Śrīla Prabhupāda no nos contó, con todos sus detalles, la historia de Tulasī.
Prabhupāda mencionó que ella estaba casada con un demonio, al cual Kṛṣṇa mató.
Debido a que ningún ācārya narró la
historia con detalles, pensábamos que sería mejor no incluirla en este libro.
Por otro lado, en el libro Our Original
Position, (Nuestra Posición Original) recientemente publicado por ISKCON
GBC Press, se presentó la traducción de un pasaje del Brahma-vaivarta Purāṇa que
narra sobre cómo Tulasī vino al mundo. También se explica allí quien era ese
demonio. Las traducciones de esos pasajes del Brahma-vaivarta Purāṇa que
se presentaron en ese libro del GBC son prácticamente idénticas a las
narraciones de esos mismos pasajes que fueron presentadas por Amala Bhakta Dās,
con autorización del GBC. Además, este libro del GBC Press, presenta cartas y
citas de Śrīla Prabhupāda mostrando la autenticidad del Brahma-vaivarta Purāṇa y
cómo él, Prabhupāda, deseaba que sus estudiantes lo tradujesen, pero que no lo
hacían porque todavía no eran muy expertos en tal trabajo.
Así que, considerando todo esto, decidimos narrar esta historia en
este libro. Pedimos perdón si esta decisión que tomamos es un error.
En Our Original Position se
comenta cómo Tulasī vino al mundo a partir de una conversación entre ella y el
Señor Brahma. Esta conversación ocurrió durante la época en que Tulasī estaba
practicando austeridades en Badarikāśrama.
El Purāṇa explica que, hace
mucho tiempo, había un rey llamado Vṛṣadhvaja. Sus padres y sus otros antepasados (Dakṣasavani,
Dharmasavani, Viṣṇusavani, Rajasavani) etc, habían sido todos vaiṣṇavas, devotos del Señor Kṛṣṇa. Sin
embargo, Vṛṣadhvāja era un fanático devoto del Señor Śiva. El no
tenía respeto ni fe por los vaiṣṇavas
y llegó al punto de prohibir la adoración de Lakṣmī. Y además de no participar en las ceremonias del
Señor Viṣṇu, las criticaba muy áspera y sarcásticamente. Los semidioses no
tuvieron coraje de tomar medidas por causa del temor al Señor Śiva, quien apreciaba
mucho a su devoto, pero Sūrya, el
Dios del Sol, no pudo aguantar su ira y lo maldijo a perder todo su poder y
riquezas. El Señor Śiva se irritó mucho con esta actitud de Sūrya y lo persiguió para matarlo. Sūrya se refugió en Brahma y ambos fueron a la
morada del Señor Viṣṇu. El Señor les dijo que solucionaría el problema. Cuando
el Señor Śiva llegó, fue muy bien recibido y respetado por el Señor Viṣṇu y
servido por los Viṣṇudutas. Ahora, debido a la auspiciosa presencia del Señor Viṣṇu,
la ira del Señor Śiva había desaparecido, aun así expresó frente al Señor la
causa de su irritación. A esta altura de los acontecimientos, porque un momento
en el planeta del Señor Viṣṇu representa muchísimo tiempo en la Tierra, Vṛṣadhvaja e incluso su hijo Haṁsadvaja ya habían muerto. Los dos nobles hijos de Haṁsadvaja se llamaban Dharmadvaja y Kusadvaja. Ambos
eran grandes vaiṣṇavas, pero debido a
la maldición de Sūrya, habían perdido el reino y la prosperidad. Sin
embargo, porque eran vaiṣṇavas, ahora
se estaban ocupando en la adoración de Lakṣmī, y Lakṣmī, estando
complacida, decidió que descendería a la Tierra para nacer como la hija de una
de las esposas de estos dos reyes. Por la gracia de Lakṣmī, ambos se volverían reyes prósperos. El Señor Viṣṇu
le comentó esto al Señor Śiva y les aconsejó a todos los señores (Śiva, Brahma
y Sūrya) regresar a sus moradas.
Dharmadvaja y Kuśadvaja, por
las bendiciones de Lakṣmī, consiguieron prosperidad y también gran realización
espiritual. El Rey Dharmadvaja se casó con una joven llamada Mādhavī. Después
de algún tiempo, Mādhavī quedó embarazada con la encarnación parcial de la
Diosa Lakṣmī. Sin embargo, esta expansión de Lakṣmī que estaba en el vientre de
Mādhavī permaneció allí dentro por cien años. El brillo corporal de Mādhavī
aumentaba cada día. Entonces, en un momento auspicioso, durante la luna llena
del mes de Kārtika, en un día viernes, ella nació.
Se podía apreciar que la gracia de Lakṣmī estaba manifestada en el
bebé. Su rostro se asemejaba a la luna de otoño, sus ojos parecían pétalos de
loto, y sus labios se asemejaban a la fruta bimba. Las palmas de las manos y de
los pies eran rojizos, su ombligo era profundo y su estómago presentaba tres
pliegues. En el invierno, su cuerpo era cálido, y en el verano era fresco. Ella
era blanca, con una delgada cintura y extraordinaria belleza. Debido a que su
belleza no tenía comparación, los sabios le dieron el nombre Tulasī.
Inmediatamente después de nacer, así como ocurrió con Śukadeva Goswāmī, Tulasī decidió partir del hogar y
realizar austeridades en los bosques de Badarikāśrama con el propósito de obtener a Kṛṣṇa como su esposo.
Los sabios y miembros mayores de la familia trataron de disuadirla de su plan,
pero fue en vano. Ella fue a los Himālayas y ejecutó penitencias similares a
las realizadas por Dhruva Mahārāja. Durante cien mil años sólo comió hojas,
raíces y agua, hasta que al final se mantuvo parada en una pierna, apenas
respirando.
