Sucedió que sólo después de dos años de dirigir ISKCON en América, Śrīla Prabhupāda estuvo de acuerdo en que se dirigiesen a él por el título correcto de Prabhupāda en lugar de Swamiji. Ya en 1960, en su primer volumen del Śrīmad-Bhāgavatam, él había escrito en un significado, «Los devotos puros cuya única ocupación es la de servir, son honrados con los nombres de Prabhupāda y Viṣṇupāda, los cuales indican que esos devotos son representantes de los pies de loto del Señor» (Bhāg. 1.1.15). Sin embargo, a pesar de que el nombre Swamiji es común y no muy respetuoso, era el único que conocían sus seguidores y se había convertido en un término muy apreciado para ellos. Se dirigían y le oraban a Prabhupāda por ese nombre, «Querido Swamiji». Así que hubo un pequeño choque cuando cambió el nombre.
Un devoto, al oír el nuevo nombre de labios del secretario de Śrīla Prabhupāda, no pudo aceptarlo sin preguntarle personalmente a Śrīla Prabhupāda. En la siguiente caminata matutina inquirió:
—¿Swamiji?—¿Sí? —contestó Prabhupāda.
—Tengo entendido que usted prefiere ser llamado Prabhupāda.
Śrīla Prabhupāda se volvió rápidamente.
—¿Dónde oíste eso? ¿Quién te lo dijo?—. Pareció molesto, y enmudeció. Pero después de unos momentos volvió a hablar:
—En realidad yo no prefiero. Pero es mejor.
Entrevista con Aniruddha dāsa
Aquí apreciamos la distinción que se encuentra entre una preferencia caprichosa (que depende de la opinión de uno) y el elevado principio de hacer lo que sea mejor para la ejecución del servicio devocional amoroso al Señor. Para el Swamiji había resultado mejor aceptar el título más honorable: Śrīla Prabhupāda. «Swamiji» fue un agradable nombre para nuestros inocentes días del principio, pero era más adecuado que el fundador-ācārya del movimiento más importante del mundo fuese conocido por su más glorioso y acertado nombre, como Prabhupāda ‘el maestro a cuyos pies se sientan los otros maestros’.
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