Nitāi sale de peregrinación

La educación hizo pensar a Nitāi sobre la futilidad del mundo y seguir un camino que lo condujese a la paz y la felicidad eternas. Sus padres quedaron alarmados al ver su completa indiferencia con todo lo que era mundano. En esta época, como si fuese un arreglo divino, apareció en la casa de Hāḍāi Paṇḍita un sannyāsī esbelto, con un rostro brillante y cabellos largos y ondulados. Hāḍāi Paṇḍita y su esposa le prestaron reverencias a este sannyāsī, cuyo nombre era Śaṅkaranya Purī y le pidieron que pernoctara en su casa, a lo cual estuvo de acuerdo. Aunque no revelara su identidad, Śaṅkaranya Purī era en verdad el hermano mayor de Mahāprabhu llamado Viśvarūpa, quien al dejar el hogar como un sannyāsī aceptó el nombre de Śaṅkaranya Purī.

Hāḍāi y la esposa le sirvieron de la mejor manera que pudieron. Al día siguiente, cuando estaba a punto de marcharse, el sannyāsī dijo: “Vean, estoy yendo de peregrinación. Preciso de un pequeño como su hijo para servirme. Si ustedes me Lo dan, serán bendecidos y Él también”. El matrimonio quedó atónito al oír esto. Ellos comenzaron a imaginar: “Si le diéramos a nuestro querido hijo, la separación del pequeño significará nuestra muerte; si no se Lo diéramos, la indignación del sannyāsī será nuestra condena en esta vida y en la siguiente”. Ellos no sabían que hacer. Entraron en la casa y comenzaron a deliberar. Durante algún tiempo las nubes de la desesperanza y del desánimo pararon sobre sus cabezas. Entonces, un rayo de luz divina iluminó sus corazones piadosos y ellos se rindieron a la voluntad del Señor. Ellos recordaron el sueño en el cual un mahātmā había profetizado el nacimiento de la criatura, la cual libraría a miles de pecadores de la prisión del mundo material. Ellos sintieron que lo que estaba ocurriendo iba de acuerdo con la voluntad del Señor, para el cumplimiento de algún propósito especial. Ellos imaginaron que si creaban algún obstáculo cometerían una ofensa a Sus pies. Entonces, salieron y cayeron a los pies del sannyāsī, y con lágrimas en los ojos y con la garganta embargada por la emoción, expresaron su deseo de ofrecerle a su querido Nitāi. Hāḍāi Paṇḍita y Padmāvatī eran muy bendecidos. Si no lo fuesen, ¿cómo podrían ser los padres de Nityānanda?

Aunque tuviese apenas doce años de edad, y fuese muy dedicado a sus padres, Nityānanda Prabhu dejó el confort del hogar y acompañó al sannyāsī en sus peregrinaciones. Cuando ellos partieron, Hāḍāi cayó al suelo desmayado y el bello cuerpo de su esposa se quedó inmóvil como si hubiese perdido el aire vital. En verdad, todos los habitantes de Ekacakrā entraron en pánico al oír la noticia de que Nityānanda había partido. Los amigos de Nitāi cayeron inconscientes en el piso y toda la aldea entró en un profundo pesar. Ellos se dirigían a casa de Hāḍāi y Padmāvatī e intentaban revivirlos. Sin embargo, al recobrar la conciencia, los padres de Nityānanda simplemente lloraban y a la vez gritaban el nombre de Nitāi, mientras que sus lágrimas derretían las piedras. Pasaron tres meses sin que ellos probaran siquiera un grano de alimento. Ellos enloquecieron por su llanto continuo. Los habitantes de Ekacakrā venían a sus casas y ofrecían diferentes tipos de alimentos, pero ellos los rechazaban pensando en el hecho de que mantener sus cuerpos vivos simplemente aumentaría su sufrimiento. En su locura, Hāḍāi llamaba constantemente a su querido hijo y Le pedía que Se sentase en su regazo. Otras veces llamaba a Nitāi para que lo acompañe a tomar un baño en el lago, y aun otras veces, él pedía a Nitāi que lo acompañe al mercado para comprarle ropa. No podía creer que Nitāi había partido. Él llamaba a Nitāi el día entero. A veces, Lo invitaba a tomar prasādam, diciéndole que Se apresurara pues su madre lo estaba esperando. Otras veces, él llamaba a Padmāvatī a ver a Nitāi caminando por las calles de Ekacakrā. De ese modo, los padres de Nityānanda pasaban sus días en completa meditación sobre su hijo querido hasta la llegada de su muerte. Luego de esto, los compañeros de Nitāi también partieron de Ekacakrā. En verdad, no pudiendo soportar la situación, todos los habitantes de Ekacakrā se mudaron a otros lugares sin decir a nadie adónde iban. De ese modo, con el correr del tiempo, la bella aldea de Ekacakrā se volvió un lugar repleto simplemente de ruinas.

