Mientras viajaba en un tren por India, Prabhupāda pidió samosās, y los devotos compraron un bolsa llena. Una de las devotas empezó entonces a prepararlo todo para ofrecer el alimento como prasāda para Prabhupāda y los devotos. En presencia de Prabhupāda, ella se levantó y empezó a preparar un lugar para ofrecer. Extendió una tela y puso en ella una imagen de Kṛṣṇa, tomó un plato y se dispuso a preparar una ofrenda. Prabhupāda estaba mirando, pero antes de que hubiese situado el plato en el improvisado altar, la detuvo:
—No es adecuado ofrecer así frente a toda esta gente.
Prabhupāda citó un verso en sánscrito cuyo comienzo era dravya-mūlena śudhyati: cuando se paga
el precio de algo, incluso si la fuente de donde viene no es pura, puede ser
ofrecido a Kṛṣṇa. También afirmó que, a veces, en circunstancias difíciles, un
devoto puede tener que ofrecer mentalmente el alimento a Kṛṣṇa, siempre y
cuando no se trate de alimento prohibido.
Entrevista con Mahāṁśa Swami
La
referencia al verso dravya-mūlena
śudhyati también se encuentra en una
carta a Brahmānanda dāsa (10 octubre 1968).
Estando en Teherán (Irán), Prabhupāda mostró parecida flexibilidad de
acuerdo a tiempo y lugar. El secretario de Prabhupāda se había dado cuenta de
que los devotos conservaban las verduras en el congelador. El secretario les
dijo a los devotos que debían tirar todo aquello inmediatamente. Dijo que era
una actitud ofensiva hacia el guru
ofrecerle verduras que no estuviesen frescas, y que no entendían las
instrucciones de Prabhupāda. —No saben lo furioso que se pondría —dijo el
secretario— si viese estas verduras congeladas. ¡E incluso se las están dando
para comer!
Nandarāṇī, que vivía en Teherán con su esposo Dayānanda, se afligió,
porque usaba las verduras congeladas para cocinar a los invitados en sus cenas
de prédica tres noches por semana. Fue a ver a Prabhupāda para preguntarle qué
hacer. En aquel momento, ya su secretario había informado a Prabhupāda de las
verduras congeladas.
—¿Por qué usas verduras congeladas? —preguntó.
—Porque celebramos cenas —contestó ella—, y tenemos que darles algo de
comer. Esas cenas son nuestra única prédica en este país. Si no les podemos dar
prasāda estamos prácticamente
acabados.
—Está bien —dijo Śrīla Prabhupāda—. ¿No puedes conseguir otras verduras?
—No, Śrīla Prabhupāda, aquí no hay manera de conseguir nada. Quizá les
podamos poner unas papas.
—Entonces está bien —dijo Prabhupāda—. Usa verduras congeladas. Es parte
de nuestro saṅkīrtana.
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