Hāḍāi Paṇḍita era un brāhmaṇa bien versado en los śāstras y era un gran devoto del Señor. Su casta esposa, Padmāvatī, también era muy dedicada al Señor Kṛṣṇa. Viviendo en la aldea de Ekacakrā, en el distrito de Virabhūmā, ellos eran felices en todos los aspectos excepto por el hecho de no tener un hijo. Padmāvatī acostumbraba orar al Señor, daba donativos y hacía ayunos para obtener un hijo. Una noche ella tuvo un sueño maravilloso. Un mahātmā con cuerpo esbelto y brillante, y con largos cabellos enrulados, se le apareció y dijo: “No te preocupes, pronto tendrás un hijo que será un mahā-puruṣa poseedor de śakti ilimitada, el cual librará a miles de pecadores de la prisión material”.
Esta profecía se
hizo realidad. En el trayodaśī de la quincena de la
luna llena del mes de Māgha del año 1473, la afortunada Padmāvatī tuvo un hijo
que fue llamado Kuvera, quien más tarde sería conocido como Nityānanda.
El cuerpo de la
criatura era dorado y su belleza era incomparable. Sus ojos y su cara sugerían
que una bienaventuranza trascendental reinaba en su corazón. A medida que
crecía, se hacía evidente que Él no era humano, sino un ser divino.
Era esencial que
el hijo de un gran Paṇḍita fuera bien versado en los śāstras. Por lo tanto, Hāḍāi Paṇḍita lo encaminó a una tolā (escuela para aprender sánscrito). Los maestros quedaron
sorprendidos al ver su gran inteligencia y su memoria prodigiosa. A la edad de
doce años Él ya era experto en vyākaraṇa (gramática sánscrita) y nyāya (lógica). Los Paṇḍitas estaban tan satisfechos con Su aprendizaje
que le confirieron el título de Nyāyacūḍāmaṇi: “la joya más valiosa de la nyāya, o lógica”.
En el Caitanya-bhāgavata de Śrīla Vṛndāvana Dās Ṭhākura (Cc. Ādi-līlā, capítulo 9), encontramos la
descripción de los pasatiempos infantiles de Nityānanda Prabhu hasta la edad de
doce años, así como en el Nityānanda-caritāmṛta, ādi, se explica que Nitāi
no jugaba como los niños comunes de su edad sino que realizaba kṛṣṇa-līlā, rama-līlā y las līlās de muchos otros avatāras.
Desde el momento
de su nacimiento surgieron en Rādhā-deśa todos los síntomas auspiciosos. Todas las variedades de
hambre, pobreza e infelicidad desaparecieron inmediatamente. El día en que
Gauracandra hizo Su advenimiento en Śrīdhama Navadvīpa, Nityānanda Prabhu gritó
de alegría. El vasto universo quedó saturado de los sonidos de Sus gritos y el
mundo entero quedó atónito. Algunos decían: “El relámpago descendió a la Tierra”.
Muchos podían entender que el poderoso disturbio era el resultado de algún
poder divino. Algunos decían: “Sabemos la causa. El maestro de Gauḍa habló con
una voz de trueno”. Y, de esa manera, todos daban sus diferentes opiniones. No
obstante, por el poder de la energía ilusoria de Kṛṣṇa, nadie conseguía
reconocer la posición trascendental de Nityānanda Prabhu.
De esta forma,
manteniendo Su naturaleza divina inmanifiesta, el Señor Supremo, Nityānanda
Prabhu, Se fascinaba con la compañía de los niños. En todos los juegos que el
Señor jugaba con los niños, Kṛṣṇa era el centro. En realidad, el juego no era
más que la līlā del Señor. Nityānanda
Prabhu hacía realizar una asamblea de dioses con una de las criaturas haciendo
el papel de la Tierra quien presentaba el pedido de los semidioses al Supremo
Señor Viṣṇu. Todos iban junto con la Tierra hasta las márgenes del río donde
rezaban en conjunto al invisible Señor del universo, Kṣīrodakaśāyī Viṣṇu.
