La entidad viviente pura, al
ser siempre un subordinado del Todopoderoso Dios Śrī Kṛṣṇa, debe prestar recepción oral con gran reverencia
al sonido trascendental que emana de los labios del alma autorrealizada que
canta las glorias de la Personalidad de Dios. Sólo el alma autorrealizada puede
producir el poderoso efecto del sonido trascendental. Los devotos tienen que
vivir unas vidas profundamente honestas en todos los aspectos con su cuerpo,
mente y palabras. Ésos son simples métodos de cultivar la iluminación
espiritual hasta su zenit.
El Señor Caitanya aprobó éste
simple método para todas las clases de personas, sin ninguna distinción de
casta, credo, color o educación. El único requisito esencial para éste cultivo
espiritual es que los practicantes deben abandonar de inmediato la idea de
volverse uno con Dios. Esa idea de volverse uno con Dios sólo suele abrazarla
el filósofo empírico; los demás seres humanos sienten de forma natural que Dios
es más grande que ellos y que ellos siempre están subordinados a todos Sus
deseos. Incluso una gran personalidad como Mahātmā Gandhi siempre consideraba
que «Dios es grande». Gandhi con frecuencia decía: «Ni una brizna de hierba se
mueve sin la sanción de Dios».
Por consiguiente, la idea
imaginaria de volverse uno con Dios es una creación mental del filósofo empírico,
resultado de su vanidad material. De otro modo, la idea no tiene base. La idea
de volverse uno con Dios es artificial, y una persona sencilla de corazón
siempre estará en contra de esa idea. Rechazar la idea de volverse uno con Dios
es algo natural, y no hay que hacer ningún esfuerzo especial para desestimar
esa necedad.
El siguiente requisito es
tener una actitud gentil y humilde cuando se escucha a un alma autorrealizada.
El Bhagavad-gītā es el mensaje
trascendental directo de Dios, y el aspirante a devoto debe recibir éste
mensaje de labios de un alma autorrealizada con toda mansedumbre y humildad.
El método de recibir el
mensaje de Dios, como se menciona en el Capítulo Cuarto del Bhagavad-gītā, es oir de alguien que
pertenezca a la cadena de sucesión discipular. Se dice allí que el sistema para
llegar a la iluminación espiritual fue revelado por primera vez a Vivasvān, el
dios del Sol, quien a su vez transmitió el mensaje a Manu, el padre de la
humanidad. Manu después lo transmitió a su hijo Ikṣvāku. Por medio del método
trascendental de la sucesión discipular, el sistema fue adoptado por todos los rājarjṣis, los reyes santos.
Desafortunadamente, la cadena se rompió y el mensaje tuvo que transmitirse de
nuevo comenzando con Arjuna, el amigo y devoto de Śrī Kṛṣṇa.
La capacitación o no del
devoto aspirante para oir el mensaje trascendental no dependerá de su cuna, su
patrimonio, su educación, casta, credo, color o nacionalidad, sino que
dependerá de la humildad y de que encuentre la fuente adecuada para recibir el
mensaje trascendental. Por consiguiente, el misterio del mensaje tal como se
presenta en el Bhagavad-gītā tiene
que comprenderse basándose en la forma en que lo comprendió Arjuna, y nadie
más. La comprensión y la percepción de Arjuna también se mencionan en el Bhagavad-gītā, y a quienquiera que hable
en esa línea de comprensión se le debe considerar un alma autorrealizada. El
mensaje del Bhagavad-gītā debe
provenir de un alma autorrealizada, no de alguien que especule sobre temas
áridos con significados imaginarios. El intento de oír de una fuente no genuina
no será más que una pérdida de tiempo. El devoto tiene que asegurarse siempre
de que el orador pertenece a la línea de sucesión discipular llamada paramparā. Un requisito del aspirante a
devoto es que debe llevar una vida honesta con su cuerpo, su mente y sus
palabras, todo lo cual dependerá de la misericordia de Dios.