El conocimiento completo incluye la comprensión de la energía
material, prakṛti, de la energía
espiritual, las jīvas y la fuente de
ambos, el Supremo. Siendo una manifestación temporaria de la energía del Señor,
esta prakṛti se caracteriza por la
ilusión. Por lo tanto, para ayudar a su íntimo amigo Arjuna, el Señor revela en
el Gītā [Bg. 7.4-5] que todo lo que existe es un producto de la combinación de
materia y espíritu:
“La tierra, el agua, el fuego, el aire, el éter, la mente, la
inteligencia y el ego falso, estos ocho elementos en conjunto constituyen Mis
energías materiales separadas (prakṛti).
Además de todo ello, ¡oh, Arjuna, el de los poderosos brazos!, hay una energía
Mía que es superior, la cual consiste en las entidades vivientes (jīvas) que están explotando los recursos
de esa naturaleza material inferior”.
Aunque esta manifestación cósmica sea creada, mantenida y
aniquilada por el Supremo, aun así, Él permanece completamente neutral y
desapegado, pues todo ocurre a través de Sus potencias, las cuales actúan
maravillosamente por Su orden divina.
“¡Oh, hijo de Kunti!, al final del milenio, todas las
manifestaciones materiales entran en Mi naturaleza (prakṛti), y al comienzo de otro milenio, mediante Mi potencia, Yo
las creo de nuevo. Todo el orden cósmico está supeditado a Mí. Por Mi voluntad,
se manifiesta automáticamente una y otra vez, y por Mi voluntad, al final es
aniquilado. ¡Oh, Dhanañjaya!, todo este trabajo no puede atarme. Yo siempre
estoy desapegado, situado como si fuera neutral. Esta naturaleza material (prakṛti), que es una de Mis energías,
funciona bajo Mi dirección, ¡oh, hijo de Kunti!, y produce a todos los seres
móviles (jīvas) e inmóviles. Por
orden suya, esta manifestación es creada y aniquilada una y otra vez”. [Bhagavad-gītā
9.7-10]
Este mundo material es una manifestación de la prakṛti inferior del Supremo. Es aquí
donde las jīvas, como resultado de
sus actividades, son fecundadas y asumen diferentes cuerpos y condiciones de
existencia. Dado que la creación y aniquilación ocurren periódicamente, los
deseos que las jīvas almacenan en el
momento de la aniquilación son llevados a la próxima creación. Esto significa
que, cuando el Universo es creado, las diferentes especies de vida surgen al
mismo tiempo —ya sean seres humanos, fieras, vegetales, etc. Tales actividades
materiales de creación y aniquilación ocurren únicamente por la potencia
inconcebible del Supremo, el cual permanece inmutable, aunque todo esté bajo Su
completo control.
El Señor no está directamente vinculado a este mundo material.
Debido a sus actos y deseos pasados, las jīvas
reciben sus cuerpos y, después de la aniquilación, son lanzadas en el cuerpo de
la expansión Mahā Viṣṇu del Señor, donde permanecen inmanifiestas por un cierto
período. Y, al llegar el momento de la nueva creación, las jīvas son inyectadas en el vientre de la prakṛti por el Señor. La conclusión es que el Señor Supremo es el sustentador
de toda la creación y el director supremo, aunque la administración sea
conducida por la propia naturaleza material. Es Él quien dicta las órdenes a
los semidioses, Sus agentes ejecutivos.
Percibiendo
la presencia del Absoluto en la naturaleza
Es importante comprender que el Supremo es la fuente de la prakṛti porque, en la etapa preliminar
de la autorrealización, el Supremo puede ser más fácilmente percibido a través
de la manifestación de Su prakṛti,
así como el sol es percibido primeramente a través de la manifestación de su
energía. O sea, la energía es simplemente una manifestación parcial del
energético. Por lo tanto, mientras que los yogīs perfectos perciben a Dios como el energético y lo
adoran, los yogīs imperfectos
solo pueden percibir a Dios a través de Sus energías impersonales. Por ejemplo,
a través del sabor del agua los impersonalistas pueden percibir la presencia
del Señor. Los devotos, sin embargo, glorifican la bondad del Señor al
suplirnos de agua pura. En realidad, no existe verdadera contradicción entre el
devoto y el impersonalista. De hecho, lo que existen son diferentes niveles de
percepción. El Gītā [7.8-14] da valiosas informaciones sobre la prakṛti presentando su esencia
espiritual, y nos orienta para no ser víctimas de su naturaleza ilusoria:
“¡Oh, hijo de Kunti!, Yo soy el sabor del agua, la luz del Sol y
de la Luna, la sílaba oṁ de los mantras védicos; Yo soy el sonido del éter y la habilidad del
hombre. Yo soy la fragancia original de la tierra, y Yo soy el calor del fuego.