Por otro lado, Nityānanda acompañó al sannyāsī en la peregrinación con mucha felicidad. Ellos viajaron de un lugar sagrado a otro hasta que, después de algunos años, el sannyāsī desapareció (en realidad, el Caitanya-maṅgala menciona que Śaṅkaranya Purī o Viśvarūpa, el hermano mayor de Gaura, era una encarnación de Saṅkarṣaṇa, una expansión de Balarāma que, al desaparecer, Se fundió en el cuerpo de Nityānanda). Continuando Su peregrinación, Nityānanda llegó a Vṛndāvana y su corazón se llenó de amor por Kṛṣṇa. Él comenzó a deambular por las florestas, bosques y veredas de Vṛndāvana en busca de Kṛṣṇa. En un estado de locura divina a veces reía, otras lloraba y rodaba en el piso gritando: “¡Kṛṣṇa! ¡Kṛṣṇa!”, y quedaba inconsciente.

En aquella ocasión Śrī Advaita Ācārya y Śrīpāda Mādhavendra Purī también habían ido a Vṛndāvana. Ellos vieron a Nityānanda rodando en el piso, gritando: “¡Kṛṣṇa! ¡Kṛṣṇa!”, sin ningún rasgo de conciencia externa y con lágrimas incesantes cayendo de Sus ojos. Ellos se preguntaron quien podría ser aquel joven, cuyo rostro irradiaba luminosidad trascendental y que estaba tan inmerso en el océano de kṛṣṇa-prema que las sāttvika-bhāvas (señales exteriores de la emoción interna que se manifiestan cuando hay kṛṣṇa-prema) adornaban todas las partes de Su cuerpo.

Luego que Nitāi recuperó la conciencia, miró a Mādhavendra Purī y los dos se contemplaron permaneciendo como paralizados por algún tiempo. Al contemplarse de esta manera, ambos emergieron en el amor extático por Kṛṣṇa. Ellos se aproximaron e intercambiaron un caluroso abrazo, perdiendo la conciencia.

Después de pasar un tiempo con Mādhavendra Purī, hablando sobre Kṛṣṇa y sobre kṛṣṇa-līlā-rasa, Nitāi partió nuevamente de peregrinaje. El Bhakti-ratnākara menciona que, en Padharapur, Se encontró con Lakṣmī-pati, el guru de Mādhavendra Purī, y recibió de él la iniciación dīkṣā de acuerdo con una orden divina que Lakṣmī-pāti había recibido en sueños. Después de la dīkṣā, el kṛṣṇa-prema de Nityānanda aumentó miles de veces. Él fue para Raṅganātha, Rāmeśvara, Nīlācala, Gaṅgāsāgara y otros innumerables lugares en busca de Kṛṣṇa, como un avadhūta intoxicado de kṛṣṇa-prema; pero no encontró a Kṛṣṇa en ninguno de estos lugares. Entonces, regresó a Vṛndāvana.

En Vṛndāvana, permanecía profundamente inmerso en el océano de bhāva, sin tener conciencia del cuerpo y Sus necesidades. El día y la noche no tenían diferencia para Él. No comía ni dormía. Si alguien Le daba leche, bebía. Caso contrario, ayunaba. Exclamaba todo el tiempo: “¡Kṛṣṇa! ¡Kṛṣṇa! ¡Kṛṣṇa!”, y lloraba, a veces dando un grito agudo que parecía partir el cielo.

