La salvación de Jagāi y Mādhāi

A pesar de ser completamente independiente, Śrī Gaurāṅga Mahāprabhu acepta ser controlado por el amor puro de Sus devotos. Sintiendo la más elevada humildad, el Señor implora por el amor de Sus devotos. Los devotos íntimos de Gaurāṅga pueden comprender Sus pasatiempos íntimos, pero las masas ignorantes no.

Śrīvāsa, Haridāsa, Murāri y Mukunda estaban cantando en bienaventuranza. El Señor Gaurāṅga Se unió a Sus asociados en el canto y la danza. En ese momento, Nityānanda Avadhūta llegó de repente. Él fue recibido con canciones auspiciosas y gritos de alegría. Nityānanda estaba divagando, moviéndose como un elefante intoxicado. Pero cuando oyó el hari-kīrtana quedó aturdido en éxtasis. Dio unos pocos pasos hacia el frente, Se detuvo y contempló todo. Preso del divino amor por Kṛṣṇa, Su cuerpo explotó en erupciones de bienaventuranza. Los bellos de Su cuerpo quedaron erizados como los pequeños filamentos de una flor Kadamba. Él giraba el cuello en todas las direcciones y miraba alrededor con los ojos colorados como si estuviera intoxicado. De repente, salió corriendo, rugiendo como un loco y centenas de personas corrieron tras Él. Él Señor corrió directo hasta Gaurāṅga y Le dio un fuerte abrazo. Lágrimas de éxtasis amoroso cayeron de Sus ojos. Estando efusivos, los dos Señores danzaron exuberantemente con Sus devotos. Ellos parecían Kṛṣṇa y Balarāma rodeados por Sus vaqueritos.

Después que la danza terminó, Gaurahari ordenó a todos que lavasen los pies de Nitāi y rocíen aquella agua pura sobre sus cabezas. El Avadhūta Prabhu afirmó a los devotos sobre Su cuello y todos se sumieron en un océano de prema. Entonces los devotos colocaron los pies de loto del Señor Nityānanda en el centro de sus corazones. Todos quedaron satisfechos con el festival de amor divino en asociación con Nityānanda Prabhu. El Señor Gauracandra sonrió benévolamente a todos; los devotos alabaron a los dos Señores y danzaron alegremente alrededor de Ellos.

De repente llegó Haridāsa, pero debido a la intoxicación por el kṛṣṇa-prema, tambaleaba y tropezaba al caminar. Exhibiendo éxtasis divino, su cuerpo estaba cubierto de erizamientos, lágrimas corrían en torrentes y rugía como un león. Comenzó a danzar como un loco delante de Mahāprabhu. Era imposible que el universo contenga la bienaventuranza que Haridāsa sentía en aquel momento. Después de que Haridāsa bañara los pies de Śrī Gaurahari con diferentes aditamentos, el Señor lo envió a tomar prasāda.

Cuando Advaita apareció, el Señor y los devotos lo saludaron respetuosamente. Mientras Haridāsa estaba danzando, manifestó la forma del Señor Brahmā. Él cayó a los pies de Viśvambhara ofreciendo respetos. Y entonces, usando las cuatro cabezas, Brahmā alabó al Señor con himnos védicos. Gaurāṅga abrazó a Brahmā y le dijo que regresase a la forma de Haridāsa. Lleno de amor extático a Dios, Haridāsa se sentó pacíficamente y honró la prasāda.

El Señor Gaurāṅga Se sentó entre Sus devotos y les explicó la razón confidencial de Su aparición en la Tierra. Él venía a restablecer la religión y a difundir el hari-nāma-saṅkīrtana por todo el planeta. Gaurahari dijo: “Debo dar vraja-bhāva en la forma de dāsya, sakhya, vātsalya y śṛṅgāra rasas. Voy a saborear el néctar de rādhā-kṛṣṇa-prema. Distribuiré este prema a todo el mundo, incluyendo niños, tontos, mujeres, demonios, comedores de perros, yavanas y semidioses. Daré el bienaventurado sabor de Vṛndāvana a todo el mundo en Nadia”.

