Según un verso del Bhāgavatam, incluso el más breve contacto con un devoto puro puede hacer que la persona alcance la más elevada perfección de la vida humana. Śrīla Prabhupāda liberó de la ilusión a muchas almas condicionadas, a veces con una simple mirada misericordiosa. Para la persona que recibía su bendición, estos momentos se experimentaban de una manera muy personal e individual; con todo, Śrīla Prabhupāda era capaz de dar sus bendiciones incluso mientras atendía a muchas personas a la vez.
Jaya Mādhava dāsa estaba de pie entre una multitud de devotos mientras
Prabhupāda subía a un coche. Al Prabhupāda mirar desde el asiento de atrás a
los devotos, Jaya Mādhava sintió que la mirada de Prabhupāda caía sobre él. Fue
como si Prabhupāda le estuviese diciendo: «¿Qué estás haciendo aquí? ¿Por qué
pierdes tu tiempo en el mundo material?». Ese intercambio fue una experiencia
profundamente seria.
Entrevista con Jaya Mādhava dāsa
Otro devoto, Raṇcora dāsa, llevaba practicando conciencia de Kṛṣṇa
varios años bajo la dirección de Śrīla Prabhupāda, pero en una determinada
visita de Śrīla Prabhupāda a Londres, Raṇcora recibió un inolvidable impulso
gracias a un breve pero profundo intercambio personal con su maestro
espiritual. Se encontraba entre los muchos reunidos en la sala del templo. Al
final de la clase, Raṇcora hizo una pregunta a Prabhupāda: —Cuando uno es iniciado por el maestro
espiritual, ¿todo el karma se lo
lleva él?... Incluso en el caso de que siga cometiendo actividades pecaminosas,
¿todo el sufrimiento que tendría que recibir uno se lo lleva él?
Prabhupāda contestó de un modo aplastante: —Tú lo único que tienes que
hacer es dejarte guiar por tu maestro espiritual.
Estas palabras de Śrīla Prabhupāda entraron al corazón del discípulo, y
su mirada le cortó todo impersonalismo.
Entrevista con Raṇcora dāsa
Lo mismo experimentaron muchos devotos, un momento, una ocasión con Śrīla
Prabhupāda en que entendieron su relación eterna con él y en el que se
regocijaron al saberlo. Durante una
caminata matutina en los campos próximos a Bhaktivedanta Manor (Inglaterra),
Prabhupāda hablaba a un grupo de discípulos. Sākṣī-gopāla dāsa estaba entre
ellos, y recibió una comprensión especial. Prabhupāda explicaba cómo cada
humilde criatura del universo recibía de Kṛṣṇa una pequeña dosis de Su propio
poder místico, acintya-śakti. Prabhupāda
explicó que las ranas pueden respirar bajo tierra, los árboles pueden comer con
los pies, y la hierba puede soportar pisotones que los humanos no podrían. En
ese punto, Prabhupāda empezó a criticar y a reírse de los científicos y su
limitada visión. Por esta risa contagiosa, también los devotos empezaron a
reír. Durante un momento, Prabhupāda miró directamente a Sākṣī-gopāla, a quien
le pareció que el universo entero se reía con Prabhupāda de la estupidez de los
engreídos materialistas. De este modo, otro discípulo se encontró
repentinamente con Prabhupāda como por primera vez y se sintió inolvidablemente
agradecido y convencido. Esto no le ocurrió solamente a uno o dos, sino que
prácticamente cada discípulo lo supo y lo entendió de diferentes maneras.
Valiéndose de sus instrucciones, sus libros, su misión y de otros
devotos, Prabhupāda constantemente evocaba la conciencia de la relación eterna
del discípulo con el guru y Kṛṣṇa.
Tras la desaparición de Prabhupāda, es posible tener su compañía del mismo
modo, siempre y cuando el seguidor sea sumiso. Podemos verlo en la respuesta
que Prabhupāda dio a un devoto cuando éste le preguntó si el maestro espiritual
estaba en el corazón del discípulo:
—Sí, si me dejas entrar.
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