Hubo danza y kīrtana en la casa de Advaita por varios días. Era la propia Śacī quien cocinaba todos los días, haciendo a Prabhu comer diferentes golosinas en su presencia. Un día todos los devotos se sentaron alrededor de Madre Śacī. Nityānanda le dijo: “¡Ma! Prabhu prometió que, si tú lo ordenas, Él abandonará la sannyāsa e irá para casa. ¿Por qué no Le pides eso, para salvar Su vida y la nuestra?”. Madre Śacī dio un suspiro profundo y bajó la cabeza. Ella permaneció un tiempo en silencio y entonces dijo en voz baja: “¿Ustedes creen que yo quiero que Nimāi sea un sannyāsī y viva mendigando de puerta en puerta? Si yo le pidiera que abandone la sannyāsa nuestro sufrimiento acabará, pero Él perderá Su dharma. Puedo acabar con mi sufrimiento muriendo, pero no voy a destruir el dharma de Él. Él sabe que no puedo hacer eso. Fue por ello que Él hizo esta promesa. Él debe permanecer como un sannyāsī y seguir el sannyāsa-dharma. Pero díganle que viva en Nīlācala que queda cerca, para que las personas puedan ir para allá y puedan informarme sobre Él”.
Diciendo esto,
Madre Śacī quedó seria y silenciosa, y los devotos quedaron horrorizados. Ellos
dijeron; "¡Ma! ¿Qué estás diciendo? ¿Vas a despedirte de Prabhu? ¿Qué le vas a
decir a Viṣṇupriyā? ¿Qué vamos a decir a las personas de Nadia? Vamos a decir
que fuimos a buscar a Prabhu, pero que Ma quiso despedirse de Él para siempre?”.
Madre Śacī
permaneció impasible. Ella era grandiosa. ¡Ella era bendita! Si ella no tuviese
un carácter así, ¿cómo Mahāprabhu la escogería para ser Su madre? Cuando los
devotos fueron a decirle a Mahāprabhu cual había sido la decisión de Su madre,
Él vino a prestarle reverencias. Llevado por la fuerte emoción afectiva por Su
madre, Él comenzó a danzar y a cantar, dando vueltas alrededor de ella. Una
fuente de lágrimas que caía de Sus ojos la dejó bañada. Los devotos tampoco
podían contener el fluir de sus lágrimas.
Después de vivir
alegremente con los devotos en la casa de Advaita Ācārya por diez días, Mahāprabhu
les habló en la mañana del día siguiente: “Voy para Nīlācala. Mi corazón implora
por un darśan del Señor de Nīlācala.
Voy a partir”. Al decir eso, corrió en dirección a Nīlācala. Śacī gritó
afligida: “¡Nimāi se está yendo!”, y cayó al suelo sin sentido. Los devotos
corrieron detrás de Mahāprabhu. Después de recorrer alguna distancia, Mahāprabhu
paró y dijo a los devotos: “¡Ya basta! Ahora vuelvan a sus casas. Sólo los
renunciados podrán ir conmigo: Nityānanda, Jagadānanda, Mukunda, Damodara y
Govinda. El remedio contra el dolor de la separación de Mi que sentirán es el kīrtana. Y les garantizo que aquellos que hicieren kīrtana día y noche con amor, Me verán sentado en sus regazos”. Los
devotos tuvieron que obedecer.
Mahāprabhu
prosiguió Su viaje. Cuando llegó a Kamalapur, en la orilla del río Bhagi, Se
bañó y fue a obtener el darśan de Kapoteśvara Śiva,
dejando Su daṇḍa con Nityānanda. El avadhūta Nityānanda dijo a la daṇḍa: “¡Daṇḍa! Eres tan atrevida y arrogante. Tú estás de viandante en
los hombros de quien amamos tanto. Hoy vas a recibir tu castigo por este
atrevimiento!”. Cuando dijo eso, rompió la daṇḍa en tres pedazos y la arrojó en el río. Luego de obtener el darśan de Kapoteśvara, Mahāprabhu siguió camino a Nīlācala. Después de
algún tiempo, Él dijo a Nityānanda: “¿Dónde está Mi daṇḍa?”. Nityānanda se inquietó. Jagadānanda respondió: “Nityānanda la
rompió en tres pedazos”. Mahāprabhu miró a Nityānanda enojado. Nityānanda dijo:
“Yo la rompí a propósito. Puedes darme el castigo que quieras por romper un
bambú”. “En la daṇḍa del sannyāsī residen todos los semidioses. Y Tú la llamas un bambú?”, preguntó Gaurāṅga. “Sé que todos los semidioses residen en la daṇḍa y no podemos soportar verte cargando a los semidioses en los
hombros”, respondió Nityānanda.
¿Cómo es que Nityānanda
fue tan audaz al tomar esa decisión? Tal vez haya sido inspirado internamente
por el propio Mahāprabhu, porque la daṇḍa es el símbolo del vaidhī-bhakti, basado en las injuciones de los śāstras, que no son compatibles con la religión del amor. Por lo tanto, Mahāprabhu
no hizo ningún comentario más. Él sólo dijo: “La daṇḍa era Mi única compañera después que renuncié al mundo. Ahora,
hasta ella se fue. Por lo tanto, iré sólo a obtener un darśan con el Señor Jagannātha”. Al decir eso, salió corriendo
rápidamente hacia el templo del Señor Jagannātha dejando atrás a los compañeros.