catástrofes les gustaría verse atrapadas en un desastre real; no hay garantía de un final de cuento de hadas. Son aún menos las personas que se dan cuenta de que todos estamos viviendo un desastre en la vida real; el cien por ciento de las personas que leen este artículo desaparecerán dentro de cien años.
Esta carnicería es causada por la característica desastrosa del mundo conocida como muerte que, como nos recuerda el Bhagavad-gītā (10.34), devora a todos sin excepción.
A pesar de la tasa de mortalidad del cien por ciento, la mayoría de nosotros no sentimos que la vida sea como una película de catástrofes. Una de las razones es que la película de la vida se desarrolla a cámara lenta, por lo que es posible olvidar la dirección de su movimiento si así lo deseamos. Y lo deseamos fervientemente.
La realidad de la muerte es incómoda y desagradable para nosotros. Arruina nuestras esperanzas de éxito y gloria en este mundo. Por eso queremos olvidarla. Y lo hacemos.
Pero, aunque lo olvidemos, la película de catástrofes es real. Y nosotros no somos espectadores. Somos actores que sueñan con ser vencedores, pero terminan siendo víctimas.
Sin embargo, no tenemos por qué ser víctimas. No podemos detener el desastre, pero podemos salir de su escenario. Analógicamente hablando, podemos dejar de vivir en la película.
La sabiduría del Bhagavad-gītā nos informa que la jurisdicción de la muerte se extiende sólo al cuerpo, no al alma. Por eso, cuando nos damos cuenta de nuestra identidad espiritual mediante la práctica del servicio devocional, la muerte deja de ser un desastre horrible para convertirse en un traslado bienvenido: el traslado al reino eterno y dichoso de Kṛṣṇa, donde no hay desastres.
Yo soy la muerte que todo lo devora, y soy el principio generador de todo lo que está por existir. Entre las mujeres, Yo soy la fama, la fortuna, la manera fina de hablar, la memoria, la inteligencia, la constancia y la paciencia. – Bhagavad-gītā 10.34
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