A pesar de ser
completamente independiente, Śrī Gaurāṅga Mahāprabhu acepta ser controlado por
el amor puro de Sus devotos. Sintiendo la más elevada humildad, el Señor
implora por el amor de Sus devotos. Los devotos íntimos de Gaurāṅga pueden
comprender Sus pasatiempos íntimos, pero las masas ignorantes no.
Śrīvāsa, Haridāsa,
Murāri y Mukunda estaban cantando en bienaventuranza. El Señor Gaurāṅga Se unió
a Sus asociados en el canto y la danza. En ese momento, Nityānanda Avadhūta
llegó de repente. Él fue recibido con canciones auspiciosas y gritos de
alegría. Nityānanda estaba divagando, moviéndose como un elefante intoxicado.
Pero cuando oyó el hari-kīrtana quedó aturdido en
éxtasis. Dio unos pocos pasos hacia el frente, Se detuvo y contempló todo.
Preso del divino amor por Kṛṣṇa, Su cuerpo explotó en erupciones de
bienaventuranza. Los bellos de Su cuerpo quedaron erizados como los pequeños
filamentos de una flor Kadamba. Él giraba el cuello en
todas las direcciones y miraba alrededor con los ojos colorados como si
estuviera intoxicado. De repente, salió corriendo, rugiendo como un loco y
centenas de personas corrieron tras Él. Él Señor corrió directo hasta Gaurāṅga
y Le dio un fuerte abrazo. Lágrimas de éxtasis amoroso cayeron de Sus ojos.
Estando efusivos, los dos Señores danzaron exuberantemente con Sus devotos.
Ellos parecían Kṛṣṇa y Balarāma rodeados por Sus vaqueritos.
Después que la
danza terminó, Gaurahari ordenó a todos que lavasen los pies de Nitāi y rocíen
aquella agua pura sobre sus cabezas. El Avadhūta Prabhu afirmó a los devotos
sobre Su cuello y todos se sumieron en un océano de prema. Entonces los devotos colocaron los pies de loto del Señor Nityānanda
en el centro de sus corazones. Todos quedaron satisfechos con el festival de
amor divino en asociación con Nityānanda Prabhu. El Señor Gauracandra sonrió
benévolamente a todos; los devotos alabaron a los dos Señores y danzaron
alegremente alrededor de Ellos.
De repente llegó Haridāsa,
pero debido a la intoxicación por el kṛṣṇa-prema, tambaleaba y tropezaba al caminar. Exhibiendo éxtasis divino, su
cuerpo estaba cubierto de erizamientos, lágrimas corrían en torrentes y rugía
como un león. Comenzó a danzar como un loco delante de Mahāprabhu. Era
imposible que el universo contenga la bienaventuranza que Haridāsa sentía en
aquel momento. Después de que Haridāsa bañara los pies de Śrī Gaurahari con
diferentes aditamentos, el Señor lo envió a tomar prasāda.
Cuando Advaita apareció,
el Señor y los devotos lo saludaron respetuosamente. Mientras Haridāsa estaba
danzando, manifestó la forma del Señor Brahmā. Él cayó a los pies de Viśvambhara
ofreciendo respetos. Y entonces, usando las cuatro cabezas, Brahmā alabó al
Señor con himnos védicos. Gaurāṅga abrazó a Brahmā y le dijo que regresase a la
forma de Haridāsa. Lleno de amor extático a Dios, Haridāsa se sentó
pacíficamente y honró la prasāda.
El Señor Gaurāṅga
Se sentó entre Sus devotos y les explicó la razón confidencial de Su aparición
en la Tierra. Él venía a restablecer la religión y a difundir el hari-nāma-saṅkīrtana por todo el planeta. Gaurahari dijo: “Debo dar vraja-bhāva en la forma de dāsya, sakhya, vātsalya y śṛṅgāra rasas. Voy a saborear el
néctar de rādhā-kṛṣṇa-prema. Distribuiré
este prema a todo el mundo, incluyendo niños, tontos, mujeres, demonios,
comedores de perros, yavanas y semidioses. Daré el
bienaventurado sabor de Vṛndāvana a todo el mundo en Nadia”.