Gadādhara y Narahari se sentaron al lado del Señor y Śrī Raghunandana se sentó a Sus pies. Advaita Ācārya, Nityānanda y Gaurahari juntos cantaban Sus propias glorias. Murāri, Mukunda Dāsa, Śrīvāsa, Haridāsa y otros eran la personificación del amor. Suklambhara, Vakreśvara, Sañjaya y Śrīdhara Paṇḍita cantaban dulces y melodiosas canciones alabando al Señor Gaurasundara. Entonces, Mahāprabhu ordenó: “Lleven este santo nombre de Hari de casa en casa en Navadvīpa. Enseñen a todos: ancianos, mujeres, niños, comedores de perros, santos y pecadores, a cantar los santos nombres. Con esto ellos atravesarán el océano de la existencia material con facilidad”.

Los seguidores de Gaura dijeron: “Prabhu, no podemos dar los santos nombres de ese modo, debido a los hermanos Jagāi y Mādhāi. Estos dos brāhmaṇas degradados son completamente descarados y bribones. Ellos realizan habitualmente un número ilimitado de las actividades más viciosas y pecaminosas. Estos descualificados e irresponsables brāhmaṇas están aterrorizando a Navadvīpa. Son adictos al vino y ofenden a todas las mujeres que encuentran. Mataron innumerables vacas, brāhmaṇas y mujeres. Todos los días deambulan por ahí en ebriedad alcohólica. A pesar de vivir en las márgenes del Ganges, nunca se bañan. Nunca hacen adoración a ninguna Deidad. Jagāi y Mādhāi oprimen y castigan incluso a sus propios amigos y familiares. Y para terminar, ellos odian el sonido de hari-nāma-saṅkīrtana”.

Después de oír este relato horrible, Gaurāṅga quedó con los ojos rojos de ira, cobrizos como el sol naciente. Pasó por Su mente: “En el pasado había un brāhmaṇa pecaminoso llamado Ajāmila. Lleno de apego paterno, él cantó “Nārāyaṇa” a la hora de la muerte y por ello recibió un cuerpo espiritual y fue para Vaikuṇṭha. Estoy preocupado por Jagāi y Mādhāi que son infinitamente más pecaminosos que Ajāmila. ¿Cómo podrán ser liberados? Vine aquí a dar hari-nāma-saṅkīrtana para purīficar y liberar a las personas de Kali-yuga. Ahora voy a llamar a todos para realizar juntos el saṅkīrtana con mṛdaṅgas y karatālas. Cantando alto y dulcemente, lideraré el kīrtana por las calles de Nadia”.

En el Caitanya-Bhāgavata, Madhya, Capítulo 13, Vṛndāvana Dās Ṭhākura describe que un día Mahāprabhu llamó a Nityānanda y a Haridāsa y dijo: “Vean, llegó la hora de liberar a las jīvas de Kali. De hoy en adelante ustedes deben ir de puerta en puerta y pedir la limosna de hari-nāma. Canten hari-nāma y pidan a todos que canten. No digan nada más. Al final de la tarde vuelvan para contarme lo que recibieron de limosna”.

Nityānanda ya estaba ansioso por la liberación de las jīvas. Al recibir esta orden de Mahāprabhu, Su alegría no tenía límites. Llevó consigo a Haridāsa y comenzó a andar por los callejones de Nadia, cantando hari-nāma y pidiendo humildemente a todos que cantasen. No obstante, si algún alma desafortunada no se interesaba por el canto, entonces, ellos le imploraban con las manos juntas y con lágrimas en los ojos: “¡Hermano! Si no deseas cantar todo el tiempo, canta al menos una vez para que quedemos en deuda contigo para siempre”. Algunos aceptaban sus argumentos y otros no. Algunos reían y decían: “Oh, se volvieron locos. Nimai Paṇḍita ya era loco. Ahora todos los que son influenciados por Él también se están volviendo locos”. Algunos hasta los insultaban e intentaban golpearlos. Pero ellos seguían cantando sin incomodarse pidiendo aun con más determinación y entusiasmo para que las personas cantasen. Al final de la tarde fueron a contarle a Mahāprabhu el resultado de la expedición.