Viendo estas austeridades, el Señor Brahma apareció y le dijo: ”¡Oh Tulasī,
pídeme lo que quieras!“.
Entonces Tulasī comenzó a hablar (y es ésta la parte que aparece en el
libro “Our Original Position”).
Tulasī dijo: “Escúchame, querido Señor. Voy a declarar el deseo que
existe en mi mente. En realidad, ¿qué vergüenza debería yo tener frente a ti,
que lo sabes todo? Yo soy Tulasī. Anteriormente, estaba situada en Goloka como
una Gopī amada por Kṛṣṇa. También era una sierva, parte integrante del Señor, y
querida por Sus amigas.
En el círculo de la danza rasa, la regente. (Rādhārāṇī), al aproximarse vio que yo estaba aturdida, entrelazada
junto con Govinda. ”¡Oh abuelo!, repleta de ira, Ella reprochó a Govinda y
entonces me maldijo: ‘¡Tú, vete y adopta un nacimiento humano!' “.
Govinda me dijo: “Después de realizar austeridades en Bhārata, India, tú alcanzarás Mi parte plenaria de
cuatro brazos, Nārāyaṇa, gracias a las bendiciones de Brahma. Habiendo
hablado de esa manera, Él, el Señor de los dioses, desapareció. Abandonando mi
cuerpo, debido al temor que sentí de Rādhā, yo obtuve un nacimiento en la Tierra. Ahora, yo
deseo alcanzar a Nārāyaṇa como mi
amado, porque Él es pacífico y posee una bella forma. Dame tal bendición”.
Según la narración de otros devotos, la historia continúa de la
siguiente manera:
El Señor Brahma le dijo a Tulasī que Sudāmā, que es también una parte
integrante de Kṛṣṇa y uno de
Sus amigos en Goloka, también fue maldecido por Rādhārāṇī y ahora está en la Tierra.
Nació en una familia de demoinios (asuras),
se llama Śaṅkhacūḍa y posee mucha energía, Brahma le contó como Sudāmā estaba
practicando austeridades para casarse con Tulasī, y que Él le satisfaría el
deseo. Por lo tanto, Tulasī debería esperar por él, (Śaṅkhacūḍa). Sin embargo,
por arreglos de la providencia, Tulasī después conseguiría al bello Nārāyaṇa
como su esposo. Finalmente, ella se convertiría en una planta y siendo la mejor
de las plantas y muy querida por Nārāyaṇa, ella permanecería en Vṛndāvana y por
eso sería conocida como Vṛndāvani. Los vaqueros y pastoras de vacas de allí
adorarían al Señor con las hojas de Tulasī. Y así, como la Deidad regente de la
planta de Tulasī, ella siempre disfrutaría de la compañía de Kṛṣṇa, el mejor de
los pastorcillos (y de esta forma, no sería tan sólo la esposa de Nārāyaṇa).
Tulasī se puso muy feliz con esta bendición. Le dijo al Señor Brahma
que en Goloka, ella tenía una relación íntima con Kṛṣṇa y no con Nārāyaṇa, y
que, por la orden que Kṛṣṇa le había dado, ella estaba haciendo austeridades
para obtener a Nārāyaṇa como su amado esposo. Sin embargo, por la bendición de
Brahma, Tulasī podría tener de nuevo una relación íntima con Kṛṣṇa. No
obstante, ella aún estaba con miedo de Śrīmati Rādhārāṇī y por eso le pidió
otra bendición al Señor Brahma: el don de perderle el temor a Rādhārāṇī.
Brahma entonces le dio el Rādhā mantra,
mediante el cual Rādhārāṇī sentiría tanta afección por Tulasī como por su
propia vida y aprobaría los tratos íntimos de Tulasī y Kṛṣṇa. Él la inició en
este mantra y después de bendecirla,
desapareció. Entonces, Tulasī se ocupó en adorar a Śrīmati Rādhārāṇī con este mantra y después de doce años, obtuvo el
resultado. Sus austeridades entonces terminaron. Tulasī estaba en el comienzo
de su juventud (por las bendiciones de Brahma) y ansiaba la compañía de Kṛṣṇa.
Ahora, Śrīmati Rādhārāṇī ya no se enojaría por esto. Ella se encontraba en un
bello lugar y se durmió con un sentimiento de felicidad. Sin embargo, en cuanto
dormía, Kāmadeva, el Dios del amor, le tiró sus flechas encantadas de despertar
deseos.
Aunque estaba con sándalo y flores refrescantes, el cuerpo de Tulasī
comenzó a quemar y temblar, y ella tuvo que pasar sus días allí en estado de
inquietud, el cual aumentaba a cada día. En sueños, veía a un muchacho
bellamente vestido, decorado con joyas, pasta de sándalo y flores. Él la besaba
en el rostro y le hablaba con afecto. Repetidamente la abrazaba y la besaba. En
algunos momentos Él aparecía, en otros se alejaba. Y ella le decía: “¡Oh, Señor
de mi corazón, dónde vas, quédate, no te vayas!”. Cuando Tulasī se despertaba
lloraba una y otra vez. Así ella pasó sus días en Badarikāśrama.
Según el Purāṇa, la historia
del pastorcillo Sudāmā que nació como demonio y se casó con Tulasī es la
siguiente: Una de las treinta hijas de Dakṣa que se casaron con Kaśyapa se llamaba Danu. Era muy casta y atractiva. Su
hijo fue Vipraciti, cuyo hijo fue Damba. Damba era un gran devoto de Viṣṇu,
pero no podía tener hijos. Él fue a Puṣkara a cantar el Kṛṣṇa mantra
y practicar austeridades. Debido a sus austeridades, el universo se calentó y
todos los semidioses fueron a refugiarse en el Señor Brahma. Ellos decidieron
ir todos a Śvetadvīpa a ver al Señor Viṣṇu, quien les aseguró
que no debían temer, no era el fin del universo. El asura (demonio) Damba estaba realizando austeridades para poder
tener un hijo. El Señor Viṣṇu iría a bendecirlo y pacificarlo.