Gadādhara y
Narahari se sentaron al lado del Señor y Śrī Raghunandana se sentó a Sus pies.
Advaita Ācārya, Nityānanda y Gaurahari juntos cantaban Sus propias glorias. Murāri,
Mukunda Dāsa, Śrīvāsa, Haridāsa y otros eran la personificación del amor.
Suklambhara, Vakreśvara, Sañjaya y Śrīdhara Paṇḍita cantaban dulces y
melodiosas canciones alabando al Señor Gaurasundara. Entonces, Mahāprabhu
ordenó: “Lleven este santo nombre de Hari de casa en casa en Navadvīpa. Enseñen
a todos: ancianos, mujeres, niños, comedores de perros, santos y pecadores, a
cantar los santos nombres. Con esto ellos atravesarán el océano de la
existencia material con facilidad”.
Los seguidores de
Gaura dijeron: “Prabhu, no podemos dar los santos nombres de ese modo, debido a
los hermanos Jagāi y Mādhāi. Estos dos brāhmaṇas
degradados son completamente descarados y bribones. Ellos realizan
habitualmente un número ilimitado de las actividades más viciosas y
pecaminosas. Estos descualificados e irresponsables brāhmaṇas están aterrorizando a Navadvīpa. Son adictos al vino y ofenden a
todas las mujeres que encuentran. Mataron innumerables vacas, brāhmaṇas y mujeres. Todos los días deambulan por ahí en ebriedad
alcohólica. A pesar de vivir en las márgenes del Ganges, nunca se bañan. Nunca
hacen adoración a ninguna Deidad. Jagāi y Mādhāi oprimen y castigan incluso a
sus propios amigos y familiares. Y para terminar, ellos odian el sonido de hari-nāma-saṅkīrtana”.
Después de oír
este relato horrible, Gaurāṅga quedó con los ojos rojos de ira, cobrizos como
el sol naciente. Pasó por Su mente: “En el pasado había un brāhmaṇa pecaminoso llamado Ajāmila. Lleno de apego paterno, él cantó “Nārāyaṇa”
a la hora de la muerte y por ello recibió un cuerpo espiritual y fue para Vaikuṇṭha.
Estoy preocupado por Jagāi y Mādhāi que son infinitamente más pecaminosos que
Ajāmila. ¿Cómo podrán ser liberados? Vine aquí a dar hari-nāma-saṅkīrtana para purīficar y liberar a las personas de Kali-yuga. Ahora voy a
llamar a todos para realizar juntos el saṅkīrtana con mṛdaṅgas y karatālas. Cantando alto y dulcemente, lideraré el kīrtana por las calles de Nadia”.
En el Caitanya-Bhāgavata, Madhya, Capítulo 13, Vṛndāvana
Dās Ṭhākura describe que un día Mahāprabhu llamó a Nityānanda y a Haridāsa y
dijo: “Vean, llegó la hora de liberar a las jīvas de Kali. De hoy en adelante ustedes deben ir de puerta en puerta
y pedir la limosna de hari-nāma. Canten hari-nāma y pidan a todos que canten. No digan nada más. Al final de la
tarde vuelvan para contarme lo que recibieron de limosna”.
Nityānanda ya
estaba ansioso por la liberación de las jīvas.
Al recibir esta orden de Mahāprabhu, Su alegría no tenía límites. Llevó consigo
a Haridāsa y comenzó a andar por los callejones de Nadia, cantando hari-nāma y pidiendo humildemente a todos que cantasen. No obstante, si
algún alma desafortunada no se interesaba por el canto, entonces, ellos le
imploraban con las manos juntas y con lágrimas en los ojos: “¡Hermano! Si no
deseas cantar todo el tiempo, canta al menos una vez para que quedemos en deuda
contigo para siempre”. Algunos aceptaban sus argumentos y otros no. Algunos
reían y decían: “Oh, se volvieron locos. Nimai Paṇḍita ya era loco. Ahora todos
los que son influenciados por Él también se están volviendo locos”. Algunos
hasta los insultaban e intentaban golpearlos. Pero ellos seguían cantando sin
incomodarse pidiendo aun con más determinación y entusiasmo para que las
personas cantasen. Al final de la tarde fueron a contarle a Mahāprabhu el
resultado de la expedición.