Cierta vez, Sus amigos asumieron el papel de la asamblea de los dioses, quienes
estaban deseosos de pedir al Señor que aliviara la carga de maldad que oprimía
la Tierra. Nityānanda llevó consigo un niño que se vestía como la Tierra, y
junto con los niños que hacían el papel de los diferentes dioses reunidos, fue
para las márgenes del río Ganges. Allí Se dirigió al Señor que descansa en el
océano de leche, Kṣīrodakaśāyī Viṣṇu. En aquel momento, una de las criaturas
asumió el papel de Señor Viṣṇu y, escondiéndose sin ser vista, habló con una
voz grave para que todos pudiesen oír: “Con certeza voy a nacer en Goloka
Mathurā para aliviar la carga de la Tierra”.
Y así, Nityānanda
Prabhu enseñaba los diferentes pasatiempos de Kṛṣṇa realizados durante la era
de Dvāpara. Enseñó los pasatiempos del casamiento de Vāsudeva y Devakī, el
nacimiento de Śrī Kṛṣṇa en la prisión de Kaṁśa, el viaje de Vāsudeva a Nandagrāma
y como este cargó a Kṛṣṇa por el río Yamunā, así como también, Su vuelta a Nandagrāma
cuando trajo consigo a Mahāmāyā, quien acababa de aparecer como hija de Yaśodā.
Enseñó los
pasatiempos de Kṛṣṇa robando manteca, y matando a los demonios Dhenuka, Agha y
Baka. También exhibió los pasatiempos de pastorear vacas, levantar la colina de
Govardhana, robar las vestimentas de las gopīs y del Señor concediendo misericordia a las esposas de los brāhmaṇas sacrificiales. Enseñó los pasatiempos de enviar consejo secreto a
Kaṁśa en la forma de Nārada, la matanza del elefante Kuvalaya y de los
luchadores Cāṇūra y Muṣṭika, y la muerte de Kaṁśa.
Nityānanda Prabhu
también enseñó el pasatiempo en el cual Vāmanadeva engañó a Bali para obtener
los tres mundos, y asumió el papel de Rāmacandra. Sus amigos hacían el papel de
soldados-monos, y jugaban a construir un puente de piedras flotantes
atravesando el océano, imitando los pasatiempos de Rāma. Cierta vez, Nityānanda
hizo el papel de Lakṣmaṇa y, con arco en mano, atacó el palacio de Sugrīva. Una
vez tomó para Sí el papel de Rāma enseñando el pasatiempo de quebrar el orgullo
de Paraśurāma. Otra vez, en el papel de Lakṣmaṇa fingió matar a Indrajit y
después desmayar alcanzado por las poderosas flechas de Rāvaṇa, el rey demonio.
Él enseñaba el
pasatiempo de tomar remedio de la colina de Gandhamādana, traída por Hanumān, y
se recuperaba de las heridas después de tomarlo. Nityānanda pasó doce años
enseñando ese tipo de pasatiempos.
En otra ocasión,
vistió a uno de Sus amigos de la infancia como Pūtanā, mientras que otro
pequeño, subiendo al regazo de ella, fingía succionar su seno tal como el bebe Kṛṣṇa.