Nityānanda oyó hablar de Jagāi y Mādhāi, los dos hermanos que se auto-denominaban los policías de Nadia. Ellos tenían escondrijos, a los que llamaban ṭhāñas (comisarías), en diversas partes de Navadvīpa y vivían perturbando a las personas de la región de diversas formas para extraerles dinero. Aunque fuesen brāhmaṇas, no había un crimen que ellos no hubieran cometido. Robaban, cometían adulterio y homicidio. Y no dudaban siquiera en matar vacas y brāhmaṇas. Comían carne y vivían ebrios. Al verlos de lejos las personas intentaban esconderse. Eran grandes enemigos de los sādhus y sannyāsīs. El corazón de Nityānanda se derritió de compasión por ellos. Él pensó: “Mahāprabhu me envió a predicar hari-nāma a todo el mundo, especialmente a los pecadores y caídos. ¿Dónde podré encontrar personas más caídas que estas?”. Él dijo a Haridāsa: “¡Daḍa Haridāsa! Tu eres tan poderoso, valiente y al mismo tiempo tan bondadoso y misericordioso que, a pesar de haber sido apaleado en innumerables mercados por cantar el nombre del Señor, has orado para que el Señor perdone a los ofensores. Ahora que has decidido liberar a Jagāi y Mādhāi, tengo la certeza de que Mahāprabhu cumplirá tu deseo”. Haridāsa rió y dijo; “¡Śrīpāda! ¿No sabes que Tu deseo es el deseo del Señor? Dado que has decidido que sean liberados, no cabe la menor duda de que ellos lo serán”.

Aquel día, los dos partieron hacia el lugar donde Jagāi y Mādhāi estaban acampados. Los dos (Nityānanda y Haridāsa) eran altos y bellos, usaban vestimentas azafranadas de sannyāsīs y todo el tiempo derramaban lágrimas mientras cantaban:

bolo kṛṣṇa, bhājā kṛṣṇa, laha kṛṣṇa nām,
kṛṣṇa mata, kṛṣṇa pitā, kṛṣṇa dhan prāṅ
tomā sabhā lāgiyā kṛṣṇera avatār,
hena kṛṣṇa bhājā saba chā
a anachar

“Habla sobre Kṛṣṇa, piensa en Kṛṣṇa y canta el nombre de Kṛṣṇa. Kṛṣṇa es vuestro padre, madre y la vida de todos. Kṛṣṇa vino por tu causa para liberar a todo el mundo. Ríndete a Él y no hagas nada equivocado”. (C. Bhag. Madhya, 3.83-84)

Las personas estaban sorprendidas al verlos cantando así, y dirigiéndose rumbo al lugar donde los ebrios Jagāi y Mādhāi se encontraban, —como si fuesen los señores de Nadia. Ellos comenzaron a decir: “Oh, ¿quiénes son estos dos? ¿Están locos? ¿Por qué van cantando y danzando en esa dirección? ¿Será que no les importan sus vidas? ¿Será que decidieron morir a manos de aquellos demonios ebrios?”. Algunos de ellos dijeron a Nityānanda: “¡Śrīpāda! Si das algún valor a Tu vida, por favor, apártate de este avispero”. ¿Por qué Nityānanda iba a oírlos?

