Muchos devotos vieron a Śrīla Prabhupāda ahuyentar perros grandes y pequeños levantando su bastón de caña y gritando: «¡Hat!». Cuando Nanda-kumāra estaba viajando con Śrīla Prabhupāda, lo vio usar esa técnica en una situación peligrosa, y más tarde tuvo oportunidad de ponerla en práctica por sí mismo.
Mientras Prabhupāda y los devotos paseaban por una playa de California,
un gran doberman se les acercó
gruñendo y mostrando los dientes. Prabhupāda continuó caminando pacíficamente,
pero Nanda-kumāra se paró y, lleno de tensión, se le enfrentó. Este desafío lo
único que hizo fue provocar al perro, que cada vez se mostraba más amenazante,
hasta que Nanda-kumāra se dio la vuelta y corrió para alcanzar a Prabhupāda.
Pero nada más empezar a correr, el doberman
lo persiguió, ladrando y a punto de atacar. Repentinamente, antes de que el
perro los alcanzase, Prabhupāda se dio la vuelta. De algún modo se agachó
apartando los pies, levantó el bastón de caña muy por encima de su cabeza,
emitió un sonoro «¡Hat!», y gruñó.
Ante todo este despliegue de Śrīla Prabhupāda, el perro se dio la vuelta y se
retiró con rapidez de regreso a su casa.
Meses después Nanda-kumāra recordó el método de Prabhupāda y lo probó
con un gran mono en Jaipur. Mientras Śrīla Prabhupāda se alojaba en el templo
de Rādhā-Govinda en Jaipur, tanto él como el grupo que lo acompañaba eran
hostigados por los monos de allí, que les robaban alimentos y ropa. Estos
monos, al tiempo que los devotos cocinaban, se descolgaban de los árboles y
robaban capātīs del hornillo. Prabhupāda
había aconsejado a los devotos que mantuviesen una actitud neutral hacia las
travesuras de los monos. Pero, una vez, estando con los devotos en la
habitación de Prabhupāda, Nanda-kumāra oyó a un mono golpeteando la puerta de
la cocina. Al momento, recordó la técnica que Prabhupāda había usado con el
gran doberman en la playa, y decidió
practicarla con el mono que estaba robando. Dispensándose silenciosamente,
salió de la habitación, tomó una porra que estaba fuera de la habitación de
Prabhupāda y caminó hacia un gran mono gris, que justo en ese momento, estaba
abriendo la puerta de la cocina. Nanda-kumāra levantó la porra por encima de su
cabeza, se agachó y gruñó. Pero el mono, que tenía unos bíceps notoriamente
grandes, gruñó a su vez, y —mostrando los dientes— se abalanzó contra él.
Nanda-kumāra se dio la vuelta y corrió de nuevo a la habitación de Prabhupāda,
cerrando violentamente la puerta. Prabhupāda había visto todo el incidente por
la ventana, y se echó a reír:
—¡Tú no sabes cómo funciona!
Nanda-kumāra se sentó, azorado. Su imitación había fallado. —Prabhupāda
—dijo—, usted tiene una potencia especial.
Entrevista con Nanda-kumāra dāsa
No hay comentarios:
Publicar un comentario