Cierta vez, habiendo construido una carrito hecho de juncos con el auxilio de
los niños, Nityānanda Prabhu lo rompió. Nityānanda Prabhu acostumbraba traer a
Sus amigos de la infancia a la casa del lechero local y robaba leche y yoghurt,
siguiendo los pasos de Kṛṣṇa. Sus amigos nunca dejaban Su compañía, tampoco
volvían a Sus casas sino que día y noche permanecían jugando en la compañía de Nityānanda
Prabhu. Y los padres y madres tampoco los reclamaban, sino que todos amaban a Nityānanda
de corazón y alma. Ellos acostumbraban acoger a sus parientes y amigos en un
afectuoso abrazo. Al presenciar Sus maravillosos pasatiempos infantiles, todos
decían: “Nunca vimos juegos tan maravillosos. ¿Cómo es posible que ese niño
haya aprendido todas estas actividades de Kṛṣṇa?” Cierto día, habiendo hecho
serpientes con hojas de árboles, Nityānanda llevó a los niños a un laguito. Uno
de los niños entraba en el agua y flotaba inmóvil. Nityānanda lo despertaba.
Cierto día, llevó
a los niños a un bosque de palmeras donde jugaron a matar al demonio Dhenuka y
probar las frutas de las palmeras, llamadas tal. Frecuentemente, Él iba a los pastos y allí jugaba diferentes
juegos con los niños. Después de construir demonios de juguete y llamarlos
Baka, Agha y Vatsa, los mataba. Nityānanda Prabhu volvía a casa con Sus amigos
a la tardecita, todos tocando cornetas hechas de cuernos de buey.
Un día, Él
imitaba el pasatiempo de Kṛṣṇa de levantar la colina de Govardhana. Otro día,
después de construir la réplica de Vṛndāvana, iba a jugar allá con Sus amigos.
Un día robaba las vestimentas de las gopīs y otro día visitaba a las esposas de los brāhmaṇas ocupados en sacrificios. Uno de los niños hacía el papel de Nārada
Muni y, disfrazado con una barba, daba consejo confidencial a Kaṁśa. Cierto
día, uno de los pequeños se vistió como Akrūra y llevó a Kṛṣṇa y Balarāma fuera
de Vṛndāvana por orden de Kaṁśa. Nityānanda lloró de disgusto sintiendo la
separación de Kṛṣṇa en el humor de las gopīs.
Ríos de lágrimas brotaban de Sus ojos frente a los otros niños.
Influenciados por
la energía ilusoria de Viṣṇu, nadie conseguía entender la naturaleza
trascendental de la līlā divina de Nityānanda
Prabhu mientras todos los niños jugaban en Su compañía. Después de construir la
réplica de Mathurā, Nityānanda iba a pasear con los pequeños. Algunos de ellos
escogían hacer guirnaldas de flores y otros usaban las
guirnaldas. Nityānanda Prabhu vestía a uno de ellos como Kubjā y quedaba
atraído por ella.
Cierto día, al
hacer un arco, Nityānanda Prabhu lo rompió con un sonido estruendoso. Tras
matar al elefante Kuvalayāpiḍa y a los luchadores Cāṇūra y Muṣṭika, abatía y
arrastraba del cabello a uno de los pequeños quien asumía el papel de Kaṁśa.
Habiendo matado a Kaṁśa danzaba alegremente con los niños. De esa manera, los
pasatiempos de pequeño de Nityānanda Prabhu hacían a todas las personas de Ekacakrā
reír encantadas.
Nityānanda Prabhu
imitaba en Sus pasatiempos las actividades trascendentales de todos los avatāras de Dios. Cierto día, Nityānanda
Prabhu era Vāmana y otro niño hacía el papel de Bali Mahārāja. Así, Nityānanda
Prabhu conseguía engañarlo hasta recibir los tres mundos como caridad, incluso
a pesar de que uno de los niños, vestido como un anciano en el papel de Śukrācārya,
prohibiera tal dádiva. Entonces, Nityānanda Prabhu como Vāmana, tras aceptar la
dádiva de Bali, colocó Sus pies de loto sobre la cabeza de aquel pequeño.
Un día, Nityānanda
Prabhu jugó a construir un puente de árboles y piedras atravesando el océano, y
los niños hacían el papel de soldados-monos. Así, Él cortaba plantas de las
barandas de las casas y las arrojaba en el agua, fingiendo que eran árboles
gigantes, y los niños gritaban “Jaya, Rāma! Jaya, Raghunātha! Victoria a Rāma!