Nityānanda Prabhu vino a este mundo para salvar a todos. Él es un océano inigualable de misericordia. Solamente por Su misericordia es que comprendo la verdad sobre Śrī Caitanya Mahāprabhu. Solamente a través de Él es que fue proclamada la grandeza de Śrī Caitanya Mahāprabhu.

En Su peregrinación, el Señor visitó el lugar sagrado conocido como Vakreśvara. De allí viajó completamente solo al bosque de Vaidyanātha. Después de visitar Gayā fue para Kāśī, la sede del Señor Śiva, donde la corriente del Ganges comienza a fluir rumbo al norte. En Kāśī Se bañó en el Ganges y con sed insaciable bebió de sus dulces aguas. Tomó Su baño matinal en Prayāga en el mes de Māgha y de allí fue al lugar de Su nacimiento anterior, Mathurā. Habiéndose divertido en las aguas del Yamunā en Viśrāma-ghāṭa, el Señor deambuló alrededor de la colina de Govardhana en gran éxtasis y, así, caminó a través de los doce bosques de Vṛndāvana.

Visitó la casa de Nanda Mahārāja en Gokula, y sentado en aquel lugar sagrado, lloró de emoción. Prestando reverencias a Madana Gopāla, el Señor viajó hasta Hastināpura, el hogar de los Pāṇḍavas, y al ver el lugar de aquellos grandes devotos, el Señor derramó lágrimas. Todos los que allí vivían, no siendo devotos, no podían entender. Él Se curvó, contemplando las glorias de Balarāma en la ciudad de Hastināpura, y en Su éxtasis gritaba: “¡Que Balarāma, quien sostiene el arado, nos salve a todos!”.

Entonces, Nityānanda Prabhu fue para Dvārakā donde Se bañó en el mar con gran júbilo. Fue para Siddhapura, la sede de Kapila, y en el lugar sagrado conocido como el tīrtha del pez, Matsya-tīrtha, distribuyó grandes cantidades de arroz cocido en un gran festival. Nityānanda Prabhu visitó Śiva-kāñcī y Viṣṇu-kāñcī y rió al ver la amarga desavenencia entre los seguidores de Viṣṇu y los de Śiva.

Fue para Kurukṣetra, Prīti-dakṣa, Bindhu-sarovara, Prabasa, y Sudarśana-tīrtha, y tras hacer una visita al sagrado tīrtha de Trita-kūpa, fue para Nisala y de allí a Brahmā-tīrtha y luego a Cakra-tīrtha. El Señor visitó Pratisrota que queda próxima al Sarasvatī occidental. De allí, aquella gran personalidad magnánima, Nityānanda Prabhu, viajó a Naimiṣāraṇya.

En aquella época, Nityānanda Prabhu fue hasta la ciudad de Ayodhyā y lloró al contemplar el sagrado lugar de nacimiento de Śrī Rāma. Entonces fue para el reino de Guhaka, el caṇḍāla, donde Nityānanda Prabhu cayó inconsciente de puro éxtasis. Recordando la devoción de Guhaka-caṇḍāla, Nityānanda Prabhu quedó inconsciente por tres días. En todos esos bosques, donde el Supremo Señor Rāma había parado para pasar algunos días, Nityānanda Prabhu rodó por el suelo por la agonía de la separación.

Él fue hasta las márgenes del río Sarayū y Se bañó en sus aguas y de allí fue para Kausaki, después para el sagrado retiro de Paulastya, el sabio. Después de bañarse en todos los tīrthas sagrados de los ríos Gomatī, Gandhaki y Soma, subió a la cumbre del monte Mahendra, y habiendo prestado Sus reverencias allí a Paraśurāma, prosiguió hacia Hardwar, donde el flujo del Ganges se origina en esta Tierra. Entonces, visitó Pampā, Bhīma-rati, y Sapta-Godāvarī, tras bañarse en los tīrthas de Benva y Bhipasa.