Nityānanda oyó
hablar de Jagāi y Mādhāi, los dos hermanos que se auto-denominaban los policías
de Nadia. Ellos tenían escondrijos, a los que llamaban ṭhāñas (comisarías), en diversas partes de Navadvīpa y vivían
perturbando a las personas de la región de diversas formas para extraerles
dinero. Aunque fuesen brāhmaṇas, no había un crimen que
ellos no hubieran cometido. Robaban, cometían adulterio y homicidio. Y no
dudaban siquiera en matar vacas y brāhmaṇas. Comían carne y vivían ebrios. Al verlos de lejos las personas
intentaban esconderse. Eran grandes enemigos de los sādhus y sannyāsīs. El corazón de Nityānanda
se derritió de compasión por ellos. Él pensó: “Mahāprabhu me envió a predicar hari-nāma a todo el mundo, especialmente a los pecadores y caídos. ¿Dónde
podré encontrar personas más caídas que estas?”. Él dijo a Haridāsa: “¡Daḍa Haridāsa!
Tu eres tan poderoso, valiente y al mismo tiempo tan bondadoso y misericordioso
que, a pesar de haber sido apaleado en innumerables mercados por cantar el
nombre del Señor, has orado para que el Señor perdone a los ofensores. Ahora
que has decidido liberar a Jagāi y Mādhāi, tengo la certeza de que Mahāprabhu
cumplirá tu deseo”. Haridāsa rió y dijo; “¡Śrīpāda! ¿No sabes que Tu deseo es el
deseo del Señor? Dado que has decidido que sean liberados, no cabe la menor
duda de que ellos lo serán”.
Aquel día, los
dos partieron hacia el lugar donde Jagāi y Mādhāi estaban acampados. Los dos (Nityānanda
y Haridāsa) eran altos y bellos, usaban vestimentas azafranadas de sannyāsīs y todo el tiempo derramaban lágrimas mientras cantaban:
bolo kṛṣṇa, bhājā kṛṣṇa,
laha kṛṣṇa nām,
kṛṣṇa mata, kṛṣṇa pitā, kṛṣṇa dhan prāṅ
tomā sabhā lāgiyā kṛṣṇera avatār,
hena kṛṣṇa bhājā saba chāḍa anachar
kṛṣṇa mata, kṛṣṇa pitā, kṛṣṇa dhan prāṅ
tomā sabhā lāgiyā kṛṣṇera avatār,
hena kṛṣṇa bhājā saba chāḍa anachar
“Habla sobre Kṛṣṇa,
piensa en Kṛṣṇa y canta el nombre de Kṛṣṇa. Kṛṣṇa es vuestro padre, madre y la
vida de todos. Kṛṣṇa vino por tu causa para liberar a todo el mundo. Ríndete a
Él y no hagas nada equivocado”. (C. Bhag.
Madhya, 3.83-84)
Las personas
estaban sorprendidas al verlos cantando así, y dirigiéndose rumbo al lugar
donde los ebrios Jagāi y Mādhāi se encontraban, —como si fuesen los señores de
Nadia. Ellos comenzaron a decir: “Oh, ¿quiénes son estos dos? ¿Están locos? ¿Por
qué van cantando y danzando en esa dirección? ¿Será que no les importan sus
vidas? ¿Será que decidieron morir a manos de aquellos demonios ebrios?”.
Algunos de ellos dijeron a Nityānanda: “¡Śrīpāda! Si das algún valor a Tu vida,
por favor, apártate de este avispero”. ¿Por qué Nityānanda iba a oírlos?
