Durante una caminata matutina en Vṛndāvana, los devotos estaban preguntando
a Śrīla Prabhupāda acerca de la Lu na.
Un pálido borde de la Luna
aún podía verse en el cielo, y varios pájaros estaban piando desde los árboles.
Prabhupāda dijo: —La Luna
está brillando y por lo tanto tiene calor, y sin embargo su efecto sobre la Tierra es refrescante.
Viśākhā-devī dāsī era una de las pocas devotas que acompañaban
regularmente a Śrīla Prabhupāda en sus caminatas, por su profesión de
fotógrafa. En esta ocasión, ella dejó de tomar fotografías y caminó más de
cerca, para hacer una pregunta a Prabhupāda acerca de este tema.
—Prabhupāda, en un significado del Bhagavad-gītā dice que los vegetales tienen sabor gracias a la luz de la Luna. Pero ¿cómo hace la Luna para darle sabor a los
vegetales?
Prabhupāda dejó de caminar para considerar su pregunta. Su
comportamiento era maduro y suave, pero su mirada penetraba hacia el interior
de sus ojos.
—¿Por qué no se lo preguntas a ella?
Esa fue su única respuesta, y continuó caminando.
Entrevista con Viśākhā-devī dāsī
La respuesta de Śrīla Prabhupāda
fue inesperada. Otra manera experta de enseñar. Una vez cuando un discípulo
solicitó demasiada información detallada acerca de la naturaleza del mundo
espiritual, Śrīla Prabhupāda respondió que «cuando de hecho vayas al mundo
espiritual, entonces podrás ver por ti mismo estas cosas». Cuando un devoto
le preguntó por qué el Señor Śiva apareció como Śaṅkarācārya, Prabhupāda
contestó: —No tienes ningún derecho a cuestionar las actividades del Señor Śiva—.
De esta manera Prabhupāda detectaba y corregía una mentalidad dudosa en el
interrogador. Así como la cascada a veces fluye y a veces no, así el devoto
puro a veces puede hablar y otras enmudecer o dar una contestación enigmática.
En todos los casos aprendemos de él.
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