El gran Nityānanda Prabhu entonces fue a ver a Kārttika y fue hasta la montaña de Śrī, donde moran Śiva y Pārvatī. En la forma de un brāhmaṇa y su esposa, Śiva y Pārvatī residían en la cima de la montaña conocida como Śrī. Ambos reconocieron a su propia Deidad adorada, Nityānanda Prabhu, quien así viajaba por los lugares sagrados disfrazado como un avadhūta. Ambos se regocijaron al contemplar a su huésped, y la propia diosa Pārvatī, con sus propias manos, alegremente cocinó prasādam para Él. Como Śiva y Pārvatī hicieron ofrendas de alimentos a Nityānanda Prabhu con gran estima, Él sonrió y ofreció Sus reverencias a ambos.

A las conversaciones confidenciales que mantuvieron entre sí, sólo el propio Kṛṣṇa las podría comprender. Despidiéndose, Nityānanda Prabhu fue para Draviḍa. Después de visitar Vyenkattanatha, Kamakosti-purī y Kanch, llegó al famoso curso del Kāverī y de allí fue al lugar sagrado de Śrī Raṅgam, donde permaneció por algún tiempo. De allá fue para Hari-kṣetra, y entonces visitó el monte Ṛṣabha. Ahí viajó a Mathurā del sur, Kṛtamālā, Tāmraparṇī y después viajó en dirección norte al Yamunā, donde visitó la casa de Agastya en la montaña Malaya.

El pueblo de allí se llenó de gran júbilo al contemplar al magnánimo Nityānanda Prabhu que aceptaba su hospitalidad, y de allí, con gran placer, viajó a Badarikāśrama. Nityānanda Prabhu permaneció por algún tiempo en la morada de Nara-Nārāyaṇa Ṛṣis y pasó la estadía en completo aislamiento. De allí viajó a la residencia de Vyāsa, quien reconoció a Nityānanda Prabhu como al mismo poderoso Balarāma.

Haciéndose visible, Vyāsa dio las bienvenidas a Su huésped y el Señor ofreció Sus reverencias delante de Śrīla Vyāsadeva. En aquella ocasión, Nityānanda Prabhu viajó hasta la sede de los budistas, donde el Señor los encontró sentados juntos. Al interrogarlos, Nityānanda no recibió respuesta. Indignándose con los budistas, el Señor Les pateó las cabezas. Riendo, los budistas huyeron y Nityānanda Prabhu continuó Su peregrinación sin desanimarse.

En aquella época, el Señor llegó a la ciudad de Kanyakā, y después de visitar a Durgā-Devī, viajó hacia el mar del sur de la India. Después de eso, Nityānanda Prabhu fue hasta la cima de Śrī Ananta y de allí al lago de las cinco apsarās danzarinas o ninfas celestiales. El Señor entonces visitó el templo de Śiva llamado Gokama. Viajó de puerta en puerta por Kerala y Trigartha, y después de ver a la honrada esposa de Dvaipāyana, Nityānanda Prabhu viajó a Nirbindhya, Payoṣṇī, y Tāpti, en el transcurso de Sus divinas actividades.

Visitó Revā, la ciudad de Mahīṣmatī y Malatīrtha, y de ahí el Señor giró en dirección al oeste, viajando por Suparakha. Nityānanda Prabhu no tenía ningún temor. Nunca tuvo miedo de nadie durante Sus viajes. Su cuerpo parecía débil debido a la constante absorción en conciencia de Kṛṣṇa. Nityānanda Prabhu reía y lloraba de vez en cuando. ¿Quién podría entender Sus humores trascendentales? Así eran los viajes del Señor Nityānanda Prabhu mientras vagaba de un lugar al próximo, visitando tīrthas sagrados.

En aquel entonces, por puro accidente, Se encontró con Mādhavendra Purī. El cuerpo de Mādhavendra Purī estaba cargado de amor divino por Śrī Kṛṣṇa. Mādhavendra Purī venía acompañado de todos sus discípulos, quienes estaban llenos de kṛṣṇa-prema. Mādhavendra Purī no probaba de ningún alimento que no fuesen las dulces cualidades de Kṛṣṇa. Las dulzuras de la conciencia de Kṛṣṇa eran su único sustento. Todo su cuerpo era el lugar de los pasatiempos de Kṛṣṇa. Advaita Ācārya Prabhu era su discípulo.