Tan pronto como Jagāi
y Mādhāi los vieron, gruñeron: “¿Quiénes son ustedes que gritan de esa manera? ¿No
conocen a Jagāi y Mādhāi? ¡Tan sólo esperen y les daremos la mayor lección de
sus vidas!”. Cuando Nityānanda y Haridāsa los vieron venir, trataron de
escapar. Ellos huyeron porque el propósito inmediato era sólo preparar el
terreno para la liberación de aquellos dos. Ellos querían que ambos fuesen
liberados por el propio Mahāprabhu, para que Su divinidad y Su poder Se
manifestaran y las personas se rindiesen a Él.
Al verlos
huyendo, Jagāi y Mādhāi salieron corriendo detrás, como gatos detrás de
ratones. Nityānanda corría ligero, pero el anciano Haridāsa se fatigaba al
seguirlo. Haridāsa sabía que Nityānanda era Todo-poderoso y que estaba a salvo
en Su compañía pero, fingiendo estar enfadado con Él, iba lamentándose: “¿Oh,
por qué tuve que hacerle caso a un avadhūta? Ahora que fui tras Él, voy a terminar cayendo en las garras de
la muerte!”.
Nityānanda
también iba diciendo jocosamente: “¡Haridāsa! ¿Qué culpa tengo Yo? La culpa es
de tu Prabhu, quien dio la orden para que hiciéramos esto. Él se queda sentado
en casa y dando órdenes a Sus seguidores, como un rey: 'Vayan de puerta
en puerta a cantar hari-nāma'. Él ordena y nosotros
tenemos que obedecer. Para Él obediencia significa nuestra muerte, desobedecer
también. En cualquier caso tenemos que morir. Ese es nuestro Prabhu. ¿Qué
podemos hacer? Por lo tanto, échale la culpa a Él, no a Mi”. (C. Bhāg. Madhya, 13. 101-107)
Cuando los dos
llegaron a la casa de Mahāprabhu entraron corriendo y los hermanos bebidos no
pudieron verlos. Al perderlos de vista comenzaron a pelear entre sí. En aquel
momento Mahāprabhu estaba conversando con algunos devotos. Luego que vio a Nityānanda
y a Haridāsa corriendo extenuados, Él dijo: “¡Śrīpāda! ¿Por qué estás tan
fatigado? Parece que hoy Tu expedición fue agotadora. ¿Conseguiste algún
donativo?”. Nitāi respondió: “¡Como no! Jamás conseguimos tamaño donativo”. “¿Qué
has obtenido?” preguntó Mahāprabhu. “¿Sabes que obtuve de donativo? ¡Obtuve Mi
vida!”, respondió Nityānanda Prabhu. Entonces Nityānanda narró la historia de
cómo cantó hari-nāma a Jagāi y Mādhāi y de
cómo tuvo que salir corriendo para salvar Su vida. Mahāprabhu quedó terriblemente
agitado al saber esto y preguntó: “¿Quienes son estos Jagāi y Mādhāi?”. Śrīvāsa
y Ganga Dāsa que estaban allí dijeron; “¡Prabhu! Tu eres omnisciente. Tu lo
sabes todo. Somos incapaces de describir lo pecaminosos que son y cuanto
atormentan a las personas de Nadia”. Mahāprabhu dijo: “Lo sé, lo sé. Déjenlos
venir. Voy a mandarlos a Yamapurī en un instante”.
Nityānanda
entonces comentó: “¡Prabhu! Tu eres conocido como Patita-pāvana, 'Aquel que
santifica al profano o pecaminoso'. Ese nombre sólo mantendrá su significado si
Tu los santificas en lugar de matarlos. Decidí que debo hacerte proceder de
esta manera”. Entonces Mahāprabhu rió y dijo: “¡Śrīpāda! Si Tú deseas que ellos
sean santificados o liberados, puedes creer que ellos ya están santificados. En
verdad, ellos ya se santificaron en el momento en que obtuvieron Tu darśan”.