Tan pronto como Jagāi y Mādhāi los vieron, gruñeron: “¿Quiénes son ustedes que gritan de esa manera? ¿No conocen a Jagāi y Mādhāi? ¡Tan sólo esperen y les daremos la mayor lección de sus vidas!”. Cuando Nityānanda y Haridāsa los vieron venir, trataron de escapar. Ellos huyeron porque el propósito inmediato era sólo preparar el terreno para la liberación de aquellos dos. Ellos querían que ambos fuesen liberados por el propio Mahāprabhu, para que Su divinidad y Su poder Se manifestaran y las personas se rindiesen a Él.

Al verlos huyendo, Jagāi y Mādhāi salieron corriendo detrás, como gatos detrás de ratones. Nityānanda corría ligero, pero el anciano Haridāsa se fatigaba al seguirlo. Haridāsa sabía que Nityānanda era Todo-poderoso y que estaba a salvo en Su compañía pero, fingiendo estar enfadado con Él, iba lamentándose: “¿Oh, por qué tuve que hacerle caso a un avadhūta? Ahora que fui tras Él, voy a terminar cayendo en las garras de la muerte!”.

Nityānanda también iba diciendo jocosamente: “¡Haridāsa! ¿Qué culpa tengo Yo? La culpa es de tu Prabhu, quien dio la orden para que hiciéramos esto. Él se queda sentado en casa y dando órdenes a Sus seguidores, como un rey: 'Vayan de puerta en puerta a cantar hari-nāma'. Él ordena y nosotros tenemos que obedecer. Para Él obediencia significa nuestra muerte, desobedecer también. En cualquier caso tenemos que morir. Ese es nuestro Prabhu. ¿Qué podemos hacer? Por lo tanto, échale la culpa a Él, no a Mi”. (C. Bhāg. Madhya, 13. 101-107)

Cuando los dos llegaron a la casa de Mahāprabhu entraron corriendo y los hermanos bebidos no pudieron verlos. Al perderlos de vista comenzaron a pelear entre sí. En aquel momento Mahāprabhu estaba conversando con algunos devotos. Luego que vio a Nityānanda y a Haridāsa corriendo extenuados, Él dijo: “¡Śrīpāda! ¿Por qué estás tan fatigado? Parece que hoy Tu expedición fue agotadora. ¿Conseguiste algún donativo?”. Nitāi respondió: “¡Como no! Jamás conseguimos tamaño donativo”. “¿Qué has obtenido?” preguntó Mahāprabhu. “¿Sabes que obtuve de donativo? ¡Obtuve Mi vida!”, respondió Nityānanda Prabhu. Entonces Nityānanda narró la historia de cómo cantó hari-nāma a Jagāi y Mādhāi y de cómo tuvo que salir corriendo para salvar Su vida. Mahāprabhu quedó terriblemente agitado al saber esto y preguntó: “¿Quienes son estos Jagāi y Mādhāi?”. Śrīvāsa y Ganga Dāsa que estaban allí dijeron; “¡Prabhu! Tu eres omnisciente. Tu lo sabes todo. Somos incapaces de describir lo pecaminosos que son y cuanto atormentan a las personas de Nadia”. Mahāprabhu dijo: “Lo sé, lo sé. Déjenlos venir. Voy a mandarlos a Yamapurī en un instante”.

Nityānanda entonces comentó: “¡Prabhu! Tu eres conocido como Patita-pāvana, 'Aquel que santifica al profano o pecaminoso'. Ese nombre sólo mantendrá su significado si Tu los santificas en lugar de matarlos. Decidí que debo hacerte proceder de esta manera”. Entonces Mahāprabhu rió y dijo: “¡Śrīpāda! Si Tú deseas que ellos sean santificados o liberados, puedes creer que ellos ya están santificados. En verdad, ellos ya se santificaron en el momento en que obtuvieron Tu darśan”.