Así que cuando Nityānanda Prabhu vio a Mādhavendra Purī perdió la conciencia externa y quedó inmóvil, estando tomado de amor divino. Y cuando Mādhavendra Purī vio a Nityānanda Prabhu también perdió la conciencia externa y se olvidó del mundo y su alrededor. El propio Śrī Caitanya Mahāprabhu declaraba de tanto en tanto que Mādhavendra Purī es el maestro original de la devoción pura. Como Nityānanda Prabhu y Mādhavendra Purī se desmayaron al verse, Īśvara Purī y todos los otros discípulos de Mādhavendra Purī lloraron.

Tras recobrar la conciencia externa, ambos comenzaron a abrazarse derramando lágrimas de éxtasis. Los dos grandes maestros rodaban en el suelo en el éxtasis del amor divino y transformados por el júbilo gritaban palabras de alegría con voces de trueno, mientras la Tierra, mojada de lágrimas, se sentía bendecida. No llegaba a su fin la demostración de éxtasis trascendental que aquellas dos grandes almas exhibían. Sus cuerpos temblaban, mientras que lágrimas fluían de sus ojos y sus cabellos se erizaban, pues el propio Señor Caitanya Mahāprabhu danzaba en sus corazones.

Nityānanda Prabhu dijo: “Hoy conseguí la plena realización de todas las peregrinaciones que hice, pues, en este día, Mis ojos contemplaron los santos pies de Mādhavendra Purī. Mi vida fue glorificada por atestiguar tanto amor divino como el que él posee”. Acogiendo a Nityānanda Prabhu en un abrazo apretado, Mādhavendra Purī, abrumado de amor divino, no podía emitir palabras para responder. Y, en su alegría, Mādhavendra Purī no quería soltar a Nityānanda Prabhu de su abrazo. Īśvara Purī, Brahmānanda Purī, y todos los otros discípulos de Mādhavendra Purī se sentían irresistiblemente atraídos a Nityānanda Prabhu. Aunque hubiesen conocido a tantos santos renunciados, no podían detectar ningún vestigio de amor por Kṛṣṇa en ninguno de ellos. Y, por conocer a tales almas desafortunadas y duras, sólo obtenían disgusto. De ese modo, estando disgustados, buscaron refugio en los bosques. Pero ahora todas sus penas habían sido aliviadas al contemplar en otro la manifestación del amor por Kṛṣṇa. Por días, Nityānanda Prabhu viajó en compañía de Mādhavendra Purī, deleitándose al discutir los pasatiempos de Kṛṣṇa. El servicio devocional de Mādhavendra Purī es un tema maravilloso para discutir. Él acostumbraba desmayarse al ver una nube ennegrecida. Día y noche, intoxicado de amor por Kṛṣṇa, él reía y lloraba, deliraba y desvariaba, y gritaba de tristeza igual que un ebrio.

Por otro lado, Nityānanda Prabhu, intoxicado por el néctar de la dulzura de Govinda, tambaleaba y tropezaba. Cayendo en el suelo, Él reía mucho. Al contemplar el maravilloso humor de Mādhavendra Purī y Nityānanda Prabhu, la fraternidad de discípulos constantemente cantaban el nombre de Hari. Intoxicados por el dulce sabor del amor divino, nadie sabía cuando era de día o de noche y el tiempo perdió todo su significado. ¿Quién puede comprender las conversaciones que Nityānanda Prabhu tenía con Mādhavendra Purī? Sólo Kṛṣṇa conoce su significado. Mādhavendra Purī no conseguía soportar la pérdida de la compañía de Nityānanda Prabhu, pero se deleitaba de su constante asociación. Él dijo: “Aunque haya viajado a muchos tīrthas sagrados, no conseguí hallar en lugar alguno amor por Dios como el Tuyo. Habiendo obtenido la compañía de un amigo como Nityānanda Prabhu, percibí la misericordia de Kṛṣṇa. ¡Kṛṣṇa es tan bondadoso! Donde quiera que podamos obtener la asociación de Nityānanda Prabhu, aquel lugar es más que Vaikuṇṭha y todos los tīrthas sagrados combinados. Apenas por oír sobre la devoción de un devoto como Nityānanda Prabhu, ciertamente se llega a Śrī Kṛṣṇa-candra. Y quien quiera que tenga la menor aversión a Nityānanda Prabhu, nunca podrá ser amado por Kṛṣṇa aunque sea devoto de Kṛṣṇa”.