El Señor Viṣṇu fue a Puṣkara y vio
a Damba cantando Sus santos nombres. Entonces le dijo: “Damba, ¿qué bendición
quieres?”. Damba le ofreció respetos y oraciones y le pidió un hijo que fuese
devoto de Kṛṣṇa, invencible por los semidioses y el conquistador de los tres
mundos. El Señor le dio la bendición y regresó a Su morada. Damba después
también regresó.
En poco tiempo, su esposa quedó embarazada, y el cuarto resplandecía porque
en su vientre estaba Sudāmā, que había sido maldecido por Rādhārāṇī. Śaṅkhacūḍa
nació y aprendió todo muy rápido, siendo el deleite de la familia. Él fue
también a Puṣkara para hacer austeridades y satisfacer al Señor
Brahma. Cuando Brahma apareció y le preguntó qué bendición quería, Śaṅkhacūḍa ofreció oraciones y respetos y le dijo:
“Por favor, hazme invencible ante los semidioses y también dame la bendición de
que pueda casarme con Tulasī”. Entonces Brahma le dio el divino amuleto del
Señor Kṛṣṇa, llamado sarva-maṅgala-māyā. Quien lo usase, jamás sería derrotado. También le
aseguró que mientras su esposa Tulasī le fuese casta, él sería invencible.
Después, Śaṅkhacūḍa fue hasta donde estaba Tulasī, ahora cargando su amuleto.
Su rostro brillaba de alegría. Tulasī vio que Śaṅkhacūḍa, que se acercaba en su
aeroplano, estaba en el comienzo de su juventud. Era atractivo como Cupido,
blanco como la flor Campaka y estaba decorado con joyas y con una guirnalda de
flores pārijāta y sándalo perfumado.
A medida que se acercaba, Tulasī escondió su rostro y sonreía con
miradas de reojo. Debido a que era el primer encuentro, ella inclinó la cabeza
nerviosamente mientras con sus ojos bebía el loto del rostro de Śaṅkhacūḍa. Śaṅkhacūḍa
también observaba a Tulasī, que estaba sentada en un asiento con flores y
sándalo. Los dientes de Tulasī brillaban como perlas, sus labios eran como la
fruta bimba, su nariz bella, y su complexión dorada. Parecía como la luna del
otoño. Ella tenía bellos ornamentos brillantes, con jazmines detrás de su
cabello y bellos aretes.
Śaṅkhacūḍa se sentó cerca y le dijo: ”¡Oh, bella joven!, ¿De quién
eres hija? ¿Y cómo has llegado a este bosque? Pareces ser muy afortunada, la
personificación del placer celestial, la mejor de las mujeres. Me imagino que
incluso confundes a los santos”. Pero Tulasī no le respondía. Entonces él dijo
de nuevo: ”¡Oh, persona agradable!, ¿por qué no me hablas? Yo soy tu sirviente.
Por lo tanto dame la gracia de tu voz melódica.
Con un rostro sonriente, la bella Tulasī le dijo: “Yo soy la hija del
rey Dharmadvaja, y he estado practicando austeridades en este lugar. Pero...
¿quién eres tú? y... ¿Por qué estás hablando conmigo? Cuando un hombre noble ve
una mujer virtuosa, que está sola, no se aproxima para hablar con ella. Así
que, vete adonde te plazca. Los śāstras dicen que sólo hombres degradados desean mujeres.
Al comienzo, una mujer es dulce para un hombre, pero después es... Aunque de su
boca emana miel, su corazón es como un pote de veneno. Aunque usa palabras
dulces, su corazón es afilado como una navaja. Para alcanzar sus propios
intereses y metas, ella es sumisa con su esposo. De otra manera es insumisa.
Aunque su rostro es agradable, su corazón es sucio. Incluso los Vedas y los Purāṇas no pueden soportar su carácter. Un hombre sabio nunca
confía en una mujer. Ella no tiene amigos o enemigos, pues lo único que ella
desea son nuevos amantes. Cuando una mujer ve un hombre elegante, internamente
lo desea, pero externamente parece ser casta y modesta. Es por naturaleza
apasionada, atrae la mente del hombre y ansiosamente se ocupa en sexo. Aunque a
la vista de los demás parece modesta, cuando está a solas con su amante está
lista para tragárselo. Cuando no tiene sexo con él, su cuerpo se quema con ira
y comienza a pelear. Cuando su pasión se satisface por completo, ella está
alegre; cuando no se satisface, malhumorada.
Una mujer prefiere un buen amante antes que alimentos dulces o bebidas
refrescantes. Le gusta más incluso que su propio hijo, y le es más querido que
su propia vida. Pero si el amante se vuelve impotente, o viejo, ella lo empieza
a considerar un enemigo. Discusiones y peleas surgen, y ella lo devora tal como
una cobra come un ratón. Una mujer es crítica, obstinada e infiel. Incluso el
Señor Brahma y otros semidioses son ilusionados por ella. Ella es un freno en
el camino de las austeridades y un obstáculo para la liberación. Incluso es un
impedimento para desarrollar fe por el Señor Hari. Es el abrigo de toda ilusión
y representa los grilletes que lo mantienen a uno en el mundo material. Ella es
como un mago y falsa como un sueño. Parece ser muy bella, pero es un paquete de
sangre, excremento, gas y orina. Cuando Dios la creó, hizo el arreglo para que
fuera el espíritu de ilusión para los alucinados y veneno para aquellos que
desean la liberación. Por eso, desde ningún punto de vista debe desearse una
mujer, y debe ser evitada por todos los medios”.