Los devotos quedaron satisfechos al oír esto. Ellos glorificaron a Mahāprabhu y fueron a sus casas. Haridāsa acompañó a Advaita Ācārya hasta su casa. Con mucho humor comentó con Advaita la desesperante sociedad con Nityānanda: “¡Ācārya! Estoy muy molesto con Nityānanda. Lo peor es que no puedo comentar nada con Mahāprabhu. Él me llevó para el nāma-bhikṣā. Él vive intoxicado como un ebrio. No se cuál es el intoxicante o la bebida que Él toma. Durante el nāma-bhikṣā, Él realiza diferentes tipos de līlās. A veces, Él salta en el Ganges y comienza a cazar cocodrilos; a veces, Él monta un toro y dice: '¡Soy Śiva. Adórame!' Otras veces, Él ordeña la vaca de alguien y toma la leche; otras veces, asalta a un vaquero y bebe todo el yoghurt que él carga. Cuando yo se Lo prohibo, Él dice: 'Ve a contarle al Ācārya. ¿Qué podrá hacer conmigo?'. Lo que Él hizo hoy, tu personalmente lo has visto. Él me llevó hasta aquellos ebrios para hacer nāma-bhikṣā. Podríamos haber muerto en sus manos, si el Señor no fuese particularmente misericordioso con nosotros”. Advaita Ācārya entonces respondió con el mismo humor: “Eso no es sorpresa. Si un ebrio no va tras otro ebrio, ¿adónde irá? Verás como él hará que beban de Su bebida y queden como Él. Entonces, los dos hermanos Nimai y Nitāi danzarán como ellos. De ese modo, van a perder la casta. Nosotros también estamos arriesgando nuestra casta en compañía de estos dos. Vamos a marcharnos de aquí, si queremos mantener nuestra casta y nuestro prestigio”.

Cierta vez, Jagāi y Mādhāi establecieron su guarida en un balneario cerca de la casa de Mahāprabhu, donde los devotos acostumbraban tomar su baño. Los devotos estaban asustados. Nadie quería bañarse antes del amanecer. Aun durante el día ellos no querían bañarse sin compañía, sólo en grupos de diez o veinte. A la noche, cuando Mahāprabhu y Sus devotos realizaban el kīrtana, Jagāi y Mādhāi pensaron que ellos estaban cantando canciones de Magal Chandi, la semidiosa adorada por los tántricos, y se alegraron al oír el kīrtana. Ellos cambiaron el semblante y danzaron al ritmo de las mṛdaṅgas. De día, cuando vieron a Mahāprabhu yendo a tomar Su baño en el Ganges, ellos dijeron: “¡Nimai Paṇḍita! Tu cantas muy bien las canciones de Magal Chandi. Tus cantores son muy habilidosos. Deseamos conocerlos. Vamos a hacer un festival al final de la ceremonia. No Te preocupes, vamos a llevar la carne y las bebidas. Puedes confiar que aprovisionaremos todo”.

Nityānanda entonces pensó que esta sería una gran oportunidad para la liberación de aquellos dos. Una noche, al regresar del nāgara-kīrtana, Él pasó intencionalmente cerca de ellos haciendo nāma-kīrtana. Mādhāi gritó: “¿Quién eres?”.

“Soy Yo”, respondió Nityānanda. “Estoy yendo para la casa de Mahāprabhu”.

“Cuál es Tu nombre?”.

“Avadhūta”, respondió Nityānanda.

Luego que oyó la palabra “Avadhūta”, Mādhāi Lo alcanzó en la cabeza con una piedra y Su cabeza comenzó a sangrar. Pero mirando a Mādhāi con compasión, Nityānanda dijo: “¡Hermano Mādhāi! Tan sólo mira, Me has herido. Canta el dulce nombre del Señor sólo una vez y conquístame como tu siervo para siempre”.