Yo soy la vida de todo lo que vive, y Yo soy las penitencias de todos los
ascetas. ¡Oh, hijo de Pṛtha!, sabed que Yo soy la semilla original de todo lo
que existe, la inteligencia de los inteligentes y el poder de todos los hombres
poderosos. Yo soy la fuerza de los fuertes, desprovista de pasión y deseo. Yo
soy la vida sexual que no va en contra de los principios religiosos, ¡oh, señor
de los Bharatas [Arjuna]!
Sabed que todos los estados de existencia —ya sean de la bondad,
de la pasión o de la ignorancia— los manifiesta Mí energía (prakṛti). En un sentido, Yo lo soy todo,
pero soy independiente. Yo no me encuentro bajo la jurisdicción de las
modalidades de la naturaleza material, ya que, por el contrario, ellas se
encuentran dentro de Mí. Engañado por las tres modalidades [bondad, pasión e
ignorancia], el mundo entero no Me conoce a Mí, que estoy por encima de las
modalidades y que soy inagotable. Esta energía divina Mía (prakṛti), integrada por las tres modalidades de la naturaleza
material, es difícil de superar. Pero aquellos que se han entregado a Mí,
pueden atravesarla fácilmente”.
Estos versos nos ayudan a entender que solamente la gran alma que
se rinde al servicio devocional al Señor puede superar la ilusión creada por la
prakṛti, y por Su gracia puede
comprender la naturaleza absoluta de la prakṛti
como una energía del Supremo y, consecuentemente, de cualidad divina.
Así como la jīva acepta
un cuerpo que debido a su presencia puede desenvolverse, de modo similar, la
manifestación cósmica de la prakṛti
se desenvuelve únicamente debido a la presencia del Señor Omnipresente conocido
como la Superalma. Esta Superalma es la gran causa de este Universo, en la cual
todo reposa y por la cual todo es mantenido. La verdadera finalidad de
practicar yoga es poder percibir la presencia de este Señor en cada
milímetro de la creación para finalmente prestarle servicio devocional y, como
resultado, trascender las tres modalidades de la naturaleza material.
Queda claro que este mundo no es más que una combinación entre la jīva y la prakṛti. Existen veinticuatro elementos materiales que componen la
naturaleza material y son llamados mahad-brahma o el gran Brahmān.
Esta naturaleza material puede ser comparada al vientre de una gran madre y el
Supremo es comparado al Padre que fecunda a prakṛti
con Su simiente, las jīvas.
De
esta manera, las diferentes jīvas
surgen en diversas especies de vida de acuerdo con sus actividades pasadas, y
debido a la asociación con las modalidades de la naturaleza material se enredan
en este mundo material. Esto significa que cualquier candidato al desarrollo
espiritual tiene que conocer estas modalidades, saber como ellas actúan y
aprender a librarse de ellas.
Las tres modalidades de la naturaleza
material
Estudiando el Bhagavad-gītā
podemos comprobar que prácticamente sólo el Señor Kṛṣṇa está en una posición
trascendental, más allá de la influencia de las tres modalidades, y es
justamente por ello que solamente Él puede otorgarnos el conocimiento acerca de
las tres modalidades. En verdad, cualquier conocimiento obtenido en este mundo
está bajo la influencia de las tres modalidades de la naturaleza, pero el
conocimiento del Bhagavad-gītā es
conocimiento completamente trascendental porque fue transmitido por la
Trascendencia Suprema, y este conocimiento tiene por objeto colocarnos
exactamente en esta misma posición trascendental.
En el Gītā [14.5-9 y
12-18] encontramos la siguiente afirmación sobre las cualidades de las
modalidades de la naturaleza:
“La naturaleza material (prakṛti)
consta de tres modalidades: bondad, pasión e ignorancia. Cuando la eterna
entidad viviente (jīva) se pone en
contacto con la naturaleza, ¡oh, Arjuna, el de los poderosos brazos!, queda
condicionada por esas modalidades. ¡Oh, tú, el inmaculado!, la modalidad de la
bondad, siendo más pura que las otras, es iluminadora, y lo libera a uno de
todas las reacciones pecaminosas. Aquellos que se encuentran influidos por esa
modalidad, quedan condicionados por una sensación de felicidad y conocimiento.
La modalidad de la pasión nace de ilimitados deseos y anhelos, ¡oh, hijo de
Kunti!, y debido a ello, la entidad viviente (jīva) encarnada queda atada a las acciones materiales fruitivas.
¡Oh, hijo de Bharata!, has de saber que la modalidad de la oscuridad, nacida de
la ignorancia, causa el engaño de todas las entidades vivientes (jīvas) encarnadas. Los resultados de esa
modalidad son la locura, la indolencia y el sueño, los cuales atan al alma
condicionada. ¡Oh, hijo de Bharata!, la modalidad de la bondad lo condiciona a
uno a la felicidad; la pasión lo condiciona a uno a la acción fruitiva; y la
ignorancia, que cubre el conocimiento de uno, lo ata a uno a la locura.
