02. Sobre el autor


Su Divina Gracia A.C. Bhakivedanta Swami Prabhupāda fue un rasika-ācārya, un experto en saborear las melosidades de la devoción pura tal y como enseñó Śrī Caitanya Mahāprabhu. Esa capacidad de saborear la audición y el canto del nombre, la forma, los atributos y los pasatiempos trascendentales del Señor era insólita. El gran Śrīmad-Bhagavatam (6.14.5) nos informa:

muktānām api siddhānāṁ
nārāyaṇa-parāyaṇaḥ
sudurlabhaḥ praśāntātmā
koṭiṣv api mahā-mune

«De entre miles de almas perfectas, es muy difícil encontrar a una que sea un devoto puro de Dios».

No cabe duda de que la perfección, la autorrealización, es un logro relevante; no obstante, pierde su brillo en comparación con la devoción pura. No es necesario rendirse por completo a Dios para obtener la liberación de la defectuosa existencia de la vida material. Hay muchas técnicas que se pueden utilizar en este intento, pero no se requiere de una absoluta humildad de corazón. La devoción pura, por otra parte, no admite ninguna técnica, mientras que la humildad y una rendición absoluta son el estado en el que el drama del amor divino se ejecuta eternamente. Su Divina Gracia tenía una gran humildad, estaba muy entregado, pero con frecuencia era muy exigente e insistía a sus discípulos en que mostraran un comportamiento ejemplar. Sin embargo, sus afirmaciones eran todas en nombre de Dios y, por consiguiente, estaban justificadas. Sus aseveraciones eran un ejemplo del aspecto dinámico de la humildad; no una humildad abstracta y estéril, sino la humildad correcta y productiva de quien actúa conforme a la voluntad de Dios.

Śrīla Prabhupāda fue a América en 1965 como un «agresor». La agresión en contra de la ilusión es el servicio más excelso a la humanidad. El precio de esta guerra es una absoluta humildad, porque con frecuencia las almas de este mundo son ingratas, ignorantes como son de su propio bien. No obstante, el premio es grande: la dignidad del alma. Este fue el trabajo de Su Divina Gracia: llevar dignidad a todas las almas, y lo hizo con toda la humildad que poseía. Alguien dijo que lo que Mahoma hizo con la espada, lo que el cristianismo hizo con la riqueza, él lo hizo con un corazón humilde, inundando todo el planeta con el amor a Dios. Llegará el día en que todos los hombres, mujeres y niños de todas las razas, países y credos cantarán sus glorias.

Durante doce años, desde 1965 hasta su desaparición de la visión mortal en 1977, Su Divina Gracia viajó por todo el globo trasplantando a un suelo extranjero lo que muchos pensaban que era una religión india. Demostró de forma práctica que el vaiṣṇavismo gauḍīya no es un producto de una cultura específica, sino el dharma —ocupación— del alma. El adoptó el concepto vivo de lo que denominó la conciencia de Kṛṣṇa, y lo diseminó más allá de lo que los más grandes pensadores gauḍīyas y practicantes de la época imaginaban que era remotamente posible. Se requiere una profunda realización para tener la habilidad de adaptar la realidad espiritual a las diversas circunstancias materiales, de forma que todo el mundo pueda tener acceso a ella. Ésa es la función del ācārya, que instruye por medio del precepto y del ejemplo. El ācārya no se congela en el transcurso del tiempo. Él se funde en el amor por Dios, y fluye sin restricción hacia todo el mundo que muestre el más mínimo interés en la devoción pura. Ése fue el trabajo de Su Divina Gracia. Él dejó un legado de amor, no una ley, para que cada uno de todos sus seguidores más próximos lo adoptaran y continuasen. Él lo entregó a todos, y buscaba a alguien que pudiera de hecho comprender su mensaje.

¿Quién era Su Divina Gracia? El fundador-ācārya de la Asociación Internacional para la Conciencia de Kṛṣṇa, padre, amigo y śaktyaveśa-avatāra (una encarnación facultada de una potencia específica de Dios). Sólo el nityānanda-aveśa —el poder que viene de Śrīpad Nityānanda Prabhu (el propio Señor en Su disposición más misericordiosa)— puede describir lo que nosotros pudimos percibir de él con el ojo externo en consonancia con la mente espiritual. La verdad interna de la forma y personalidad eterna de Śrīla Prabhupāda siempre será un misterio para aquellos que fracasan en adoptar, no simplemente la forma, sino la esencia de todo lo que él instruyó y de todo lo que él dijo. El darśana (la revelación espiritual) de su identidad interna es prerrogativa suya. Que Su Divina Gracia otorgue misericordiosamente la visión más excelsa a todos aquellos que lean este libro.