Los devotos
quedaron satisfechos al oír esto. Ellos glorificaron a Mahāprabhu y fueron a
sus casas. Haridāsa acompañó a Advaita Ācārya hasta su casa. Con mucho humor
comentó con Advaita la desesperante sociedad con Nityānanda: “¡Ācārya! Estoy
muy molesto con Nityānanda. Lo peor es que no puedo comentar nada con Mahāprabhu.
Él me llevó para el nāma-bhikṣā. Él vive intoxicado como
un ebrio. No se cuál es el intoxicante o la bebida que Él toma. Durante el nāma-bhikṣā, Él realiza diferentes tipos de līlās. A veces, Él salta en el Ganges y comienza a cazar cocodrilos; a
veces, Él monta un toro y dice: '¡Soy Śiva. Adórame!' Otras veces, Él ordeña la
vaca de alguien y toma la leche; otras veces, asalta a un vaquero y bebe todo
el yoghurt que él carga. Cuando yo se Lo prohibo, Él dice: 'Ve a contarle al Ācārya.
¿Qué podrá hacer conmigo?'. Lo que Él hizo hoy, tu personalmente lo has visto.
Él me llevó hasta aquellos ebrios para hacer nāma-bhikṣā. Podríamos haber muerto en sus manos, si el Señor no fuese
particularmente misericordioso con nosotros”. Advaita Ācārya entonces respondió
con el mismo humor: “Eso no es sorpresa. Si un ebrio no va tras otro ebrio, ¿adónde
irá? Verás como él hará que beban de Su bebida y queden como Él. Entonces, los
dos hermanos Nimai y Nitāi danzarán como ellos. De ese modo, van a perder la
casta. Nosotros también estamos arriesgando nuestra casta en compañía de estos
dos. Vamos a marcharnos de aquí, si queremos mantener nuestra casta y nuestro
prestigio”.
Cierta vez, Jagāi
y Mādhāi establecieron su guarida en un balneario cerca de la casa de Mahāprabhu,
donde los devotos acostumbraban tomar su baño. Los devotos estaban asustados.
Nadie quería bañarse antes del amanecer. Aun durante el día ellos no querían
bañarse sin compañía, sólo en grupos de diez o veinte. A la noche, cuando Mahāprabhu
y Sus devotos realizaban el kīrtana, Jagāi y Mādhāi
pensaron que ellos estaban cantando canciones de Maṅgal Chandi, la semidiosa adorada por los tántricos, y se
alegraron al oír el kīrtana. Ellos cambiaron el semblante y
danzaron al ritmo de las mṛdaṅgas. De día, cuando vieron a Mahāprabhu
yendo a tomar Su baño en el Ganges, ellos dijeron: “¡Nimai Paṇḍita! Tu cantas
muy bien las canciones de Maṅgal Chandi. Tus cantores son muy habilidosos. Deseamos
conocerlos. Vamos a hacer un festival al final de la ceremonia. No Te
preocupes, vamos a llevar la carne y las bebidas. Puedes confiar que
aprovisionaremos todo”.
Nityānanda
entonces pensó que esta sería una gran oportunidad para la liberación de
aquellos dos. Una noche, al regresar del nāgara-kīrtana, Él pasó intencionalmente cerca de ellos haciendo nāma-kīrtana. Mādhāi gritó: “¿Quién eres?”.
“Soy Yo”,
respondió Nityānanda. “Estoy yendo para la casa de Mahāprabhu”.
“Cuál es Tu
nombre?”.
“Avadhūta”,
respondió Nityānanda.
Luego que oyó la
palabra “Avadhūta”, Mādhāi Lo alcanzó en la cabeza con una piedra y Su cabeza
comenzó a sangrar. Pero mirando a Mādhāi con compasión, Nityānanda dijo: “¡Hermano
Mādhāi! Tan sólo mira, Me has herido. Canta el dulce nombre del Señor sólo una
vez y conquístame como tu siervo para siempre”.
