Sintiéndose atraído por el brillo ilusorio de la naturaleza
material, el ser vivo acaba sumergiéndose en el mundo material, el cual está
cercado de grandes peligros. De esa forma, habiendo entrado en contacto con el
mundo material, el ser vivo originalmente puro termina acondicionándose a su
atmósfera inferior y pierde su verdadera conciencia original, iniciando una
ardua lucha por la existencia marcada por sucesivos nacimientos y muertes.
Estando bajo la influencia de la energía ilusoria, el ser vivo permanece atado
a las reacciones de sus actividades y es forzado, por las leyes de la
naturaleza, a divagar entre diferentes especies de vida. De ese modo, a veces
él es promovido a los planetas superiores donde, debido a su buen karma
material, recibe un cuerpo elevado y consigue disfrutar de las delicias
celestiales. Habiendo agotado su buen karma, el ser vivo vuelve a los
planetas intermedios terrestres y recupera su cuerpo humano, donde se encuentra
con las frecuentes dualidades de bien y mal, de placer y dolor, etc. Sin
embargo, al no valorar la preciosa forma de vida humana, el ser vivo
desafortunado acaba envolviéndose en actividades inauspiciosas y, de esa forma,
es transferido a los planetas inferiores, donde nace en cuerpo indeseables y
sufre en condiciones profundamente miserables.
Por lo tanto, aunque sea de una naturaleza superior —la energía
espiritual eterna— el interés que despertó en el ser vivo de dominar y
disfrutar de la energía material, lo fuerza a habitar en diferentes cuerpos
constituidos de energía material inferior y lo sujeta a la influencia del
implacable factor tiempo, el cual, a su vez, destruye todos sus planes
materiales vida tras vida. De esa manera, debido al sufrimiento causado por la
existencia material, el ser vivo finalmente llega al punto de recuperar su
interés por la vida espiritual, y entonces comienza a indagar sobre la
verdadera meta de la vida, volcando su atención hacia el conocimiento
espiritual.
En ese auspicioso momento, cuando el ser vivo inicia su jornada
rumbo al autoconocimiento, la intemporal filosofía védica asume un papel de
vital importancia, pues los Vedas
están destinados especialmente a quien desea librarse de las garras de la
existencia material y decide recuperar su existencia eterna y plena de
felicidad.
Por lo tanto, especialmente en esta era, cuando las personas son
descualificadas para estudiar la inmensa vastedad de los textos védicos y
tienen una corta duración de vida, el gran sabio Vyāsadeva recopiló el Bhagavad-gītā, donde encontramos a la
propia Divinidad Suprema, el Señor Śrī Kṛṣṇa, narrando a Su discípulo Arjuna
toda la esencia del conocimiento védico en apenas setecientos versos. De ese
modo, al desear transmitir las enseñanzas del Gītā a las generaciones futuras, el Señor Kṛṣṇa hizo que Su eterno
compañero, el guerrero Arjuna, representase el papel de una persona absorta en
el sufrimiento material y formulase preguntas relevantes acerca de los
verdaderos problemas de la vida. En verdad, a través de este diálogo sublime,
el Maestro Supremo, el Señor Kṛṣṇa, está invitando a todas las almas sinceras a
una jornada maravillosa rumbo al autoconocimiento, para que así puedan rescatar
su conciencia original por la fuerza del conocimiento trascendental.
En la introducción del Bhagavad-gītā
Tal Como Es, el renombrado autor A.C. Bhaktivedanta Swami Prabhupāda nos
brinda una excelente visión sobre el tema completo del Gītā, haciendo una lúcida exposición sobre las cinco verdades
básicas incluidas en el contenido completo de la obra: Las entidades vivientes
(jīvas), la naturaleza material (prakṛti), las actividades
ejecutadas por la influencia de la naturaleza material (karma), el
control inevitable del tiempo eterno (kāla), y finalmente el Supremo,
o sea, el Controlador Absoluto de los cuatro ítems anteriores (Īśvara).
El texto del Bhagavad-gītā
se presenta en la forma de un interesante diálogo ocurrido hace cinco mil años,
entre Kṛṣṇa y Arjuna, pocos minutos antes de una batalla devastadora. El
poderoso guerrero Arjuna en aquel momento estaba actuando como un general del
ejercito de los Pāṇḍavas, el cual representaba la naturaleza divina y actuaba
según la voluntad del Supremo. Del otro lado estaban los Kurus, los guerreros
impiadosos que actuaban contra la voluntad del Supremo e influenciados por la
codicia querían usurpar el reino de los Pāṇḍavas, quienes eran los verdaderos
herederos del trono. Además de esto, en aquel momento histórico el propio
Supremo, el Señor Śrī Kṛṣṇa, que estaba viviendo en la Tierra y actuando como
un amigo de Arjuna, se ofrece para conducir su cuadriga durante la batalla. En
verdad, como sabía que Su amigo Arjuna encontraría grandes dificultades al
controlar su mente y sentidos, y que, debido a flaquezas del corazón,
manifestaría el deseo de abandonar su deber, el Señor Kṛṣṇa quiso acompañarlo
para poder iluminarlo con el conocimiento trascendental y fortalecerlo con la
determinación necesaria para solucionar sus problemas.
