7. Personal: Su respuesta en tiempos difíciles



Personal

Su respuesta en tiempos difíciles
Śrīla Prabhupāda atravesó muchas dificultades y pasó años difíciles, especialmente durante su vida de casado, con la guerra y las revueltas entre hindúes y musulmanes. También fue penoso para él cuando los miembros de su familia no sólo no cooperaron con su intento de predicar sino que intentaron disuadirlo. Y tampoco fue fácil cuando tuvo que predicar en lugares como las calles de Nueva Delhi en los años cincuenta, solo y sin dinero ni apoyo de persona alguna. En sus primeros años en América, e incluso después y a medida que iba creciendo su movimiento, sufrió graves enfermedades. Además, tuvo que cargar con el enorme peso de su movimiento mundial, especialmente cuando los líderes en quienes delegaba rompían los principios o abandonaban la conciencia de Kṛṣṇa. Tuvo que asumir todas las responsabilidades, la prédica, la dirección y poner fin a los disturbios.

A pesar de las dificultades, Prabhupāda no mostró nunca señales de debilidad ni abandonó jamás las virtuosas cualidades por las que era tan conocido y que tanto amaban los devotos. Nunca dejó de cumplir con su deber en los tiempos difíciles. Durante sus años de casado aceptó la responsabilidad de mantener a su familia, a pesar del esfuerzo que suponía. Y durante sus enfermedades prefería dedicar el tiempo a predicar en lugar de intentar recuperarse. En 1973, en Calcuta, se levantó casi inmediatamente de una grave disentería para asistir al Ratha-yātrā de Londres. En 1976 Prabhupāda se negó a descansar durante algún tiempo en la finca de Pennsylvania porque decía que quería tener la oportunidad, como Arjuna, de luchar siempre por Kṛṣṇa viajando y predicando. El ejemplo que dio a sus seguidores fue que debían estar dispuestos a morir en el campo de batalla antes que abandonar sus puestos, como se predica en la conciencia de Kṛṣṇa.

Prabhupāda no sólo aceptó su deber, sino que soportó las dificultades sin perder jamás la compostura. No tenía miedo; confiaba en Kṛṣṇa. En Nueva Delhi, durante la censura por la guerra en 1971, un periodista que entrevistaba a Prabhupāda le hizo notar que esa era la dura realidad. Prabhupāda le recordó que todos estamos siempre inmersos en la dura realidad. En Nueva York respondió a una pregunta parecida diciendo que siempre estamos en guerra: —Si sales sin abrigo a las calles de Nueva York en pleno invierno, te mueres. ¿No es eso una guerra?

Śrīla Prabhupāda fue siempre un verdadero sādhu. En una ocasión definió a un sādhu como alguien que nunca se lamenta: «Hoy no puedo verte porque no me siento bien». Un sādhu tolera; por ello se dice que es titikṣavaḥ kārunikāḥ: tolerante y misericordioso. En tiempos difíciles Prabhupāda permanecía tranquilo, manteniendo sus sentidos bajo control y predicando sin descanso.

Una señal que evidenciaba que Prabhupāda estaba atravesando alguna dificultad era que se volvía especialmente serio y grave. Esto dio a sus seguidores una comprensión de la verdadera vida espiritual. Su gravedad era más instructiva y reveladora que las inquebrantables sonrisas de los seudo-svāmīs. Śrīla Prabhupāda estaba siempre en contacto con Kṛṣṇa, la fuente de todo placer, y sin embargo la gravedad que Prabhupāda mostraba hacia la naturaleza material era una respuesta personal que transmitía fuerza a sus seguidores. Cuando en una ocasión, por motivos de prédica, entró en un teatro del East Village (de Nueva York) y vio a un grupo amateur de rock bailando sobre el escenario «como monos», Prabhupāda se puso muy serio, aunque más tarde en su habitación recordó el incidente riéndose a carcajadas.

La gravedad de Prabhupāda significaba también que jamás confesaba sus dificultades. Durante un programa de televisión, Śrīla Prabhupāda experimentó un gran malestar bajo los ardientes focos y sin embargo sólo lo mencionó más tarde. Su salud empeoró y una semana después del incidente sufrió palpitaciones y parálisis parcial.

En una ocasión, en la India, uno de los discípulos de Prabhupāda fue varias veces a hablar con Prabhupāda sobre los síntomas de ictericia que mostraba y Prabhupāda le dijo que no debería preocuparse demasiado por su situación material. Un vaiṣṇava «descuida» su propia salud, dijo Prabhupāda, porque no está apegado a su cuerpo.

Cuando Prabhupāda experimentaba dificultades físicas, lo tomaba como una ocasión para aceptar servicio de sus discípulos. Permitía que le dieran masajes y lo cuidaran, pero les advertía que hacer esto en una situación de normalidad resultaría demasiado familiar. Por lo tanto, cuando Prabhupāda experimentaba algún malestar, ponía los medios para que sus discípulos sirvieran al guru con gran esmero. Durante las enfermedades permitía que sus discípulos le dieran masajes regularmente, y ellos lo cuidaban sin descanso y permanecían constantemente a su lado. También hablaban con él sobre los problemas de su movimiento espiritual y aprendían con él a ofrecer sus energías a Kṛṣṇa y a aceptar las dificultades que surgían en la propagación de la conciencia de Kṛṣṇa. Pero si un discípulo pensaba que gracias a sus cuidados estaba salvando la vida a su maestro espiritual, Prabhupāda decía que eso era ofensivo. El guru da servicio, pero el discípulo no debe pensar que con sus atenciones mantiene la salud de su maestro.

Algunas veces Prabhupāda hablaba de sus dificultades. En Toronto, ya en sus últimos años, una vez le ofrecieron un plato de prasāda en una habitación donde se hallaba junto con unos profesores. Él dijo: —No tengo apetito, ni dientes—. Y comentó riendo que sus discípulos estaban obteniendo un buen servicio de él, ya que no comía ni dormía y sin embargo trabajaba.

Śrīla Prabhupāda se enfrentaba siempre a las dificultades como alguien que está protegido por Kṛṣṇa, demostrando que era trascendental a cualquier situación. Y lo mismo decía que debían hacer sus discípulos.
Satsvarūpa dāsa Goswami


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