El corazón de Jagāi
se derritió al oír esto pero Mādhāi se enfureció aun más. Él estaba yendo a
golpear a Nityānanda de nuevo cuando Jagāi lo contuvo y dijo: “Deténte. ¿Qué
ganarás golpeando a un sannyāsī?”. Eso salvó a Nityānanda. En eso, las personas
corrieron para contar el episodio a Mahāprabhu, quien rápidamente vino con Sus
compañeros. Estando muy airado al ver la sangre corriendo de la cabeza de Nityānanda,
Él exclamó inmediatamente: “¡Cakra! ¡Cakra!”, invocando el Sudarśana Cakra. Al
ver el Cakra, los dos hermanos comenzaron a temblar de miedo, y Nityānanda
dijo: “Prabhu, cálmate, tranquilízate. Dame el cuerpo de estos dos como
donativo. Ellos no hicieron ninguna maldad conscientemente. Mādhāi hizo eso
porque está bebido y Jagāi no hizo nada incorrecto. Además, él me salvó cuando Mādhāi
iba a alcanzarme por segunda vez”.
La ola de
misericordia que fluía del corazón de Nityānanda hizo a Mahāprabhu cambiar de
idea. Mahāprabhu abrazó a Jagāi al saber que este salvó a Nityānanda, y dijo: “Por
salvar a Nityānanda, Me has conquistado para siempre. Dime que debo darte a
cambio”. En Su afán por darle algo, Mahāprabhu ni siquiera esperó la respuesta
y dijo: “Voy a darte prema-bhakti ahora mismo”. Esta es la
misericordia inmotivada de Mahāprabhu. El tesoro más precioso que Él podría
dar, el tesoro que inclusive Brahmā desea, y que los ṛṣis no pueden alcanzar aun después de una vida de prolongado sādhana, Él se lo dio a un pecador que ni siquiera lo pidió. Los devotos
exclamaron: “¡Jay, Mahāprabhu! ¡Jay, Jagāi!”.
Cuando Mahāprabhu
dio prema-bhakti a Jagāi, este cayó
inconsciente. Mahāprabhu entonces dijo; “¡Jagāi! ¡Mírame!”. Recobrando la
conciencia, él vio la forma de cuatro brazos de Mahāprabhu portando śaṅkā, cakra, gadā y padma. Al verlo en esta forma,
cayó nuevamente inconsciente. Mahāprabhu colocó Su pie sobre su pecho y este
recobró la conciencia. Él mantuvo Su pie cerca de su corazón y comenzó a
llorar. Esto provocó un cambio en Mādhāi. Él también cayó a los pies de Mahāprabhu
y dijo: “¡Prabhu! Ten misericordia de mi también. Si Tu no concedes Tu
misericordia a alguien tan caído como yo, ¿a quién la concederás?”. Mahāprabhu
respondió: “Tu liberación no será posible, pues has herido a Nityānanda. El
cuerpo de Nityānanda es superior al Mío”. Con la voz embargada y con lágrimas
cayendo de los ojos, Mādhāi preguntó: “¿Hay alguna manera de que yo sea
liberado?”.
El corazón de Mahāprabhu
se había derretido con el pedido de Nityānanda para que estos dos fuesen
liberados. Entonces, por la misericordia de Nityānanda, Gaurāṅga dijo: “Tu
liberación sólo será posible si Nityānanda te perdona. No hay otra manera. Ve y
cae a los pies de Nityānanda”.
Sin pensarlo dos
veces, Mādhāi cayó a los pies de loto de Nityānanda. Entonces, Nityānanda
Prabhu dijo: “¡Prabhu! Si has dudado en concederle misericordia a Mādhāi a
causa de sus pecados, voy a concederle el resultado de todas las buenas
acciones que hizo en esta vida y en las vidas pasadas. Ahora Se misericordioso
con él. Es todo Tuyo”.
Mahāprabhu
respondió: “¡Śrīpāda! Si Tú Lo perdonas, ¿por qué no le das un abrazo?”.
Después de este pedido, Nityānanda abrazó a Mādhāi, y entonces Mahāprabhu dijo
a Jagāi y Mādhāi: “Ahora seré responsable por todos los pecados que ustedes
cometieron en vidas pasadas y en esta vida. Si ustedes no cometen nuevos
pecados deberé residir en sus cuerpos, que serán como templos para Mí”.