El corazón de Jagāi se derritió al oír esto pero Mādhāi se enfureció aun más. Él estaba yendo a golpear a Nityānanda de nuevo cuando Jagāi lo contuvo y dijo: “Deténte. ¿Qué ganarás golpeando a un sannyāsī?”. Eso salvó a Nityānanda. En eso, las personas corrieron para contar el episodio a Mahāprabhu, quien rápidamente vino con Sus compañeros. Estando muy airado al ver la sangre corriendo de la cabeza de Nityānanda, Él exclamó inmediatamente: “¡Cakra! ¡Cakra!”, invocando el Sudarśana Cakra. Al ver el Cakra, los dos hermanos comenzaron a temblar de miedo, y Nityānanda dijo: “Prabhu, cálmate, tranquilízate. Dame el cuerpo de estos dos como donativo. Ellos no hicieron ninguna maldad conscientemente. Mādhāi hizo eso porque está bebido y Jagāi no hizo nada incorrecto. Además, él me salvó cuando Mādhāi iba a alcanzarme por segunda vez”.

La ola de misericordia que fluía del corazón de Nityānanda hizo a Mahāprabhu cambiar de idea. Mahāprabhu abrazó a Jagāi al saber que este salvó a Nityānanda, y dijo: “Por salvar a Nityānanda, Me has conquistado para siempre. Dime que debo darte a cambio”. En Su afán por darle algo, Mahāprabhu ni siquiera esperó la respuesta y dijo: “Voy a darte prema-bhakti ahora mismo”. Esta es la misericordia inmotivada de Mahāprabhu. El tesoro más precioso que Él podría dar, el tesoro que inclusive Brahmā desea, y que los ṛṣis no pueden alcanzar aun después de una vida de prolongado sādhana, Él se lo dio a un pecador que ni siquiera lo pidió. Los devotos exclamaron: “¡Jay, Mahāprabhu! ¡Jay, Jagāi!”.

Cuando Mahāprabhu dio prema-bhakti a Jagāi, este cayó inconsciente. Mahāprabhu entonces dijo; “¡Jagāi! ¡Mírame!”. Recobrando la conciencia, él vio la forma de cuatro brazos de Mahāprabhu portando śaṅkā, cakra, gadā y padma. Al verlo en esta forma, cayó nuevamente inconsciente. Mahāprabhu colocó Su pie sobre su pecho y este recobró la conciencia. Él mantuvo Su pie cerca de su corazón y comenzó a llorar. Esto provocó un cambio en Mādhāi. Él también cayó a los pies de Mahāprabhu y dijo: “¡Prabhu! Ten misericordia de mi también. Si Tu no concedes Tu misericordia a alguien tan caído como yo, ¿a quién la concederás?”. Mahāprabhu respondió: “Tu liberación no será posible, pues has herido a Nityānanda. El cuerpo de Nityānanda es superior al Mío”. Con la voz embargada y con lágrimas cayendo de los ojos, Mādhāi preguntó: “¿Hay alguna manera de que yo sea liberado?”.

El corazón de Mahāprabhu se había derretido con el pedido de Nityānanda para que estos dos fuesen liberados. Entonces, por la misericordia de Nityānanda, Gaurāṅga dijo: “Tu liberación sólo será posible si Nityānanda te perdona. No hay otra manera. Ve y cae a los pies de Nityānanda”.

Sin pensarlo dos veces, Mādhāi cayó a los pies de loto de Nityānanda. Entonces, Nityānanda Prabhu dijo: “¡Prabhu! Si has dudado en concederle misericordia a Mādhāi a causa de sus pecados, voy a concederle el resultado de todas las buenas acciones que hizo en esta vida y en las vidas pasadas. Ahora Se misericordioso con él. Es todo Tuyo”.

Mahāprabhu respondió: “¡Śrīpāda! Si Tú Lo perdonas, ¿por qué no le das un abrazo?”. Después de este pedido, Nityānanda abrazó a Mādhāi, y entonces Mahāprabhu dijo a Jagāi y Mādhāi: “Ahora seré responsable por todos los pecados que ustedes cometieron en vidas pasadas y en esta vida. Si ustedes no cometen nuevos pecados deberé residir en sus cuerpos, que serán como templos para Mí”.

