La segunda prueba de la amistad


Bhagavad-gītā 16.14

Cuando formamos una amistad con alguien, tarde o temprano enfrentaremos la primera prueba de la amistad: nuestra disposición a sacrificarnos por ella. Tal vez hayamos planeado hacer algo, pero si nuestro amigo tiene un compromiso importante y quiere que lo acompañemos, ¿estamos dispuestos a dejar de lado nuestro plan por el bien de nuestro amigo? Aunque esta prueba de la amistad se entiende con facilidad, hay otra prueba que a menudo se pasa por alto o se malinterpreta.

Toda relación saludable, incluida la amistad, se caracteriza por dos elementos: lazos y límites. Los lazos se construyen a través de las actividades que realizamos dentro de esa relación, mientras que los límites se refieren a los parámetros éticos dentro de los cuales llevamos a cabo esas actividades. La segunda prueba de la amistad gira en torno a estos límites.

Supongamos que nuestro amigo está atravesando una crisis financiera y necesita nuestra ayuda. Si valoramos esa amistad, naturalmente querremos ayudarle dentro de nuestras posibilidades. Sin embargo, si nuestro amigo nos pide que lo acompañemos en un plan para robar un banco, ¿significa ser un buen amigo aceptar ese plan? Para nada. Si nuestro amigo pregunta: “¿Qué clase de amigo eres que no harías esto por mí?”, esa pregunta no es más que un intento de abusar de la amistad mediante chantaje emocional. En lugar de tratar de responder a esa pregunta, debemos plantear una contra-pregunta: “¿Qué clase de amigo eres tú que me pides hacer esto por ti?”.

Un amigo que nos pide comprometer nuestros principios éticos en nombre de la amistad, no es realmente un amigo. Negarse a participar en su plan poco ético no significa abandonar la amistad, aunque así lo perciba la otra persona. Al respetar nuestros límites, preservamos lo que hace que esa amistad valga la pena: el propósito de la amistad no es solo hacer cosas juntos, sino también ayudarse mutuamente a hacer lo correcto y evitar lo incorrecto.

El Bhagavad-gītā indica que esta clase de amistad auténtica suele estar ausente entre personas impías. Estas personas se rodean de aduladores, seguidores sumisos y personas que les aplauden incluso sus inclinaciones destructivas (16.14). Pero ese tipo de "amistad" lleva a ambos amigos hacia estados mentales infernales y eventualmente hacia formas de existencia igualmente oscuras. De hecho, esa relación no es más que una imitación de la amistad que termina burlándose del verdadero propósito de la misma.

Resumen en una frase:
Cuando un amigo nos pide que comprometamos nuestros principios éticos, podemos responder a la pregunta: “¿Qué clase de amigo eres que no harías esto por mí?”, con la contra-pregunta: “¿Qué clase de amigo eres tú que me pides hacer esto por ti?”.

Reflexiona:

·         ¿Cuáles son las dos pruebas de la amistad?

·         ¿Cómo puede la amistad hacer demandas injustificadas, y cómo se pueden contrarrestar?

·         ¿Qué está mal con los "seguidores" que tienen las personas impías o demoníacas?

La persona demoníaca piensa: “Aquél era mi enemigo y lo he matado, y mis otros enemigos también serán matados. Yo soy el señor de todo. Yo soy el disfrutador. Yo soy perfecto, poderoso y feliz”. - Bhagavad-gītā 16.14

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