Śaṅkhacūḍa sonrió y entonces le respondió lo siguiente: ¡”Oh Diosa!,
lo que tú has dicho no es completamente falso. En parte es verdad, y en parte
falso. Del Creador han surgido mujeres castas, y mujeres incastas. Una es
alabada, la otra no. Ejemplos de mujeres castas son Lakṣmī, Saraswatī, Durgā, Sāvitrī y Rādhā. Las mujeres que son
expansiones de estas damas castas son auspiciosas, gloriosas y recomendadas.
Estas expansiones son Satarūpā, Devahūti, Swadha, Swaha, Dakṣiṅa, Anasūyā, Gaṅgā, Diti,
Aditi, Vedavatī, etc. En todos los ciclos y yugas estas mujeres son excelentes. Las prostitutas celestiales
también son expansiones o expansiones parciales de las mujeres mencionadas,
pero ellas no son alabadas debido a que son incastas.
En realidad, las mujeres que están en la modalidad de la bondad, son
virtuosas y puras. Los sabios declaran que ellas son excelentes. Pero aquellas
mujeres que están en las modalidades de la pasión o de la ignorancia, no
merecen ser glorificadas. Las que están en la modalidad de la pasión están
siempre deseando el placer de los sentidos, se ocupan en tal placer, y siempre
están tratando de satisfacer sus metas egoístas. Por lo general, tales mujeres
no son sinceras, sino ilusionadas e irreligiosas. Comúnmente son incastas. Pero
las mujeres en la modalidad de la ignorancia son consideradas las peores. Ellas
son irresistibles.
Un hombre noble nunca va a cortejar la mujer de otro hombre, sea en un
lugar público o en privado. Pero yo he llegado hasta tí por orden del Señor
Brahma, para casarme según el sistema Gandharva“.
Así, Śaṅkhacūḍa mencionó su nombre y contó como los semidioses le
temían. Contó lo que había ocurrido en su vida previa, cuando era Sudāmā en
Goloka. Tulasī finalmente reconoció que los argumentos de Śaṅkhacūḍa la habían
derrotado y que lo estaba probando. Ella dijo que un padre debería dar su hija
en casamiento a una persona cualificada. Casar una hija con un hombre enfermo,
viejo, pobre, ignorante, ciego, impotente, etc., era tan pecaminoso como
asesinar un brāhmaṇa. Pero cuando un
padre casa su hija con un vaiṣṇava
joven, erudito, bien cualificado y pacífico, recibe el beneficio de diez
sacrificios de fuego. Ella comentó que si un padre da a su hija en casamiento
considerando el lucro o ganancias, que va a recibir por eso, será enviado al
infierno llamado Kumbhīpāka. Y allí, por
muchos miles de años, tal pecador es forzado a beber la orina de su hija y a
comer el excremento de ella. Y, mientras tanto, gusanos y cuervos lo picotean y
comen. Cuando eso termina, dijo Tulasī, nace como una persona enferma y mantiene
su vida vendiendo carne.
Tulasī se satisfizo al ver que Śaṅkhacūḍa no estaba bajo su control.
Incluso los antepasados y semidioses consideran que un hombre que está bajo el
control de la mujer es de baja clase. Incluso sus padres mentalmente no lo
aprecian. Tulasī dijo que, según los Vedas,
cuando alguien muere en la familia de un brāhmaṇa,
éste precisa diez días para purificarse. Si muere alguien de la familia de un kṣatriya se precisan doce días; en el caso de un vaiśya son quince días; y śūdrās u otras
clases inferiores precisan veintiún días para purificarse. Pero un hombre que
fue conquistado por una mujer nunca se purifica. Él sólo se purifica cuando su
cuerpo es cremado y reducido a cenizas. Un hombre cuyo corazón está bajo el
control de una mujer, no recibe los frutos de su conocimiento, japa, austeridades, adoración, etc.
En ese momento, el Señor Brahma apareció, le dijo a Tulasī que no
había necesidad de poner a prueba Śaṅkhacūḍa. También le dijo a Śaṅkhacūḍa que
no deberían perder más tiempo y que debían simplemente juntarse y cambiarse las
guirnaldas (como se hace en el casamiento Gandharva). Ellos lo hicieron y
Brahma partió. Ellos también partieron después de Brahma, ahora juntos.
Ellos abandonaron la ermita y comenzaron a viajar, y sus corazones se
atrajeron con afecto. Ella se colocó a su servicio y él le obsequió joyas que
había conseguido con las esposas de los semidioses (Varuṇa, Agni, Indra, Viśvakarma, etc.).Y después de adornarla con las joyas
de las esposas de los semidioses, Śaṅkhacūḍa puso los pies de Tulasī en su
pecho y declaró ser su sirviente.
Viajaron por jardines, bosques, playas y montañas celestiales.
Finalmente, Śaṅkhacūḍa llevó a Tulasī a su propio reino.
Śaṅkhacūḍa reinó durante un período de Manu, y conquistó todos los
planetas de los semidioses, Kinnaras, Gandharvas y Rākṣasas. Estos
tuvieron que desaparecer de sus palacios sin poder llevar nada, ni siquiera
ropas o armas. Indignados, vagando por el universo como mendigos, fueron a
quejarse con el Señor Brahma. El Señor Brahma los llevó ante el Señor Śiva y
todos juntos fueron hasta la morada del Señor Viṣṇu, para narrarle lo
acontecido. Fue en ese momento que el Señor Viṣṇu reveló la verdadera identidad
del esposo de Tulasī Devī. Dirigiéndose a Brahma, el Señor Viṣṇu dijo (esta
traducción que viene ahora es del libro del GBC: Our Original Position):
”¡Oh (Brahma), que naciste de una flor de loto! Yo conozco toda la
historia de Śaṅkhacūḍa, quien anteriormente era Mi devoto, un vaquerito de gran
esplendor. ¡Oh dioses! Escuchen todo acerca de esta antigua historia, la cual
revela de hecho el carácter de Goloka y destruye los pecados, por ser ésta una
causa de piedad.