Jagāi y Mādhāi cayeron inconscientes debido a la inmensa alegría de oír eso. Mahāprabhu dijo a Sus devotos: “Levántenlos y llévenlos para Mi casa. Vamos a hacer un kīrtana con ellos”. Los devotos los llevaron hasta el jardín de la casa de Mahāprabhu, en donde recobraron la conciencia. Entonces ellos cantaron en alabanza a Mahāprabhu un verso que todos los devotos se sorprendieron al oír. También quedaron sorprendidos al ver las sāttvika-bhāvas tales como erizamiento, lágrimas y temblores apareciendo en los cuerpos de aquellos dos hermanos, ex-pecadores. Mahāprabhu los levantó y entonces dijo: “Ahora ustedes dos son Mis devotos. Asumí todos sus pecados. Ustedes ya pudieron percibir esto. ¡Vean!”. Cuando dijo eso Su cuerpo se volvió todo oscuro. Entonces dijo a los devotos: “¡Vean! ¿Cómo estoy apareciendo?”. Advaita Ācārya respondió: “Prabhu, Te pareces a Gokulachandra, Kṛṣṇa, la Luna de Gokula”. Fue así que Mahāprabhu hizo a los devotos ver Su forma de Kṛṣṇa. Pero Él les dijo: “Este color oscuro que ustedes están viendo en Mi cuerpo es debido a los pecados que asumí de Jagāi y Mādhāi. Ahora, traten de hacer kīrtana. Entonces los pecados desaparecerán y quedarán en los cuerpos de aquellos que roban o hablan mal de los otros”.

Mahāprabhu entonces danzó e hizo kīrtana con los devotos con la forma y bhāva de Kṛṣṇa, y Jagāi y Mādhāi también danzaron con Él. ¡De qué forma fueron bendecidos Jagāi y Mādhāi! ¿Quién puede estimar la buena fortuna de ambos? ¡Ellos danzaron con Kṛṣṇa, sus cuerpos fueron tocados por el cuerpo de Kṛṣṇa; el cuerpo que ni Lakṣmī puede tocar a pesar de anhelarlo tanto! Y, ¿quién puede describir la misericordia de Gaura-Nitāi, quienes a cambio de una agresión les dieron kṛṣṇa-prema? Rāma, Kṛṣṇa y otras encarnaciones dieron mukti (liberación) a muchas jīvas a quienes mataron. Sin embargo, ¿qué encarnación dio kṛṣṇa-prema a cambio de una agresión? Las otras encarnaciones dieron a Sus devotos las bendiciones que ellos solicitaron a cambio del servicio que Les fue prestado. ¿Quién dio kṛṣṇa-prema a cambio de montañas de pecados, sin que los pecadores siquiera hubiesen solicitado u orado por ello?