Victoria al Señor de la dinastía Raghu!”.
El propio Señor asumió
el papel de Lakṣmaṇa y, arco en mano, hizo Su camino hasta el palacio de Sugrīva
y en un arranque de furia dijo: ¡Tú mono desgraciado! Mi Señor Rāma está siendo
atormentado por tus acciones. Mi Señor está esperando la montaña Mālyavān,
sobrecargado de pesar. Y tú, mono malvado, estás ocupado divirtiéndote con
mujeres! Si quieres que Yo dispense tu vida, entonces ve hasta Rāma lo más
rápido que puedas y ofrécele alguna ayuda!”.
Otro día, en el
humor de Lakṣmaṇa, Él castigaba a Paraśurāma airado diciendo: “Oh, brāhmaṇa, no me responsabilizo por lo
que te ocurra si no huyes inmediatamente”. Los niños en su inocencia veían la
absorción de Nityānanda Prabhu en el humor de Lakṣmaṇa como si fuera nada más
que un juego infantil. No tenían ningún conocimiento acerca de Su posición como
la Suprema Personalidad de Dios. Algunos de ellos paseaban por el bosque como
cinco monos, y en el papel de Lakṣmaṇa, Nityānanda Prabhu preguntaba: “¿Quienes
son ustedes monos, que vagan por el bosque? ¡Digan! ¡Soy el siervo de Raghunātha!”.
Y ellos, a su vez, decían: “Erramos por aquí por miedo a Bali. ¡Llévanos a Rāma!
aceptamos el polvo de Tus pies sobre nuestras cabezas”. Dándoles un fuerte
abrazo, Él los llevaba al maestro y Se postraba delante de los pies de Rāma,
cayendo recto como una vara. En el papel de Lakṣmaṇa, cierto día, Nityānanda
Prabhu fue alcanzado por Indrajit. Otro día, Él jugaba a matar a Indrajit.
Haciendo que uno de los pequeños asumiese el papel de Vibhīṣaṇa, llevaba a este
en presencia de Rāma y lo instauraba como rey de Laṅkā.
Otro niño
gritaba: “¡Miren! Ahora estoy llegando como Rāvaṇa. Cuidado con las flechas de
mi arco. Que Lakṣmaṇa Se proteja si puede!”. En eso, el niño que hacía el papel
de Rāvaṇa, lanzaba una flor de loto a Nityānanda Prabhu, quien caía al suelo
sin sentido, en el humor de un Lakṣmaṇa derrotado. Habiéndose desmayado, Nityānanda
Prabhu no se levantaba. Aunque los pequeños intentasen de varias maneras
despertarlo, Nityānanda Prabhu no mostraba señales de vida en ninguna parte del
cuerpo. Los niños colocaban sus manos en la cabeza y lloraban, y gritaban.
Oyendo sus lamentos, la madre y padre de Nityānanda Prabhu acudieron al lugar.