Un vaquerito llamado Sudāmā, un excelente asociado Mío, entró en un
vientre demoníaco debido a la muy violenta maldición de Rādhā. Allí (en Goloka)
fui una vez desde Mi casa para el círculo de la danza rasa, abandonando la orgullosa Rādhā. Mi más importante amiga, la
más grandiosa. Comprendiendo, a partir del comentario de una sirvienta, que Yo
estaba con Virajā, Ella (Rādhā) se irritó, fue allí y nos vio. Y reconociendo a
Virajā en la forma de un río y a Mí, que desaparecí, regresó furiosa a Su casa,
junto con Sus amigas. Viéndome en la casa, ahora acompañado por Sudāmā, la
diosa me regañó muy severamente. Yo permanecí quieto y en silencio.
Escuchando esto, y siendo muy grandioso, Sudāmā se irritó con Ella y
en Mi presencia, él rechazó a Rādhā con ira. Oyendo esto, Ella, llena de ira,
con Sus ojos de loto rojos, dio una instrucción para que lo alejen del lugar. Sudāmā
temblaba. Cien mil sakhīs surgieron
de repente, brillando con esplendor, y rápidamente lo apartaron del lugar,
mientras él protestaba una y otra vez. Al escucharle, Rādhā se llenó de ira y
lo maldijo con estas duras palabras: 'Ahora vete al vientre de una dānava (demonia). En cuanto se estaba
yendo, gritando, llorando y postrándose ante Mí, Ella se satisfizo y gritando
con compasión lo detenía: ¡Oh niño, detente! ¡No vayas! ¿Adónde estás yendo?,
decía Ella una y otra vez. Y llamándolo de esta manera, fue detrás de él,
perpleja.
Las Gopīs también lloraban, y todos los Gopas, pues todos
ellos estaban muy afligidos. Y también lo estaba Rādhikā, ya que por Mí, se
volvió consciente de lo ocurrido.
Rādhā dijo: “Sudāmā, tú regresarás cuando la mitad de un momento haya
pasado, habiendo mantenido las condiciones de la maldición”. Y (diciendo):
“Ojalá que este pequeño niño regrese aquí. Sin embargo, la mitad de un momento
en Goloka correspondería a un manvantara
en la Tierra. Oh creador de los mundos. Esta afirmación es un hecho”. (Aquí
termina la traducción del libro Our
Original Position).
Así fue la historia de cómo Tulasī vino a la Tierra y cómo se casó con
el demonio Śaṅkhacūḍa. Después de que el Señor Viṣṇu le explicó toda la
historia al Señor Brahma y a los demás semidioses, Él les dijo que, en breve,
el Señor Śiva lo mataría con el tridente, pero que en cuanto Śaṅkhacūḍa
estuviese usando el amuleto de Kṛṣṇa, nadie podría derrotarlo. Él (el Señor Viṣṇu)
les dijo que Él mismo se disfrazaría de brāhmaṇa
para sacarle el amuleto. Y porque el Señor Brahma le había dado a Śaṅkhacūḍa la
bendición que nadie podría derrotarlo mientras su esposa se mantuviera fiel a
él, el Señor Viṣṇu le dijo que también se encargaría de esto. Entonces él
moriría y, después de abandonar su cuerpo, Tulasī se volvería la amada esposa
de Viṣṇu (tal como ella lo había deseado). Entonces, el Señor Nārāyaṇa le dio
Su tridente al Señor Śiva.
Todos regresaron y el Señor Śiva, preparándose para una guerra con Śaṅkhacūḍa,
fue a las márgenes del río Puspabhadra. Después envió a Puspadanda, que era el
líder de los Gandharvas, con un mensaje para Śaṅkhacūḍa. O Śaṅkhacūḍa les
devolvía a los semidioses todo lo que les había robado, o entonces debía
prepararse para enfrentar al propio Señor Śiva. Él le comentó que todos los
semidioses habían tomado refugio del Señor Hari y que el Señor Hari le había dado Su propio tridente al Señor Śiva. Śaṅkhacūḍa no
se atemorizó por tal desafío del Señor Śiva y le dijo al Gandharva que al día
siguiente iría en persona a hablar con el Señor Śiva. El mensajero regresó y le
dio la respuesta. Mientras tanto, las siguientes personalidades llegaron al
lugar en donde se encontraba el Señor Śiva: Kārtikeya (hijo del Señor Śiva),
Nandī (su toro transportador), Mahā kāla, Manibhadra, los once Rudras, los ocho
Vasus, los doce Ādityas, Indra, Candra, Agni, los dos Aswini Kumāras,
Viśvakarmā, Kuvera, Yama, Vāyu, Varuṇa, Maṅgala (el planeta Marte), Budha
(Deidad del planeta Mercurio), Dharma Shani (Deidad del planeta Saturno), Kāma, y Bhadrā Kali con sus cien brazos. Bhadrā Kali infundía miedo en los enemigos. En sus cien
brazos ella portaba las armas de Garuda, Nārāyaṇa, Varuna, Viṣṇu, serpientes,
las armas de Brahma, flechas, hachas, y estaba rodeada por bhūtas, pretas, rākṣasas, yakśas, y brahmararākṣasas, además de yoginīs. Todos ellos se prepararon en formación militar.
Tulasī había tenido malos sueños la noche anterior, y cuando Śaṅkhacūḍa
le informó lo que ocurriría, ella se preocupó. Śaṅkhacūḍa le predicó acerca del
factor tiempo, el karma y sus
resultados, las leyes de la creación, manutención y destrucción. Y porqué el
Señor Kṛṣṇa es el origen de Brahma, Viṣṇu y Śiva, creador y destructor de todo,
Tulasī debería apenas meditar en Śrī Kṛṣṇa y refugiarse en Él. Siendo trascendental a
todo, el Señor Kṛṣṇa no tenía ni comienzo ni fin y era el origen de toda
existencia.
