Mientras
permaneció en Nīlācala como un avadhūta, Nityānanda andaba siempre alegre y juguetón, empero estaba
siempre inquieto y loco de prema. Cuando iba al
templo a obtener un darśan, los pūjāris y los siervos de Jagannātha eran cautelosos y atentos para que no
ocurriese ninguna profanación a la santidad del templo o de las Deidades. Un
día, cuando Él estaba haciendo kīrtana
delante de Jagannātha, fue arrebatado por un fuerte oleaje de bhāva y salió disparado hacia la Deidad para abrazarla. Los sirvientes
del templo salieron corriendo tras Él para contenerlo. Cuando un vigoroso
sirviente intentó agarrarlo, Nityānanda le dio un empujón tan fuerte que lo
arrojó a muchos metros de distancia. Él corrió con la velocidad de la
electricidad y abrazó la Śrī Vigraha de Balarāma. Él también retiró la
guirnalda de flores del cuello de la Deidad y la colocó alrededor de Su cuello.
Entonces, salió del templo como un loco, riendo y danzando. El sirviente que
había tratado de contenerlo comenzó a decir: “El avadhūta Nityānanda no es humano, debe ser alguna śakti divina. Estaba orgulloso de mi fuerza física, pero Él me arrojó
lejos como una paja”.
Mahāprabhu tomó sannyāsa en el mes de magha y llegó a Nīlācala en el mes de phālguna. Después de la liberación de Sārvabhauma, Él quedó intranquilo
por la liberación de las jīvas del
sur. Los devotos sabían que Él era absolutamente libre en Sus actividades y
pensamientos, y que no había poder sobre la Tierra que pudiera disuadirlo de ir
para el sur. Pero, cuando Él les dijo que iría sólo, eso afligió sus corazones.
Nityānanda dijo; “¡Prabhu! ¿Qué estás diciendo? ¿Vas a viajar sólo semejante
distancia hasta el sur? ¿Cómo será posible? ¿Has perdido el juicio? ¿Cómo vas a
cuidarte? No vamos a dejarte sólo. Voy contigo, pues ya viajé bastante por el
sur. Conozco todos los lugares sagrados de allí y sé como llegar hasta ellos.
Voy a llevarte sin que haya problemas o interrupciones durante el viaje”.
Mahāprabhu
respondió: “¡Śrīpāda! Si Yo Te llevara conmigo tendría que trasladarme conforme
a Tu voluntad, porque soy un muñeco en Tus manos. Después de tomar sannyāsa estaba yendo hacia Vṛndāvana y Tú Me llevaste hacia la casa de
Advaita. Estaba yendo para Nīlācala con Mi daṇḍa,
Mi única compañera después de la sannyāsa, y tú la rompiste. Tuve que someterme a Tu deseo y permanecer sin
la daṇḍa. Como Tú Me amas mucho,
estás siempre preocupado por Mi comodidad y conveniencia. Yo vivo ansioso en
cuanto a la protección de Mi sannyāsa-dharma y por la liberación de las jīvas. Si Te llevo conmigo no seré capaz de seguir Mi sannyāsa-dharma ni seré capaz de ocuparme en la liberación de las jīvas”.
Mahāprabhu
también Se rehusó a llevar a Jagadānanda, Mukunda, Damodara o a cualquier otro
devoto, pues, según Él, debido al inmenso amor que todos sentían por Él,
intentarían controlarlo y obligarlo a hacer lo que ellos quisieran. Siendo así,
Nityānanda Le dijo: “Si no deseas llevar a ninguno de nosotros contigo, deberás
aceptar por lo menos a alguien como Tu siervo. Si no llevas a alguien, ¿quién
va a cuidar de Ti mientras permanezcas inconsciente en prema-samādhi? A la hora de la japa Tus dos manos estarán ocupadas contando las cuentas. En ese
momento, ¿quién va a cargar Tus kaupīna y kamaṇḍalu? Kṛṣṇa Dāsa, que es una
persona muy simple, está aquí. Debes aceptar nuestro pedido y llevarlo contigo.