Encontrando a su hijo sin vida, ambos cayeron al piso sin sentido. Todas las
personas del villarejo se reunieron allí y observaron la escena espantadas. Los
niños explicaban todo. Alguien de la multitud decía; “Ya se el motivo de todo
esto. Mucho tiempo atrás, un actor estaba haciendo el papel de Daśaratha y
murió al oír sobre el exilio de Rāma en el bosque”. Otro decía; “El pequeño
sólo está representando su papel. Así que cuando Hanumān consiga el remedio y
se lo administre, se recuperará”. Está claro que Nityānanda Prabhu ya había
explicado esto a los niños. Les dijo: “Cuando Yo caiga, todos deben hacer una
ronda alrededor Mío y llorar. Después de un tiempo, manden irse a Hanumān. Mi
vida será restituida si aplican el remedio en Mi nariz”. Sin embargo, cuando el
Señor que estaba haciendo Su papel a la perfección, quedó inconsciente, los
niños quedaron muy acongojados. Perdieron completamente el juicio y ni siquiera
recordaron las instrucciones de Nityānanda Prabhu. Ellos simplemente lloraban,
gritaban y clamaban: “¡Oh, hermano, levanta!”. Pero los comentarios de los
espectadores les hicieron recordar los consejos del Señor. Entonces, uno de los
niños se marchó como Hanumān y otro vestido como sabio se atravesó en su
camino. Saludándolo con una ofrenda de frutas y raíces, el sabio dijo: “Por
favor, quédate conmigo algún tiempo querido amigo, y bendice mi humilde
refugio. Solamente a través de una gran fortuna es que se puede obtener la
compañía de alguien como tú”. Hanumān respondió: “Mi tarea es urgente. Tengo
que apresurarme. No puedo detenerme; por favor, discúlpame pero tengo que decir
adiós. Debes haber oído hablar de Lakṣmaṇa, el hermano más joven de Rāma. Rāvaṇa
lo hizo desmayar con su flecha-śakti.
Tengo que correr hasta la montaña Gandhamādana. Ahora Su vida sólo podrá ser
salvada si yo llevara el remedio correcto”. El niño que hacía el papel de Hanumān
dijo todas esas líneas tal como había sido adiestrado por Nityānanda Prabhu.
Todos observaban espantados.
A pedido del
sabio, Hanumān fue hasta un lago próximo a bañarse. Otro niño agarró sus pies
debajo del agua. Así, el niño hacía el papel del cocodrilo y tiraba a Hanumān
hacia dentro del agua. El actor infantil que era Hanumān arrastró al cocodrilo
hasta la orilla y lo derrotó. Entonces, Hanumān encontró un enemigo aun más
formidable.
Un niño
disfrazado de rākṣasa corría detrás
de Hanumān y amenazaba con comerlo diciendo: “Derrotaste al cocodrilo pero
ahora tienes que derrotarme a mí. ¿Quién va a resucitar a Lakṣmaṇa si yo te voy
a engullir vivo?”. Hanumān respondía: “Tu Rāvaṇa es un perro inútil. ¡Vete de
aquí!”. De esa manera los dos niños lucharon hasta que ambas se agarraron de
los cabellos y comenzaron a golpearse con los puños. Después de algún tiempo, Hanumān
derrotó al rākṣasa.
Finalmente, el
niño que era Hanumān hizo su camino hasta la montaña Gandhamādana. Allí,
algunos pequeños vestidos de Gandharvas lucharon con él algún tiempo y, después
de derrotar a los Gandharvas, Hanumān trajo la montaña Gandhamādana sobre su
cabeza. Uno de los niños, actuando como médico, recordando a Rāma aplicó el
remedio en la nariz de Nityānanda Prabhu, quien estaba haciendo el papel de Lakṣmaṇa.
Por fin, el gran Señor, Nityānanda Prabhu, recobró la conciencia y se puso de
pie.
En eso, todos los
padres y el resto rieron. Hāḍāi Paṇḍita tomó al niño en los brazos y todos los
pequeños quedaron encantados. Todos preguntaban; “Mi querido niño, ¿dónde
aprendiste todas estas cosas?”. Y el Señor riendo, respondía: “Todos estos son
Mis pasatiempos divinos”.
En Su primera
infancia, el cuerpo del Señor era delicadamente bello. Nadie quería dejar de
abrazarlo. Todos Lo amaban más que a sus propios hijos. A través de la potencia
ilusoria del Señor, nadie podía reconocerlo como a la Suprema Personalidad de
Dios. De esa manera, desde Su primera infancia, Nityānanda Prabhu Se mantenía
absorto en los pasatiempos de Kṛṣṇa.
Todos los niños,
dejando a sus padres y hogares, constantemente jugaban en compañía de Nityānanda
Prabhu.