Śaṅkhacūḍa le recomendó adorar al consorte de Rādhā, Śrī Kṛṣṇa, quien es la Superalma de todos. Él le dijo
que se refugiase en Kṛṣṇa, bajo cuya orden el viento sopla, la muerte llega, el
Sol brilla y el pasto se mueve. “¡Busca al Supremo Señor Kṛṣṇa!”, dijo Śaṅkhacūḍa,
y continuó describiendo las glorias del Señor Kṛṣṇa como el amigo de todos.
Aconsejó a Tulasī a rendirse a Él y a orarle.
Él le dijo que debido al karma,
la providencia los había unido y la misma providencia los separaría. Él le
recordó que en Badarikāśrama ella se ocupó en austeridades para obtener al Señor Nārāyaṇa
y ahora lo obtendría. Śaṅkhacūḍa había hecho austeridades para tener a Tulasī
como esposa, y lo consiguió por las bendiciones del Señor Brahma. Muy pronto, Tulasī
obtendría a Govinda en Goloka Vṛndāvana, y después de abandonar su cuerpo
demoniaco, Śaṅkhacūḍa (Sudāmā) también iría para allí. Por eso, Śaṅkhacūḍa le
aconsejó a Tulasī a no preocuparse por él y que ella misma abandonaría ese
cuerpo e iría con el Señor Hari. Así, ella no debía preocuparse ni lamentarse.
Śaṅkhacūḍa pasó la noche con Tulasī en un cuarto lleno de joyas,
diamantes y sándalo. Pero Tulasī, que no había comido nada ese día, comenzó a
llorar. Nuevamente Śaṅkhacūḍa la pacificó. Śaṅkhacūḍa había recibido
instrucciones del Señor Kṛṣṇa en el bosque de Bandiravana y estas instrucciones
podrían disipar cualquier lamentación. Ahora, con cuidado, le transmitió estas
instrucciones a Tulasī. Después de recibirlas y asimilarlas, la felicidad de Tulasī
no tenía límite, pues entendió que todo lo que existe en este mundo es
temporal. Después, pasaron la noche juntos como esposo y esposa.
A la madrugada siguiente, cuando llegó el Brāhma-muhūrta, Śaṅkhacūḍa se
lavó y se puso ropas limpias. Después fue a adorar sus Deidades, Les dio joyas,
oro y ropas en caridad a los brāhmaṇas
y elefantes, vacas y caballos a los pobres. Distribuyó las muchas aldeas entre
los brāhmaṇas y puso a su hijo,
Sucandra, como Rey activo, confiándole la protección de la familia, tesorería,
riquezas y otras propiedades. Śaṅkhacūḍa se vistió para la guerra, y rodeado de
miles de caballos, cuadrigas y millones de soldados, se dirigió hacia donde
estaba esperando el Señor Śiva.
El Señor Śiva estaba a orillas del río Puspabhadra (que era donde el
Señor Kapila practicó austeridades y donde los sabios alcanzan
autorrealización). Al verlo, Śaṅkhacūḍa le ofreció reverencias postrándose
junto con todo su ejército. También le ofreció respetos a Bhadrā Kali y a Kārtikeya. Ellos lo bendijeron. El Señor Śiva le explicó que tanto los demonios como
los semidioses provenían de los mismos progenitores del universo y eran por lo
tanto una familia. Además, Śaṅkhacūḍa era un vaiṣṇava, quienes no pelean por nada mundano ni se interesan por
nada material (incluyendo la posición de Indra). Ya que era devoto de Kṛṣṇa,
¿por qué les estaba causando a los semidioses tantas ansiedades? Todos eran
descendientes de Kaśyapa Muni. Por eso, debería devolverle las cosas a
los semidioses, ya que peleas entre la familia son peor que matar un brāhmaṇa. Por otro lado, continuar con
la pelea para mantener el prestigio no sería algo duradero, ya que en este
mundo todo cambia, incluyendo las virtudes a través de las yugas, el movimiento
de las estaciones, de los planetas, etc. Le recordó como Bali Mahārāja y otros se sometieron a tantos cambios. Sólo el
Señor Kṛṣṇa- dijo el Señor Śiva- es transcendental, aunque asuma muchas formas
diferentes. Él dijo que quién canta el nombre del Señor Kṛṣṇa (como el propio Śiva
lo hacía día y noche), trasciende las modalidades de la naturaleza. Aunque el
Señor Kṛṣṇa asume tantas formas, Él es siempre trascendental.
Śaṅkhacūḍa agradeció y glorificó al Señor Śiva una y otra vez.
Humildemente reconoció lo que Śiva había dicho, pero preguntó lo siguiente. Si
pelear con la familia es pecaminoso ¿por qué el Señor Viṣṇu siempre fue parcial
con los semidioses y mató los miembros de la familia dānava (demonios)
tales como Hiraṇyākṣa, Hiraṇyakaśipu, etc.? Le dijo
que, para el Señor Śiva, sería una vergüenza si también se colocaba del lado de
los semidioses. Le dijo también que sería una vergüenza si él (Śaṅkhacūḍa)
derrotaba al gran Señor Śiva. El Señor Śiva sonrió y reconoció que jamás había
existido un demonio como Śaṅkhacūḍa, ya que él era un asociado íntimo del Señor
Kṛṣṇa en Goloka. Por lo tanto, sería una honra ser derrotado por Śaṅkhacūḍa.
Ellos pararon de hablar y se prepararon para la gran guerra.