Él va a servirte muy bien, sin interferir en nada de lo que Tu deseas hacer”. Mahāprabhu
tuvo que consentir. Y así, Él partió hacia el sur acompañado del afortunado Kṛṣṇa
Dāsa.
Después de su
largo viaje por el sur y por el oeste, Mahāprabhu regresó a Nīlācala. Él puso a
centenas de miles de personas en diferentes partes del país en el camino de bhakti puro. Ahora, Él tenía la mente volcada hacia Gauḍa. La mayoría de
las personas en Gauḍa era tántricas. Ellas estaban muy orgullosas de su
conocimiento mundano. La tarea de predicar bhakti
a ellos no era fácil. Tal tarea sólo podría ser realizada por una persona
poderosa, que fuese la propia personificación de prema-bhakti, y la única persona capacitada para esta tarea era Nityānanda.
Nityānanda
acostumbraba deambular por Nīlācala sin ningún compromiso, danzando y cantando
en éxtasis. Él vivía siempre inquieto y juguetón. Siempre iba a ver a Mahāprabhu
tres veces al día. En presencia de Mahāprabhu, Él solía quedarse tranquilo,
quieto y bien comportado. Al verlo, Mahāprabhu acostumbraba levantarse,
prestarle reverencias y glorificarlo, mientras que Nityānanda apenas reía.
Un día Mahāprabhu
Lo hizo sentar cerca Suyo y sostuvo las dos manos de Nityānanda, diciendo; “¡Śrīpāda!
Estoy muy preocupado por algo. Hice el voto de liberar a las jīvas: los ricos, los pobres, los
eruditos y los analfabetos, los brāhmaṇas
y los śūdras. Quiero dejarlos
completamente locos de amor por Kṛṣṇa. Sin embargo, acabé tomando sannyāsa y vivo aquí en Nīlācala preso de una promesa que hice a Mi madre.
He sido barrido del mundo por la corriente del kṛṣṇa-prema. No tengo ningún contacto con las personas. ¿Cómo podré
liberarlas? Acepta Mi pedido. Ve a Gauḍa, vuélvete un jefe de familia, predica kṛṣṇa-prema y haz que el Ganges de kṛṣṇa-prema fluya a través del desierto de este mundo”.
Desde el punto de
vista común, el pedido de Mahāprabhu iba en contra del dharma. Mahāprabhu no haría un pedido de estos si no tuviese un
propósito más elevado. El propósito principal de la presencia de Mahāprabhu fue
el de mostrar el camino de bhakti a las jīvas. Fue para cumplir con este propósito que Él tomó sannyāsa. Después de Él, Gadādhara y Svarūpa tomaron sannyāsa. Nityānanda ya era un sannyāsī. Viśvarūpa también había salido de casa para aceptar sannyāsa. Esto podría dar la impresión de que sería necesario renunciar al
mundo para poder liberarse. De acuerdo con el vaiṣṇava-dharma, no es necesario renunciar al mundo ni someter los sentidos. Es
necesario volcar la mente y los sentidos hacia Kṛṣṇa. Los vaiṣṇavas hacen eso y viven en el mundo de los sentidos libremente,
sin temor, de la misma manera en que el encantador de serpientes juega libre y
audazmente con la serpiente después de quitarle el veneno. Mahāprabhu pensó que
la mejor manera de quitar de la mente de las personas la impresión de que la sannyāsa era un necesidad para la realización de Kṛṣṇa, era pedir a Su
segundo “Yo”, Nityānanda, que estableciera un ideal para los jefes de familia,
así como Él mismo había establecido un ideal para los sannyāsīs. De esta manera, Él no sólo probaría que la sannyāsa no es necesaria para liberarse del mundo o para alcanzar a Kṛṣṇa.
Él también probaría que no hay dharma superior a prema-dharma. Así como las gopīs renunciaron a loka-dharma y a veda-dharma por prema-dharma, el sannyāsa-dharma debería ser resignado
por kṛṣṇa-prema o para cumplir algún
propósito para Kṛṣṇa.