Śrī Vṛndāvana Dāsa Ṭhākura escribe que hasta los semidioses quedaron sorprendidos al ver esta līlā de la liberación de Jagāi y Mādhāi. Ellos glorificaron la misericordia de Mahāprabhu y comenzaron a danzar de alegría. Yāmāraja comenzó a dudar si los dos hermanos habían cometido pecados. Llamó a su secretario Citragupta, quien lleva el registro de los pecados y méritos de cada uno, y le pidió que leyera el registro de las vidas de aquellos dos. Citragupta respondió: “¡Prabhu! Tu no imaginas lo que hay en el registro de ellos. No puede ni leerse. Aunque millones de personas fuesen a leer el registro de ellos durante un mes sin parar, no serían capaces de leer todo el registro. Ellos no dejaban pasar un segundo sin cometer un pecado. Los mensajeros venían a relatar los pecados de ambos y los registradores intentaban anotarlos, pero no lograban acabar, pues ellos continuaban pecando más de lo que era posible registrar. Los registradores estaban tan desesperados que comenzaron a pelear con los mensajeros. Yo mismo quedé sorprendido y pensé por cuánto tiempo ellos deberían permanecer sufriendo los tormentos de los varios infiernos por donde deberían pasar. Creo que no habría infiernos suficientes para una variedad tan surtida de actividades pecaminosas. Pero, en un abrir y cerrar de ojos, Mahāprabhu destruyó todos los pecados de ambos y les dio kṛṣṇa-prema, el cual ni siquiera Brahmā puede obtener fácilmente. Ahora, ¿qué vamos a hacer con la montaña de pecados que ellos cometieron? Creo que debemos tirarla al océano”. (C. Bhāg. Madhya, 14.10-19) Al oír eso, Yāmāraja cayó inconsciente. Al recuperar la conciencia comenzó a glorificar la misericordia de Mahāprabhu y a danzar de alegría con los dos brazos erguidos. Los otros semidioses también comenzaron a danzar. Jagāi y Mādhāi fueron bendecidos con la misericordia de Nityānanda y Mahāprabhu. En verdad, ellos se volvieron el símbolo de Su misericordia inconmensurable. No obstante, el fuego de la penitencia quemaba incesantemente el corazón de Mādhāi. Un día, en las márgenes del Ganges, él cayó a los pies de Nityānanda con lágrimas en los ojos y dijo: “¡Prabhu! Cuando pienso que Tú eres quien sustenta el universo en Tu forma de Viṣṇu, y que es a través de Tu energía que Brahmā crea y Rudra destruye el universo, y que fue a Ti a quien agredí, el fuego del remordimiento comienza a arder en mi corazón y no consigo tener paz. Siento que Tu aun no me has perdonado. ¡Prabhu! Perdóname, o de otra forma el fuego del arrepentimiento me devorará. No hay nada más que Tu misericordia para apagar este fuego. Siendo así, Prabhu, ¡Ten misericordia de mi!”. El misericordioso Nityānanda lo alzó y lo abrazó muy junto a Su corazón, y dijo: “¡Mādhāi! Tú eres como un hijo para Mi. Si un hijo agrede a su padre, ¿éste se siente ofendido? Puedes estar seguro de que no has cometido ninguna ofensa contra Mí”.

Mādhāi se sintió seguro, pero dijo: “¡Prabhu! Tú me has perdonado, pero cometí las ofensas más repugnantes contra incontables personas; gente que ni siquiera conozco. Por favor, Ten la bondad de decirme cómo puedo expiar estas ofensas”. Nityānanda dijo: “¡Mādhāi! Has lo siguiente: Miles de personas vienen todo el día a bañarse en el Ganges, construye un buen ghat para ellas. Vive todo el tiempo en la orilla del Ganges y recibe el polvo de los pies de esta gente y las bendiciones que ellas puedan ofrecer”.

Mādhāi obedeció. Comenzó a preparar el terreno, excavando la tierra de adentro del río y acumulándola en la orilla. Luego, construyó un ghat. Comenzó a vivir en el ghat. Todos los días se bañaba en el Ganges, cantaba cien mil santos nombres en sus cuentas y prestaba todo tipo de servicio que estuviera a su alcance a los devotos que allí venían a bañarse. Él caía a sus pies y les decía con lágrimas en los ojos: “¡Por favor! Sean misericordiosos y disculpen las ofensas que cometí contra ustedes consciente o inconscientemente”.

Hasta hoy en día, el Mādhāi Ghat, en Navadvīpa, nos recuerda la historia de la liberación de Mādhāi y la misericordia inconmensurable e inmotivada de Gaura-Nitāi. Con la liberación de Jagāi y Mādhāi, el deseo de Nityānanda fue satisfecho y la personalidad de Mahāprabhu se hizo manifiesta. Las personas supieron de Su poder sobrenatural para conceder kṛṣṇa-prema. Y Su influencia sobre las personas aumentó miles de veces.