Al principio, ni el Señor Śiva ni Śaṅkhacūḍa entraron directamente en
el campo de batalla. Pero después cuando los semidioses estaban perdiendo y
entraron Kārtikeya y Bhādra Kali, Śaṅkhacūḍa tuvo que
entrar. Ni Kartikeya ni Bhādra Kali pudieron derrotar a Śaṅkhacūḍa. Entonces el
Señor Śiva entró en la batalla. La lucha fue terrible y aunque todos los
soldados demonios de Śaṅkhacūḍa huyeron del campo de batalla, él permanecía.
Entonces, el Señor Śiva, viendo que no podía derrotar a Śaṅkhacūḍa, decidió
lanzar su tridente. Entonces, en el cielo se escuchó una voz que decía: “Señor Śiva,
tú nunca haces nada en contra de las leyes del Dharma, por lo tanto, no uses tu
tridente. Mientras su esposa sea casta, y mientras esté usando el amuleto del
Señor Kṛṣṇa, Śaṅkhacūḍa no podrá ser derrotado”.
Oyendo esto, el Señor Śiva fue a consultar el problema con el Señor Viṣṇu,
quien le aseguró que se encargaría personalmente del asunto.
Asumiendo la forma de un brāhmaṇa,
el Señor Viṣṇu se aproximó a Śaṅkhacūḍa para pedir caridad. Cuando Śaṅkhacūḍa
le prometió que le daría cualquier cosa que el brāhmaṇa desease, este último le pidió el amuleto (talismán) de Kṛṣṇa,
y Śaṅkhacūḍa se lo dio sin vacilar. Después, el Señor Viṣṇu se transformó a Sí
Mismo en Śaṅkhacūḍa y volvió a su palacio, (donde Tulasī vivía).
Cuando supo que su esposo había regresado, Tulasī sintió una enorme
felicidad. Ella no podía creer que Śaṅkhacūḍa aún estuviera vivo, incluso
después de luchar una batalla con el poderosísimo Señor Śiva. Después de
recibir y adorar a su esposo del modo apropiado, Tulasī le preguntó lo que
había ocurrido en el campo de batalla. Śaṅkhacūḍa le dijo que la lucha con el
Señor Śiva había sido muy dura, pero como ninguno consiguió matar a su
adversario, el Señor Brahma apareció y les pidió que parasen la guerra y
llegasen a un acuerdo. Por eso, obedeciendo al Señor Brahma, él ahora había
regresado. Esa noche, Śaṅkhacūḍa, que en realidad era el propio Señor Viṣṇu,
durmió con Tulasī en la intimidad de marido y mujer. De esa manera, y sin
saberlo, Tulasī perdió su castidad en relación con Śaṅkhacūḍa.
Mientras tanto, en el Campo de Batalla, el Señor Śiva percibió que
ahora sí podría usar su tridente. Este tridente destruye el universo por su
propia voluntad. Sólo el Señor Viṣṇu y el Señor Śiva pueden usarlo. Entonces,
el Señor Śiva permitió que el
tridente fuese en dirección a Śaṅkhacūḍa y lo destruyese. Cuando Śaṅkhacūḍa vio
el tridente de la devastación universal aproximarse, entendió que había llegado
el momento de regresar a Goloka Vṛndāvana. Por la gracia del Señor, la
maldición ya había terminado. El volvería a ser un vaquerito y su esposa Tulasī
también obtendría la satisfacción de sus deseos de asociarse con el Señor Viṣṇu
en Vaikuṇṭha y con el Señor Kṛṣṇa
en Goloka. Entendiendo esto, Śaṅkhacūḍa dejó caer su arco, flechas y armas, se
sentó en postura de yoga, alejó su
mente de todo-- los objetos mundanos y, con gran devoción, meditó en los pies de
loto de su amado amigo Kṛṣṇa. El tridente llegó ante Śaṅkhacūḍa y comenzó a
circunvalarlo por algún tiempo. Después, por la orden del Señor Śiva, destruyó
la cabeza de Śaṅkhacūḍa y redujo su cuadriga a cenizas. Después, el tridente
regresó con el Señor Śiva, y finalmente hasta Nārāyaṇa. Todos los semidioses
arrojaron flores sobre el Señor Śiva y el Señor Viṣṇu lo alabó. Ahora, el mayor
demonio que jamás el universo había conocido, dejaría de causar problemas a los
semidioses asistentes del Señor Viṣṇu. Movido por compasión, el Señor Śiva
arrojó los huesos del demonio en el océano, y éstos se convirtieron en todas
las caracolas y conchas del mundo. Por esto se consideran muy puras y
auspiciosas en la adoración. El agua que se coloca dentro de la caracola, también
se considera muy sagrada y satisface a los semidioses por ser tan sagrada como
el agua de cualquier río sagrado. Ésta puede ser ofrecida a todos los
semidioses, aunque no al Señor Śiva. Lakṣmī vive con gran deleite donde sea que
la concha se sople alto. El Señor Hari y la Diosa Lakṣmī viven en cualquier
lugar en que haya una caracola, haciendo que las cosas inauspiciosas
desaparezcan. Sin embargo, si un śūdra posee o sopla la
concha, Madre Lakṣmī se aleja.
Subiéndose a su toro transportador, el Señor Śiva regresó a su
residencia. Los semidioses regresaron a las suyas. Pero antes de irse, el Señor
Śiva liberó a Śaṅkhacūḍa de la maldición y lo bendijo a recuperar su forma
original de Sudāmā. Muchos vaqueritos de Goloka Vṛndāvana, Sudāmā entró al
cielo espiritual. Cuando Sudāmā vio a Śrīmati Rādhārāṇī y al Señor Kṛṣṇa, se
postró a Sus pies de loto con devoción. Viéndolo, la Pareja Divina sintió un
gran amor por él. Y expresando tal felicidad en Sus rostros, Rādhā y Kṛṣṇa lo
levantaron y colocaron en Sus regazos. Esta es la historia de Sudāmā: como vino
de Goloka, purificó el mundo con las auspiciosas conchas (Śaṅkha) y regresó a
Goloka.
