En Washington D.C., los devotos enseñaron a Śrīla Prabhupāda nuevas
fotos del planeta Marte recientemente tomadas por una nave espacial que, al
parecer, había pasado cerca del planeta. El artículo periodístico describía
cómo el paisaje marciano se parecía al del Gran Cañón de Arizona (EE.UU).
Prabhupāda rió al oír esto, y contó una historia de Bengala.
Había un hombre que estaba durmiendo en su dormitorio por la noche,
cuando de súbito oyó un ruido. Se irguió en la cama y gritó: —¡¿Quién anda
ahí?!
—¡Oh! —susurró una voz—. ¡No estoy robando!
Prabhupāda dijo: —Eso es psicología. Nadie le preguntó si estaba
robando, pero como eso era lo que estaba haciendo, se descubrió sin que nadie
le preguntase. Igualmente, nadie les ha pedido a los científicos que comparen
Marte con Arizona, pero lo han hecho porque eso es lo que están haciendo. Nunca
han estado cerca de Marte con su nave espacial: están trabajando en Arizona.
Diario de Hari-śauri
Cuando un discípulo de Prabhupāda se fue sin autorización de Hong-Kong,
su área de prédica, Śrīla Prabhupāda se disgustó. Encontrándose con él en otro
país, lo regañó: —¿Por qué te has ido, sinvergüenza? —dijo Prabhupāda. Y contó
entonces una historia, tal como la dio el poeta Kālīdāsa.
Un hombre estaba sentado en el extremo de una rama de un árbol aserrando
la parte de la rama que había entre él y el tronco del árbol. Viendo el
peligro, uno que por allí pasaba, gritó: —¡Si sigues cortando te vas a caer!
—Largo de aquí —dijo el hombre sobre la rama— no quiero tener nada que
ver contigo. No te quiero ni oír.
El hombre continuó aserrando hasta que la rama se rompió y él cayó al
suelo. Entonces fue corriendo tras el hombre que lo había prevenido. —Usted
debe ser astrólogo: ¡puede predecir el futuro!
Prabhupāda dijo: —Esta es la definición de caradura. Alguien que está
yendo pero no sabe adónde. Exactamente como tú —le dijo al discípulo—. Dejaste
Hong-Kong pero no sabías qué ibas a hacer después.
Entrevista con Bhūrijana dāsa
Ilustrando la necedad de convertirse en un seguidor ciego, Prabhupāda
contó una historia sobre la muerte de Sargal Singh.
Un comerciante quería mucho a Sargal Singh, y, cuando éste murió, el
hombre se rapó la cabeza y se puso ropas negras. Cuando otro hombre fue a la
tienda del mercader, le preguntó quién había muerto.
—Ha muerto Sargal Singh —dijo el comerciante. El visitante no quería
parecer ignorante, de modo que no le preguntó quién era Sargal Singh, sino que
también se rapó y vistió ropas negras. Otros en la población hicieron lo mismo,
no queriendo parecer ignorantes. Cuando alguien preguntaba quién había muerto,
la respuesta era: —Sargal Singh ha muerto.
Cuando un ministro del rey vio tantos ciudadanos de luto, se rapó y se
puso ropa negra también. Pero cuando el rey lo vio, le preguntó: —¿Por quién
estás de luto?
—Por Sargal Singh, Su Majestad —contestó el ministro.
El rey preguntó: —¿Y quién es Sargal Singh?
Cuando el ministro no pudo responder, el rey le dijo que se enterara. El
ministro empezó entonces a preguntar y preguntar, hasta que por último dio con
el mercader.
—¿Quién es Sargal Singh? —preguntó el ministro
El comerciante contestó: —Sargal Singh era mi burro, y yo lo quería
mucho.
Satsvarūpa dāsa Goswami
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