Jagāi y Mādhāi
cayeron inconscientes debido a la inmensa alegría de oír eso. Mahāprabhu dijo a
Sus devotos: “Levántenlos y llévenlos para Mi casa. Vamos a hacer un kīrtana con ellos”. Los devotos los llevaron hasta el jardín de la casa
de Mahāprabhu, en donde recobraron la conciencia. Entonces ellos cantaron en
alabanza a Mahāprabhu un verso que todos los devotos se sorprendieron al oír.
También quedaron sorprendidos al ver las sāttvika-bhāvas tales como erizamiento, lágrimas y temblores apareciendo en los
cuerpos de aquellos dos hermanos, ex-pecadores. Mahāprabhu los levantó y
entonces dijo: “Ahora ustedes dos son Mis devotos. Asumí todos sus pecados.
Ustedes ya pudieron percibir esto. ¡Vean!”. Cuando dijo eso Su cuerpo se volvió
todo oscuro. Entonces dijo a los devotos: “¡Vean! ¿Cómo estoy apareciendo?”.
Advaita Ācārya respondió: “Prabhu, Te pareces a Gokulachandra, Kṛṣṇa, la Luna
de Gokula”. Fue así que Mahāprabhu hizo a los devotos ver Su forma de Kṛṣṇa.
Pero Él les dijo: “Este color oscuro que ustedes están viendo en Mi cuerpo es
debido a los pecados que asumí de Jagāi y Mādhāi. Ahora, traten de hacer kīrtana. Entonces los pecados desaparecerán y quedarán en los cuerpos de
aquellos que roban o hablan mal de los otros”.
Mahāprabhu
entonces danzó e hizo kīrtana con los devotos con la
forma y bhāva de Kṛṣṇa, y Jagāi y Mādhāi
también danzaron con Él. ¡De qué forma fueron bendecidos Jagāi y Mādhāi! ¿Quién
puede estimar la buena fortuna de ambos? ¡Ellos danzaron con Kṛṣṇa, sus cuerpos
fueron tocados por el cuerpo de Kṛṣṇa; el cuerpo que ni Lakṣmī puede tocar a pesar
de anhelarlo tanto! Y, ¿quién puede describir la misericordia de Gaura-Nitāi,
quienes a cambio de una agresión les dieron kṛṣṇa-prema? Rāma, Kṛṣṇa y otras encarnaciones dieron mukti (liberación) a muchas jīvas a quienes mataron. Sin embargo, ¿qué encarnación dio kṛṣṇa-prema a cambio de una agresión? Las otras encarnaciones dieron a Sus
devotos las bendiciones que ellos solicitaron a cambio del servicio que Les fue
prestado. ¿Quién dio kṛṣṇa-prema a cambio de montañas de
pecados, sin que los pecadores siquiera hubiesen solicitado u orado por ello?
