21. Oír de almas autorrealizadas


La entidad viviente pura, al ser siempre un subordinado del Todopoderoso Dios Śrī Kṛṣṇa, debe prestar recepción oral con gran reverencia al sonido trascendental que emana de los labios del alma autorrealizada que canta las glorias de la Personalidad de Dios. Sólo el alma autorrealizada puede producir el poderoso efecto del sonido trascendental. Los devotos tienen que vivir unas vidas profundamente honestas en todos los aspectos con su cuerpo, mente y palabras. Ésos son simples métodos de cultivar la iluminación espiritual hasta su zenit.

El Señor Caitanya aprobó éste simple método para todas las clases de personas, sin ninguna distinción de casta, credo, color o educación. El único requisito esencial para éste cultivo espiritual es que los practicantes deben abandonar de inmediato la idea de volverse uno con Dios. Esa idea de volverse uno con Dios sólo suele abrazarla el filósofo empírico; los demás seres humanos sienten de forma natural que Dios es más grande que ellos y que ellos siempre están subordinados a todos Sus deseos. Incluso una gran personalidad como Mahātmā Gandhi siempre consideraba que «Dios es grande». Gandhi con frecuencia decía: «Ni una brizna de hierba se mueve sin la sanción de Dios».

Por consiguiente, la idea imaginaria de volverse uno con Dios es una creación mental del filósofo empírico, resultado de su vanidad material. De otro modo, la idea no tiene base. La idea de volverse uno con Dios es artificial, y una persona sencilla de corazón siempre estará en contra de esa idea. Rechazar la idea de volverse uno con Dios es algo natural, y no hay que hacer ningún esfuerzo especial para desestimar esa necedad.

El siguiente requisito es tener una actitud gentil y humilde cuando se escucha a un alma autorrealizada. El Bhagavad-gītā es el mensaje trascendental directo de Dios, y el aspirante a devoto debe recibir éste mensaje de labios de un alma autorrealizada con toda mansedumbre y humildad.

El método de recibir el mensaje de Dios, como se menciona en el Capítulo Cuarto del Bhagavad-gītā, es oir de alguien que pertenezca a la cadena de sucesión discipular. Se dice allí que el sistema para llegar a la iluminación espiritual fue revelado por primera vez a Vivasvān, el dios del Sol, quien a su vez transmitió el mensaje a Manu, el padre de la humanidad. Manu después lo transmitió a su hijo Ikṣvāku. Por medio del método trascendental de la sucesión discipular, el sistema fue adoptado por todos los rājarjṣis, los reyes santos. Desafortunadamente, la cadena se rompió y el mensaje tuvo que transmitirse de nuevo comenzando con Arjuna, el amigo y devoto de Śrī Kṛṣṇa.

La capacitación o no del devoto aspirante para oir el mensaje trascendental no dependerá de su cuna, su patrimonio, su educación, casta, credo, color o nacionalidad, sino que dependerá de la humildad y de que encuentre la fuente adecuada para recibir el mensaje trascendental. Por consiguiente, el misterio del mensaje tal como se presenta en el Bhagavad-gītā tiene que comprenderse basándose en la forma en que lo comprendió Arjuna, y nadie más. La comprensión y la percepción de Arjuna también se mencionan en el Bhagavad-gītā, y a quienquiera que hable en esa línea de comprensión se le debe considerar un alma autorrealizada. El mensaje del Bhagavad-gītā debe provenir de un alma autorrealizada, no de alguien que especule sobre temas áridos con significados imaginarios. El intento de oír de una fuente no genuina no será más que una pérdida de tiempo. El devoto tiene que asegurarse siempre de que el orador pertenece a la línea de sucesión discipular llamada paramparā. Un requisito del aspirante a devoto es que debe llevar una vida honesta con su cuerpo, su mente y sus palabras, todo lo cual dependerá de la misericordia de Dios.