De esa manera, Mādhavendra Purī glorificaba a Nityānanda Prabhu día y noche y Lo servía con amor y atención. El propio Nityānanda Prabhu reconocía a Mādhavendra Purī como su guru, y así ocupadas, estas dos grandes almas permanecían tan absortas en el amor por Kṛṣṇa que no conseguían decir si era de día o de noche. Así, tras pasar algún tiempo en compañía de Mādhavendra Purī, Nityānanda Prabhu partió en Su viaje al puente de Rāma conocido como Setubhanda, en el extremo sur de la India.

Mādhavendra Purī se fue a visitar el río Sarayū. Estando completamente absortos en Kṛṣṇa, ninguno de los dos podía acordarse de su cuerpo físico. Completamente olvidados de sí mismos, pasaban días en la agonía de la separación uno del otro, y así la vida de ambos fue preservada, pues si hubiesen permanecido con alguna conciencia externa les habría sido imposible sobrevivir a tal agonía. Al narrar tales pasatiempos trascendentales entre Nityānanda y Mādhavendra Purī, Śrīla Kṛṣṇa Dās Kavirāja dice: “Quien oye este relato de Nityānanda Prabhu y Mādhavendra Purī con fe y devoción, obtiene el tesoro del amor por Kṛṣṇa”.

De esa forma, Nityānanda Prabhu deambulaba en éxtasis de amor divino y después de algún tiempo llegó a Setubhanda, el puente de Rāma. Tras bañarse en el ghāṭa de Dāna-tīrtha, fue a Rāmeśvara, y de allí llegó a Vijayanagar. Habiendo visitado Māyāpurī, Avantī y Godāvarī, el Señor llegó a la sede de Jiyur-Nṛsiṁhadeva. Él visitó Trimala y el sagrado santuario de Kurmanatha. Al final, partió para ver a Śrī Jagannātha-deva, la luna de Nīlācala.

Cuando entró en la ciudad del Señor Jagannātha, el bienaventurado dueño de Nīlācala, se desmayó al ver el cakra del Señor. Tomó darśan de Jagannātha viendo Su forma cuádruple de Caturvyūha plenamente manifiesta en toda Su alegría junto con todo el cuerpo de Sus seguidores. Nityānanda perdió la conciencia en el éxtasis de aquella visión, y una vez que la recobró, la perdió nuevamente. Esto ocurría continuamente. Nityānanda Prabhu experimentaba temblores, sudores, lágrimas de alegría cayendo al suelo, gritaba palabras de éxtasis con voz titubeante.

¿Quién puede describir el éxtasis de Nityānanda Prabhu? Después de pasar algún tiempo de esa forma en Jagannātha Purī, Nityānanda Prabhu volvió a Su viaje y con gran entusiasmo visitó el lugar donde el Ganges se encuentra con el océano. ¿Quién puede describir plenamente todos Sus viajes a diferentes lugares sagrados? Después de visitar los tīrthas sagrados de esa forma, Nityānanda Prabhu retornó a Mathurā, y pasó a residir en Vṛndāvana y permanecía allí día y noche absorto en pensamientos de Kṛṣṇa.
No comía nada, y sólo de vez en cuando bebía algo de leche si alguien le daba sin que se lo pidiese. Nityānanda Prabhu pensaba para Sí mismo: “Śrī Gauracandra Se encuentra en Navadvīpa, pero Su divina gloria aún permanece oculta. Cuando el Señor decida manifestar Su divinidad, iré a Navadvīpa y cumpliré Mi papel a Su servicio”. De esa forma, habiéndose decidido, Nityānanda Prabhu no fue a Navadvīpa, ni dejó Mathurā sino que Se divertía constantemente en las aguas del Yamunā y jugaba en el polvo de Vṛndāvana con los niños.

