Capítulo Catorce - Transformación contradictoria

¡Qué pena!, no he podido visitar Vṛndāvana. Todas las veces que he intentado hacerlo, el recuerdo del hermoso rostro de mi Señor me ha hecho regresar. Comienzo a meditar en Su forma trascendental, que semeja el oro, y pierdo los cabales. Desorientado tomo cualquier rumbo y llego a algún sitio desconocido. Primero voy en cierta dirección, luego me devuelvo y después de caminar un poco empiezo a reconocer los parajes, y finalmente desisto y me siento en un lugar.
No sé qué será de mí; si sigo así dudo mucho que llegaré a Vṛndāvana. Deliberando sobre este asunto, a veces paso días y noches enteras despierto bajo algún árbol, y a veces caigo en un profundo sopor.
Duermo, y sueño que he viajado a un lugar muy lejano a orillas del mar. Allí veo danzar a mi amado y hermoso Señor. Gadādhara Paṇḍita y los demás devotos danzan en éxtasis alrededor de Él al compás de dulces melodías y cantos que caen como gotas de néctar sobre los sentidos.

Después de la danza y el canto, mi Señor Gaurāṅga vino a mí, y tomándome de la mano me dijo:
“Cocina arroz y espinacas (śāk) para Mí esta tarde para saciar Mi hambre. ¡Oh, Jagadānanda!, Mi mente no encuentra ningún goce desde que te fuiste. En esta condición cuando como, lo hago sólo por hábito. Tú eres siempre muy cruel conmigo. Todavía no conozco la causa de tu partida repentina, pero lo que sí sé muy bien es que Me dejaste abatido y languideciendo.
“Ve y visita Vraja-dhāma; eso te hará feliz. Pero regresa rápidamente, porque deseo comer el arroz y el śāk que tú preparas. Tu comida Me va a resucitar, y sé que esto también te satisfará a ti. Pero nunca vuelvas a dejarme en un arranque de ira”.
Cuando desperté me di cuenta de que Vṛndāvana aún estaba muy lejos, pero el Ganges estaba cerca. ¡Oh!, qué maravillosa es Navadvīpa-dhāma, la morada trascendental donde mi Señor Gaurāṅga ejecutó Sus eternos pasatiempos. En todo aspecto es una réplica exacta de Vraja-dhāma.
Dando saltos de alegría llegué a Māyāpura y fui directamente a la casa de mi Señor. Adentro encontré a la madre Śacī y le di mis reverencias. Hablamos acerca del Señor Gaurāṅga, que es lo más querido de nuestros corazones, y luego salí a disfrutar de la opulencia de Navadvīpa.
Mientras miraba los diversos lugares de Navadvīpa me parecía estar en Vṛndāvana. De manera que por fin comprendí que no había ninguna necesidad de ir tan lejos para ver Vṛndāvana. Si puedo ver a mi amado Señor, olvido todos mis sufrimientos y así evito el tormento de estar separado de Él y de Su morada.