Capítulo Trece - Vehemencia por el Señor Gauracandra


¡Oh, mi Señor Gaurāṅga!, quedaré privado de la asociación de Tus pies de loto, por haber deseado ir a Śrī Vṛndāvana-dhāma. De repente surgió en mi mente el deseo de contemplar allí Tus pasatiempos. Yo no sé cómo ese deseo me ha sobrevenido ni cómo he sido guiado por él, pero ahora me arrepiento. Deseo que mi vida acabe. No puedo seguir viviendo sin verte y no sé qué voy a hacer ahora.
Los pies de loto del Señor Gaurāṅga, rosados y hermosos, son mi tesoro más preciado. ¡Ay!, qué tonto he sido en salir de Purī, dejándoles allí. Ya no puedo verlos mientras dejan Sus huellas tiernamente impresas en la arena de Puruṣottama-kṣetra. Yo no sé por qué he de ir a Vṛndāvana; se debe únicamente a mi mente volátil que anda suelta como un pájaro libre. La confusión me trastorna.
Mis pies me arrastran, alejándome de Él, aunque mi mente no desea seguirlos. Mi naturaleza obstinada me empuja; ¡oh!, los caprichos del amor me convierten en un títere. En total perplejidad, me siento como un ser sin vida. El humor del Señor Gaurāṅga me resulta incomprensible y me hace náufrago en el océano de la angustia. Lo que más deseo está fuera de mi alcance. Ya no sé ni lo que pienso.

Quiero dejar mi vida por el Señor Gaurāṅga, pero la muerte me elude. Me lanzo al océano con la intención de ahogarme, trago las saladas aguas pero completamente sumergido en el océano las escupo. El intenso deseo de ver la luna del rostro de mi amado Señor me hace nadar rápidamente a las arenas de la playa, mas cuando Lo busco Él ya no está. Mi mente toma alas y velozmente corro al templo de Eota Gopinatha.
En el patio del templo de Śrī Gopinatha veo la divina faz de mi Señor y pierdo el sentido, debido al éxtasis. Cuando recobro el conocimiento miro alrededor y me doy cuenta de que estoy dentro de una habitación. Debe haber sido Gadādhara Paṇḍita quien me ha traído aquí. Puedo escuchar vagamente a mi Señor Gaurāṅga y a Gadādhara Paṇḍita hablando acerca de mí. De inmediato las lágrimas afloran a mis ojos y me revuelco en el suelo, perdiendo la compostura.
No soporto ni un momento estar separado del Señor porque mi amado Śrī Gaurasundara danza siempre dentro de mi corazón. Él no me permite poner fin a mi vida, y mientras vivo nos la pasamos en un perenne descuerdo. Yo no sé qué va a ser de mi vida.
No logro comprender qué clase de inteligencia me induce a comportarme así. Aunque conozco mi propia naturaleza, aun así quería dejar la compañía de los pies de loto del Señor e ir a Vṛndāvana. Esto habría sin duda arruinado mis esperanzas de éxito espiritual en esta vida y en la siguiente. Ya he recibido permiso de ir a Vṛndāvana y ahora si no cumplo Sus deseos cometeré una grave ofensa. Por otro lado, con toda certeza moriré si no puedo ver la radiante luna del rostro de mi amado Señor Gaurāṅga. Por lo tanto estoy viviendo una tortura entre estos dos dilemas.
Quien quiera que haya sido cautivado por el amor del Señor Gaurāṅga se encuentra flotando en aguas profundas, una situación precaria donde existe la lucha entre la vida y la muerte. Ésta es la triste condición de todos los seguidores de Gadādhara Paṇḍita. Incluso todavía se les puede escuchar hablando íntimamente acerca de estas cosas.