De este modo, constataremos que en el Capítulo Uno del Gītā, Arjuna abandona su arco y flechas
y en un momento de completa desesperación, miedo y cobardía, se entrega al
desaliento y quiere desistir de la lucha. Siendo reprendido por el Señor Kṛṣṇa,
Arjuna reconoce su error pero sintiéndose incapaz de superar sus dificultades
solo, pide auxilio al Señor Kṛṣṇa y se posiciona como un discípulo obediente. En
ese importante momento, el Señor Kṛṣṇa comienza Sus instrucciones, no solamente
para Arjuna sino para todos nosotros que al interactuar en el mundo material
vivimos frente a constantes flaquezas y perplejidades materiales. Yendo directo
al grano, al asumir la posición de maestro espiritual, el Señor Kṛṣṇa comienza
detectando la causa original de todo el sufrimiento de Arjuna: el olvido de su
verdadera naturaleza espiritual y la identificación excesiva con el ego falso,
es decir, el concepto corporal de vida.
Así como Arjuna, bajo la ilusión del concepto corpóreo de la vida
el ser vivo se juzga falsamente independiente y cree que posee una existencia
separada del Señor. Tal ilusión que hace al ser vivo creer que posee una
existencia separada del Señor es llamada māyā y es la única verdadera causa de las diferentes
especies de sufrimientos y ansiedades materiales. Como veremos en los capítulos
siguientes, el Gītā nos enseña que el
ser vivo es parte integrante del Supremo. De esa manera, así como una partícula
de oro también es oro, y una gota de agua exhibe las mismas cualidades
encontradas en el océano inmensurable, de igual modo los seres vivos son partes
integrantes del controlador supremo, el Señor Śrī Kṛṣṇa, y poseen en cantidad
infinitesimal todas las cualidades del Señor Supremo. En otras palabras, porque
la tendencia a controlar existe en el Supremo, todo ser vivo es un controlador
diminuto y también posee la tendencia de controlar la naturaleza.
Por ejemplo, un pequeña criatura tiene la tendencia de imitar a su
madre al verla cocinar. No obstante, ella aun no es siquiera capaz de alcanzar
el fuego —esto para no hablar del peligro que una criatura corre al lidiar con
el fuego sin la debida habilidad. Por lo tanto, para satisfacer la tendencia de
cocinar de la criatura, la madre le regala una cocinilla de plástico y mantiene
a su hijo ocupado en hacer comidillas de mentira. Del mismo modo, no siendo
consciente de su posición insignificante, el ser vivo manifiesta la tendencia
de imitar las actividades del Controlador Absoluto y, de esa manera, desea
ocupar Su posición suprema.
Por este motivo, el Supremo decide crear este mundo material a
donde lanza a todas las entidades vivientes que desean ocupar la posición de
controladores. Bajo las garras de la energía material, el ser vivo cae víctima
del ego falso y, bajo el completo control de la energía ilusoria, asume una
identidad material temporaria que lo hace sentirse un importante controlador,
satisfaciendo así su mentalidad infantil. En otras palabras, a través de este
simple ejemplo podemos comprender que este mundo material no es más que un
juego creado por el Supremo para que a través de diferentes vidas, el ser vivo
se sienta un controlador poderoso y “satisfaga” su aspiración de volverse Dios
—aunque todo ello no pase de diferentes juegos infantiles.
Como un científico, por ejemplo, el ser vivo desenvuelve gran
conocimiento y consigue controlar diferentes aspectos de la energía material.
Como un político exitoso, él asume una posición de gran influencia y consigue
controlar diferentes situaciones. Como un gran empresario, el ser vivo es capaz
de acumular una gran suma de riquezas y consigue controlar todo el mercado
económico y, como un artista habilidoso, él desenvuelve mucha fama y llama la
atención de todos, atrayendo a grandes cantidades de personas.