Śrī Vṛndāvana Dāsa
Ṭhākura escribe que hasta los semidioses quedaron sorprendidos al ver esta līlā de la liberación de Jagāi y Mādhāi. Ellos glorificaron la
misericordia de Mahāprabhu y comenzaron a danzar de alegría. Yāmāraja comenzó a
dudar si los dos hermanos habían cometido pecados. Llamó a su secretario
Citragupta, quien lleva el registro de los pecados y méritos de cada uno, y le
pidió que leyera el registro de las vidas de aquellos dos. Citragupta respondió:
“¡Prabhu! Tu no imaginas lo que hay en el registro de ellos. No puede ni
leerse. Aunque millones de personas fuesen a leer el registro de ellos durante
un mes sin parar, no serían capaces de leer todo el registro. Ellos no dejaban
pasar un segundo sin cometer un pecado. Los mensajeros venían a relatar los
pecados de ambos y los registradores intentaban anotarlos, pero no lograban
acabar, pues ellos continuaban pecando más de lo que era posible registrar. Los
registradores estaban tan desesperados que comenzaron a pelear con los
mensajeros. Yo mismo quedé sorprendido y pensé por cuánto tiempo ellos deberían
permanecer sufriendo los tormentos de los varios infiernos por donde deberían
pasar. Creo que no habría infiernos suficientes para una variedad tan surtida
de actividades pecaminosas. Pero, en un abrir y cerrar de ojos, Mahāprabhu
destruyó todos los pecados de ambos y les dio kṛṣṇa-prema, el cual ni siquiera Brahmā puede obtener fácilmente. Ahora, ¿qué
vamos a hacer con la montaña de pecados que ellos cometieron? Creo que debemos
tirarla al océano”. (C. Bhāg. Madhya,
14.10-19) Al oír eso, Yāmāraja cayó inconsciente. Al recuperar la conciencia
comenzó a glorificar la misericordia de Mahāprabhu y a danzar de alegría con
los dos brazos erguidos. Los otros semidioses también comenzaron a danzar. Jagāi
y Mādhāi fueron bendecidos con la misericordia de Nityānanda y Mahāprabhu. En
verdad, ellos se volvieron el símbolo de Su misericordia inconmensurable. No
obstante, el fuego de la penitencia quemaba incesantemente el corazón de Mādhāi.
Un día, en las márgenes del Ganges, él cayó a los pies de Nityānanda con lágrimas
en los ojos y dijo: “¡Prabhu! Cuando pienso que Tú eres quien sustenta el
universo en Tu forma de Viṣṇu, y que es a través de Tu energía que Brahmā crea
y Rudra destruye el universo, y que fue a Ti a quien agredí, el fuego del
remordimiento comienza a arder en mi corazón y no consigo tener paz. Siento que
Tu aun no me has perdonado. ¡Prabhu! Perdóname, o de otra forma el fuego del
arrepentimiento me devorará. No hay nada más que Tu misericordia para apagar
este fuego. Siendo así, Prabhu, ¡Ten misericordia de mi!”. El misericordioso Nityānanda
lo alzó y lo abrazó muy junto a Su corazón, y dijo: “¡Mādhāi! Tú eres como un
hijo para Mi. Si un hijo agrede a su padre, ¿éste se siente ofendido? Puedes
estar seguro de que no has cometido ninguna ofensa contra Mí”.
Mādhāi se sintió
seguro, pero dijo: “¡Prabhu! Tú me has perdonado, pero cometí las ofensas más
repugnantes contra incontables personas; gente que ni siquiera conozco. Por
favor, Ten la bondad de decirme cómo puedo expiar estas ofensas”. Nityānanda
dijo: “¡Mādhāi! Has lo siguiente: Miles de personas vienen todo el día a
bañarse en el Ganges, construye un buen ghat para ellas. Vive todo el tiempo en la orilla del Ganges y recibe
el polvo de los pies de esta gente y las bendiciones que ellas puedan ofrecer”.
Mādhāi obedeció.
Comenzó a preparar el terreno, excavando la tierra de adentro del río y
acumulándola en la orilla. Luego, construyó un ghat. Comenzó a vivir en el ghat. Todos los días se bañaba en el Ganges, cantaba cien mil santos
nombres en sus cuentas y prestaba todo tipo de servicio que estuviera a su
alcance a los devotos que allí venían a bañarse. Él caía a sus pies y les decía
con lágrimas en los ojos: “¡Por favor! Sean misericordiosos y disculpen las
ofensas que cometí contra ustedes consciente o inconscientemente”.
Hasta hoy en día,
el Mādhāi Ghat, en Navadvīpa, nos recuerda la historia de la liberación de Mādhāi
y la misericordia inconmensurable e inmotivada de Gaura-Nitāi. Con la
liberación de Jagāi y Mādhāi, el deseo de Nityānanda fue satisfecho y la
personalidad de Mahāprabhu se hizo manifiesta. Las personas supieron de Su
poder sobrenatural para conceder kṛṣṇa-prema.
Y Su influencia sobre las personas aumentó miles de veces.