Nityānanda quedó
atónito y estupefacto al oír lo que Mahāprabhu decía. Él había renunciado al
mundo y vuelto un sannyāsī cuando era muy joven, y
estuvo desplazándose por cada rincón en busca de Kṛṣṇa. Él sintió que era una
injusticia pedirle que Se volviera un jefe de familia a esa edad. Él dijo: “¡Prabhu!
¿Qué estás diciendo? ¿No es contrario al sannyāsa-dharma abandonar la sannyāsa? ¿Es apropiado que Tú sigas estrictamente el ideal de sannyāsa-dharma siguiendo fielmente todas las reglas prescritas para los sannyāsīs en los śāstras y que Yo vaya en contra
de los śāstras renunciando a la sannyāsa? ¿Es apropiado que Tú sufras todas las dificultades y desafíos de
la vida de sannyāsa y que Yo disfrute de la
vida de un jefe de familia? Además, como Tú mismo dices, no puedo vivir sin Ti.
No voy a dejarte para vivir en otro lugar. Tendré que vivir por aquí y hacer lo
que Tú digas”. Mahāprabhu preguntó; “Śrīpāda, entonces, ¿cómo serán liberadas
las jīvas?”. Nityānanda respondió:
“Conoces a Tus jīvas y sabes como liberarlas”.
Estas palabras de
Nityānanda llegaron a lo profundo del corazón de Mahāprabhu. Lágrimas corrieron
de Sus ojos de loto. Al ver aquellas lágrimas, Nityānanda no pudo soportarlo y
dijo: “¡Prabhu! Dime qué debo hacer. Voy a hacer lo que Tú digas”. Mahāprabhu
quedó satisfecho y abrazó a Nityānanda. En este abrazo, ambos Se bañaron con
Sus propias lágrimas.
Nityānanda fue
para Gauḍa llevando a Sus compañeros, Rāmadasa (Abhiram Gopal), Gadādhara Dāsa,
Raghunātha Vaidya, Kṛṣṇa Dāsa Paṇḍita, Parameśvarī Dāsa, Purandara Paṇḍita, etc.
Antes de partir hacia Gauḍa, Él concedió a cada uno de Sus devotos un tipo
particular de bhāva. Concedió a Rāmadasa la
bhāva de Gopāla, a Gadādhara
la bhāva de Rādhā, a Raghunātha
Vaidya la bhāva de Revatī, a Sundarānanda
la bhāva de Aṅgada y a Kṛṣṇa Dāsa
y a Parameśvarī la bhāva de gvala-bala, los vaqueritos compañeros de Kṛṣṇa. Por eso, ellos vivían
embriagados por el vino de prema, que
bebían hasta olvidar sus propias existencias y las necesidades corporales de
comida, bebida y descanso. Ellos vivían realizando diferentes tipos de līlās, cada uno de acuerdo con la bhāva particular que Nityānanda implantara en su corazón. Ellos eran
como soldados en el ejército de prema,
saliendo en una expedición para conquistar el mundo entero. La intención no era
conquistar territorios o países por los cuales pasaban, sino los corazones de
las personas que vivían por allí. El ejército estaba bien equipado con
diferentes tipos de armas de bhāva,
las cuales alcanzaban directamente los corazones de las personas y los desviaba
de la lujuria, el orgullo, la ira, la malicia, la ambición, etc. El mariscal de
este ejercito era Nityānanda, la auténtica imagen del amor, quien conducía al
ejército de victoria en victoria, anunciando Sus conquistas, no a través de una
banda militar, sino a través del sonido del kīrtana.
El comandante, que había hecho el voto de conquistar toda Gauḍa, iba de puerta
en puerta diciendo: “¡Hermano, canta 'Kṛṣṇa', 'Gaura' y conquístame como tu
siervo para siempre!”. Las personas quedaban muy conmovidas por Su súplica, por
Su amor y Su humildad, y se sentían como si hubiesen sido rescatadas para una
nueva vida.