Actualmente, podemos observar que los seres vivos están intentando
controlar el espacio o los planetas. Esto se debe a que, como ya dijimos, el
ser vivo tiene la tendencia de controlar dado que ella existe en Kṛṣṇa. Sin
embargo, tenemos que comprender que a pesar de la tendencia por enseñorearnos
de la naturaleza material, nunca seremos el controlador supremo. En otras
palabras, el verdadero controlador de la naturaleza es el Señor Supremo. Ella
no actúa independientemente sino que siempre está actuando bajo la dirección
directa e indirecta del Señor. Por lo tanto, ciertamente, por detrás de los
fenómenos maravillosos que ocurren en la naturaleza cósmica hay un controlador,
el Supremo. Una persona tonta tal vez crea que un automóvil, por ejemplo, sea
capaz de correr sin que un caballo u otro animal lo empuje, pero el hombre sano
conoce la naturaleza de la energía mecánica del automóvil y comprende que por
detrás de la máquina hay un hombre, un conductor. De manera similar, el Gītā explica que el Supremo es el
conductor bajo cuya dirección todo funciona. La naturaleza material es
considerada en el Gītā como una
energía de carácter inferior, mientras que el ser vivo es considerado una
energía de naturaleza superior, y ambas energías están bajo el control del
Supremo. La propia naturaleza material está constituida por tres cualidades: la
modalidad de la bondad, la modalidad de la pasión y la modalidad de la
ignorancia, y bajo la influencia de estas tres modalidades, el ser vivo ejecuta
un sin fin de actividades piadosas o impías y queda atado a las estrictas leyes
materiales. Además de esto, existe un factor importante —el tiempo eterno— que
combinado con las tres modalidades de la naturaleza hace que el ser vivo ejecute
sus actividades, las cuales son técnicamente conocidas como karma. La
ejecución de tales actividades materiales son comparadas al sembrado de un
campo y como existen desde el comienzo del desenvolvimiento del ser vivo en
este mundo, son prácticamente ilimitadas, y cuando la simiente de nuestro karma
fructifica nos deparamos con el sufrimiento o el disfrute de los respectivos
frutos de nuestras actividades.
Bajo el control del tiempo, ésta manifestación material ocurre en
un cierto intervalo, permanece por algún tiempo y entonces desaparece. No
obstante, este ciclo ocurre eternamente. Por lo tanto, la naturaleza también es
eterna, pero para satisfacer los diferentes deseos del ser vivo, ella
manifiesta diferentes formas temporarias e ilusorias. En el Gītā aprendemos que esta naturaleza
material es la energía separada del Señor Supremo y, de modo similar, las
entidades vivientes también son energía del Señor Supremo, aunque no están
separadas sino eternamente relacionadas con Él. Entonces, el Señor, el ser vivo,
la naturaleza material y el tiempo están todos interrelacionados y son eternos.
Solamente el karma es temporario. De esta forma, aunque los efectos
del karma sean muy antiguos podemos modificarlos, en el caso de que
aceptemos el conocimiento presentado por el Señor en el Bhagavad-gītā y comencemos a ejecutar actividades espirituales.
En Su posición, el Señor Supremo es la conciencia suprema y los
seres vivos, como partículas integrantes del Señor Supremo, también son
conscientes, pero de manera parcial. Debemos entender claramente que el ser
vivo y la naturaleza material son energías del Señor Supremo, pero solamente el
ser vivo es consciente. En otras palabras, la naturaleza material no posee
conciencia y por ello es considerada una energía inferior —esta es la gran
diferencia. A su vez, aunque el ser vivo sea una energía superior del Supremo, “a
Su imagen y semejanza”, aun así, ella es conciencia infinitesimal, mientras que
el Señor es conciencia infinita. Así, el argumento de que la entidad viviente
puede volverse Dios y que además es supremamente consciente es infundado y no
encuentra apoyo en los versos del Bhagavad-gītā.
La distinción entre el ser vivo y el Señor es explicada claramente en todo el Bhagavad-gītā. Por ejemplo, mientras que
el ser vivo está consciente de su propio cuerpo en particular, el Señor está
completamente consciente de todos los cuerpos. Porque vive en el corazón de
cada ser vivo, el Señor es consciente de todas las actividades groseras y
sutiles de las diferentes entidades vivientes. Como el Alma de todas las almas,
Él da instrucciones en el corazón de todo ser vivo para que satisfaga
correctamente sus anhelos materiales y finalmente pueda volver a Él.
Otra gran diferencia entre el ser vivo y el Señor es que la
conciencia del ser vivo puede ser cubierta por las circunstancias materiales,
así como la luz reflejada a través de un vidrio colorido aparentemente asume
cierto color. Sin embargo, la conciencia del Señor nunca es afectada
materialmente. En un día nublado, un mero observador puede pensar que el sol
está cubierto por las nubes, pero la realidad es otra. En verdad, el sol es muy
poderoso y nunca puede ser cubierto por simples nubes. En otras palabras, así
como el sol es responsable por la existencia de las nubes y nunca puede estar
bajo el control de ellas, del mismo modo, la naturaleza material es una simple
creación del Señor, el cual nunca puede ser afectado por ella. Por lo tanto,
cuando viene a este mundo, el Señor Kṛṣṇa lo hace a Su beneplácito y Su
conciencia nunca es afectada materialmente. Por ello, Él puede transmitir los
trascendentales asuntos del Bhagavad-gītā
de manera inmaculada.
Debemos purificar nuestra conciencia materialmente contaminada,
pues, en conciencia pura, nuestras acciones serán acopladas a la voluntad del
Supremo y experimentaremos la verdadera felicidad. Mientras estemos en este
mundo no podremos detener todas las actividades, sin embargo, podemos
purificarlas ajustándolas al deseo del Señor. Esto es denominado bhakti-yoga, la devoción amorosa, y es
la cualidad original del alma pura en completa conciencia de Dios o conciencia
de Kṛṣṇa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario