Capítulo Cinco - El problemático Jagāi

El vaivén de los cambios temperamentales causado por mi intenso amor por el Señor se mece incesantemente como olas en el océano de mi mente. Todos los días me enfrasco en alguna discusión o tengo algún malentendido con el Señor Gaurāṅga, por eso me han dado el nombre de Kundale Jagāi: “el problemático Jagāi”.
Cuando fui de peregrinaje a Vṛndāvana, pasé algunos días con Śrīla Sanātana Gosvāmī. Allí también me enojé con él. Un día vi a esa gran alma iluminada y ecuánime, Sanātana Gosvāmī, con la cabeza cubierta con una tela roja como la que generalmente usan los adoradores de Durgā.
En ese momento sentí un fuerte ímpetu de golpearlo con la olla de cocinar arroz que tomé de una esquina, pero la humildad de Sanātana Gosvāmī hizo desaparecer mi tendencia pendenciera y con mucha vergüenza por mi propia actitud me quedé en un rincón. Mi amado Señor Gaura conoce todo acerca de mí y sin embargo me envió a Vṛndāvana mientras que Él desde lejos me observaba y Se divertía.
Es bueno que mis penas Le den placer a Él. No me importan entonces tribulaciones eternas, puesto que Su felicidad me da gran placer. Lloro día y noche por el sufrimiento de estar separado de mi Señor, y mi Señor Gaura simplemente sonríe, mirando mi lacrimosa cara. Ese sannyāsī Gauracandra es en realidad un engañador, y sin embargo me encantan Sus maravillosos pasatiempos y Sus palabras de néctar. Mi Señor está ahora manifestando el mismo humor que antes manifestó en Vraja, Vṛndāvana, y a pesar de que lo entiendo todo, no puedo adaptarme completamente a ese humor.
Una vez Le llevé un cántaro lleno de puro aceite de sándalo, y a cambio de ello me recibió con palabras tajantes. Entonces por insolencia y frustración quebré el cántaro delante de Él. Enfadado y resentido, me puse a ayunar. Pero mi maravilloso Señor, con trucos, logró que mi ira se desvaneciera. Él me hizo cocinar varios tipos de espinaca silvestre para la cena, diciendo que la comida preparada por un cocinero irritado tiene mejor sabor. Esto me puso aún más furioso, y Él parecía más satisfecho por ello. Su placer es mi interés más preciado.
Una vez, cuando Sanātana Gosvāmī me preguntó qué debería él hacer, yo le aconsejé ir a Vṛndāvana. Él Señor pensó que era una necedad de mi parte tratar de aconsejar a Sanātana Gosvāmī. Siempre me maravillé de ver lo infantil que es mi Señor. Firmemente me aferro al refugio de Sus pies de loto. Luego, cuando yo deseé ir a Vṛndāvana, Él no me concedió Su permiso, presentando varias excusas, tratando de engañarme; pero como yo no aceptaba Su instrucción, me dijo que fuera a Navadvīpa. Por supuesto, yo considero todo esto Su misericordia sin causa.
Ahora mi Señor reside en Purusottama-ksetra, que en su condición espiritual es equivalente a la opulenta Dvārakā. Él permanece lejos de Su propia morada con el pretexto de que Su madre le dio permiso de quedarse allí. No obstante, a mí me instruye que vaya a Navadvīpa, que es Su propia morada. En realidad, el Señor envía a Su hogar, Navadvīpa, a aquellas almas afortunadas que han recibido Su misericordia. En lo que a mí respecta, mi regreso a Navadvīpa era como volver a casa, tal como un pastorcillo que regresa a Goloka Vṛndāvana.
De esta manera yo desempeño mi servicio devocional al Señor, día y noche. La tendencia natural de todos los devotos del Señor Gaurāṅga es servir Sus pies de loto. Los pies de loto de Śrīla Gadādhara Paṇḍita y del Señor Gaurāṅga son mi inestimable tesoro, y Śrī Svarūpa Dāmodara conoce mis sentimientos íntimos.