La maldición de Tulasī, por la misericordia del Señor Viṣṇu, también
estaba llegando a su fin. Mientras Śaṅkhacūḍa estaba siendo destruido por el
tridente, Tulasī estaba durmiendo con el Señor Viṣṇu. Al día siguiente, cuando Tulasī
abrió los ojos, sospechó que esa persona que estaba acostada con ella, no era
su esposo. Percibió que la manera en que ahora Śaṅkhacūḍa estaba expresando su
afecto conyugal, era diferente a como lo había hecho en el pasado. ¿Por qué?
Ella entendió que no era su esposo. Con la voz entrecortada por una mezcla de
ansiedad, perplejidad e ira. Tulasī dijo:
“¿Quién eres tú?, dímelo inmediatamente, ¿quién eres? Tú no eres mi
esposo. Has venido tan sólo para hacerme perder la castidad. Ahora, ¡muestra tu
forma verdadera!”. El Señor Viṣṇu reveló entonces Su bella forma de cuatro
brazos, con joyas, guirnaldas, yelmo de oro, bello tilaka y sonrientes ojos de loto. Su mirada era muy pacífica y
agradable. Al verlo sentado a su lado, en su cama, Tulasī desmayó. Poco
después, cuando recuperó la conciencia, estaba confusa e indignada. ¿Por qué el
Señor Viṣṇu había hecho eso para matar a Su propio devoto y satisfacer los
semidíoses? Debido a que no podía entender que no había otra forma de poner fin
a la maldición de Rādhārāṇī, a no ser de la manera como el Señor lo hizo, Tulasī
dijo que Él tenía un corazón duro como una piedra para hacer eso, y así lo
maldijo: “¡Te volverás una piedra!”. Entonces, todavía confundida y con sus
sentimientos mezclados, empezó a llorar.
El Señor Viṣṇu la consoló. Poco a poco, citando las reglas del Dharma,
le hizo comprender que esa era la única manera en que podía haber procedido para
satisfacer los deseos de todos, incluyendo los de ella. Tulasī lo había adorado
y también había hecho austeridades por miles y miles de años para poder
obtenerlo como esposo. Pero para que eso ocurriese, Śaṅkhacūḍa debería morir.
¿Cómo Śaṅkhacūḍa podría morir si había recibido la bendición de que no moriría
en cuanto su esposa le fuese fiel y casta? Por otro lado, Śaṅkhacūḍa debía
permanecer fuera de Goloka tan sólo por el tiempo de un manvantara, y ese
tiempo ya había transcurrido. Él debía regresar. Goloka era su lugar eterno y Rādhā
y Kṛṣṇa, sus amados señores, lo estaban esperando. Pero ¿cómo podría regresar
si no moría? ¿Y cómo podría morir si su esposa se mantenía casta? Por eso, no
había otra alternativa para satisfacer los deseos de todos. Violar la castidad
de Tulasī era el único medio.
Tulasī entendió y se apaciguó. Por la orden del Señor Viṣṇu, Tulasī
abandonó su cuerpo y adquirió un cuerpo bello y dorado, con cuatro brazos, apto
para ser la amada esposa del Señor Viṣṇu. Así como el cuerpo de Śaṅkhacūḍa se
convirtió en las caracolas (dentro de las cuales residen Lakṣmī y Nārāyaṇa), el
cuerpo de Tulasī, por el deseo del Señor, se convirtió en el río Gaṇḍakī, en Nepal. Fue
entonces cuando cada uno de sus cabellos se convirtieron en sagradas plantas. Y
debido a que nacieron de Tulasī, recibieron el mismo nombre. Todos los
residentes de los tres mundos comenzaron a realizar adoración con las hojas y
las flores de este arbusto. Siendo la regente de esta sagrada planta, Tulasī se
mantuvo siempre unida al Señor Supremo. Después, la santa y divina Tulasī
creció en Goloka, en las márgenes del río Virajā (Yamunā), en el lugar de la danza rasa, y en los bosques de Vṛndāvana,
tales como Bandira, Campaka, Mādhavī, Ketakī, Kuṇḍa y Mālatī.
Aquí en la Tierra, Tulasī se volvió la deidad regente de la planta, y
al mismo tiempo, porque crecería también en la morada de Govinda. Tulasī podría
estar siempre compartiendo pasatiempos íntimos con Kṛṣṇa en Goloka. Y en Vaikuṇṭha, así como Lakṣmī,
Tulasī también permaneció con el Señor Viṣṇu.
En lo que se refiere al Señor Viṣṇu, por causa de la maldición de Tulasī,
se volvió una piedra en la villa de Muktinatha, a orillas del río Gaṇḍakī (que era el cuerpo de Tulasī). La montaña en donde esta piedra
apareció se llamaba Anapurna. Y por los pequeños dientes de ciertos animales o
insectos, estas piedras se separarían de la montaña y caerían en el río Gaṇḍakī. Serían conocidas
como Śālagrāma-śīlā.
De esta manera, tanto Sudāmā como Tulasī, regresaron a Goloka dejando
maravillosas bendiciones para nosotros, las almas condicionadas. Ahora, Tulasī
ya no precisaba temer a Śrīmati Rādhārāṇī, Quien, estando muy complacida con
ella, aprobaría sus relaciones amorosas con Govinda. En realidad, Tulasī Devī
es una expansión parcial de Vṛnda Devī y Vṛnda Devī es una expansión de Śrīmati
Rādhārāṇī. La relación entre Śrīmati Rādhārāṇī y Tulasī Devī es muy dulce y
agradable. Vamos a oir algunas historias que nos permitirían apreciar mejor
todo este trascendental tema.