Y, aunque Nityānanda Prabhu posea potencia completa en todo sentido, Se abstuvo de conceder devoción por Viṣṇu a cualquier persona, pensando para Sí mismo que cuando el Señor Gauracandra Se manifestase entonces llegaría el momento de realizar el pasatiempo de distribuir amor divino por orden del Señor. Por pensar que no debía hacer nada sin el dictamen de Śrī Caitanya Mahāprabhu, la grandeza del servicio del Señor no es disminuida, por lo tanto, Nityānanda Prabhu aguardaba el mandato del Señor.

Nada se mueve sin la orden del Señor Supremo, Śrī Caitanya Mahāprabhu. Y nadie puede hacer nada sin Su sanción, aunque sea Ananta, Brahmā, Śiva o cualquier otro de los dioses. Los destructores, gobernantes y mantenedores del universo cumplen Su deber solamente por orden de Śrī Caitanya. Aquellos pecadores cuyas mentes están afligidas a causa de ello, son completamente descalificados para ser vistos por un vaiṣṇava. Los tres mundos son testigos del hecho de que todos obtuvieron el tesoro del amor a Dios por la misericordia de Nityānanda Prabhu. Él es el primero de los devotos de Śrī Caitanya Mahāprabhu. Su lengua aprecia mucho la gloriosa alabanza a Śrī Caitanya Mahāprabhu.

Nityānanda Prabhu discursa sobre Caitanya día y noche; por servirlo se obtiene devoción a Śrī Caitanya. ¡Todas las glorias a Nityānanda Prabhu, el Señor Primordial, por cuya misericordia podemos comprender las glorias de Śrī Caitanya Mahāprabhu! El apego a Nityānanda Prabhu es la dádiva de la misericordia de Śrī Caitanya Mahāprabhu. Para quien conoce a Nityānanda Prabhu no existe el peligro en lugar alguno. Śrīla Vṛndāvana Dās Ṭhākura dice: “Si alguien desea ir más allá de este mundo de oscuridad y sumergirse en el océano de la devoción, que sirva a Nityānanda, que se asemeja a la luna. Algunos dicen que Nityānanda es el propio Balarāma, otros, que Él es la morada del amor divino por Śrī Caitanya; que digan lo que quieran. Ya sea Nityānanda un asceta, un devoto, o un sabio; sea lo que fuera en relación a Śrī Caitanya, puedan Sus pies de loto implantarse con firmeza en los corazones de todos. Si después de oír tantas buenas cualidades de Nityānanda Prabhu, aún hubiera algún alma pecaminosa que no Lo aprecie o que desee de alguna forma calumniarlo o blasfemarlo, entonces yo pateo su rostro con mi pie izquierdo”.

“Ciertos seguidores de Śrī Caitanya hablan de Nityānanda Prabhu de tal manera que aunque parezcan hablar mal de Él en verdad están alabándolo. Tales vaiṣṇavas avanzados (como Advaita Ācārya) son siempre puros de corazón y trascendentalmente honestos. La aparente riña o desacuerdo de ellos es simplemente un līlā o juego. Si observamos el desacuerdo de ellos externamente y tomamos partido de uno, calumniando al otro, seremos derrotados. Por seguir solamente a aquellos que censuran toda calumnia a Nityānanda, se obtiene a Śrī Caitanya. ¿Cuándo será el día en que obtendré la visión divina de Śrī Caitanya Mahāprabhu y Nityānanda Prabhu, rodeados por la asamblea de los devotos? Que Nityānanda Prabhu sea nuestro eterno maestro de todas maneras. Permaneciendo leal a Nityānanda Prabhu, que yo pueda servir a los sagrados pies de Śrī Gauracandra. Que yo pueda leer el sagrado Bhāgavata a los pies de Nityānanda Prabhu, nacimiento tras nacimiento. Este es mi anhelo. Todas las glorias al Supremo Señor, Śrī Caitanya Mahāprabhu. Él nos dio a Nityānanda Prabhu. ¡Oh, Mahāprabhu, concédeme apenas un favor —que mi mente pueda permanecer siempre apegada a Ti y a Nityānanda Prabhu! Él es Tu mayor devoto; sin Tu consentimiento, nadie puede llegar a los pies de loto de Él”.