¡Oh, líder de los Bharatas!, cuando hay un aumento de la modalidad
de la pasión, se manifiestan los signos de gran apego, actividad fruitiva,
intenso esfuerzo, y un anhelo y deseo incontrolables. Cuando hay un aumento de
la modalidad de la ignorancia, ¡oh, hijo de Kuru!, se manifiestan la oscuridad,
la inercia, la locura y la ilusión. Cuando uno muere en el estado de la
modalidad de la bondad, va a los planetas superiores y puros de los grandes
sabios. Cuando muere en el plano de la modalidad de la pasión, nace entre
aquellos que se dedican a las actividades fruitivas; y cuando uno muere en el
plano de la modalidad de la ignorancia, nace en el reino animal. El resultado
de la acción piadosa es puro y se dice que está en el plano de la modalidad de
la bondad. Pero la acción que se hace en el plano de la modalidad de la pasión
termina en el sufrimiento, y la acción que se ejecuta en el plano de la
modalidad de la ignorancia termina en la necedad. De la modalidad de la bondad
se desarrolla el verdadero conocimiento; de la modalidad de la pasión se
desarrolla la codicia; y de la modalidad de la ignorancia se desarrollan la
necedad, la locura y la ilusión. Aquellos que se encuentran en el plano de la
modalidad de la bondad, gradualmente ascienden a los planetas superiores;
aquellos que están en el plano de la modalidad de la pasión, viven en los
planetas terrenales; y aquellos que están en el plano de la abominable
modalidad de la ignorancia, descienden a los mundos infernales”.
La modalidad de la bondad es considerada la más pura de todas, y
cuanto más aumenta su influencia en una persona, más limpia interna y
externamente se vuelve ella. Su visión se vuelve cada vez más correcta, sus
sentidos, tales como el paladar y la audición, más refinados. Además, si la
persona abandona su cuerpo bajo la influencia de la modalidad de la bondad,
será promovida a los planetas superiores, donde el disfrute de los sentidos es
celestial. Bajo la influencia de la modalidad de la bondad, la persona siente
una mayor sensación de felicidad y naturalmente se siente atraída por el
adelanto de conocimiento. Ella gradualmente se libra de las actividades
pecaminosas y, por consiguiente, de sus reacciones, lo que hace que ella no
sienta tanto las miserias de este mundo.
No obstante, una persona en la bondad generalmente acaba siendo
inducida a sentirse superior a los otros. Debido al conocimiento superior
adquirido, tales personas tienen una fuerte tendencia a volverse orgullosas de
sus posiciones y, así, permanecen atadas de alguna manera a este mundo
material. Ellas no sienten la necesidad de intentar librarse del cautiverio
material y, por ello, continúan reencarnando en diferentes especies de vida
bajo la influencia de la bondad. Debido a la ilusión que prakṛti les impone, ellas piensan que una vida como científico,
filósofo o poeta es agradable y no consideran que la verdadera meta de la vida
es ser transferido al mundo espiritual.
Una jīva bajo la
influencia de la modalidad de la pasión tiene gran anhelo de placer material.
Por ello, la principal característica de la pasión es la atracción entre el
hombre y la mujer. Una persona en la pasión tiene la tendencia de trabajar
arduamente y desea constituir una familia feliz, con hijos bellos y muchas condiciones
propicias para el disfrute. Ella está generalmente muy apegada al poder,
prestigio y falsas honras y, por ello, tiene que vivir todo el tiempo con
bastante ansiedad. La característica de la pasión es que una persona bajo su
influencia nunca se siente feliz con la posición adquirida, pues sus propuestas
de gozo de los sentidos son interminables. Puede ser que la persona declare ser
feliz pero su felicidad es ilusoria y sólo existe en su mente. Ella no para de
desear y, por eso, termina llevando una vida miserable. Tal persona apasionada
es siempre presa de una vida de codicia excesiva y, aunque tenga condiciones
financieras favorables para el disfrute, ella no puede experimentar tal
felicidad porque no alcanzó la paz espiritual. Ella vive trazando planes y
proyectos para conseguir mucho dinero y tiene que someterse a un constante
esfuerzo físico excesivo. Por lo tanto, si una persona abandona su cuerpo bajo
la influencia de la pasión, posiblemente volverá a la forma de vida humana en
el planeta terrestre. Lógicamente, esto dependerá del cúmulo de actividades
piadosas o pecaminosas que haya ejecutado.
La modalidad de la ignorancia es exactamente lo opuesto a la
modalidad de la bondad, y se caracteriza por la ausencia de conocimiento,
limpieza y felicidad. La influencia de la ignorancia degrada a la persona
llevándola a la locura, y tal persona no puede entender las cosas tal como son.
Tales personas son perezosas y se resisten mucho a recibir cualquier
instrucción superior. Ellas ni siquiera son activas como las personas en la
modalidad de la pasión. Por el contrario, bajo la influencia de la ignorancia,
una persona es indolente y tiene gran propensión al uso de drogas, bebidas
alcohólicas y es muy adicta al sueño excesivo. Una característica de la ignorancia
es la propensión a entregarse a la matanza de animales con el típico propósito
de satisfacer las exigencias de la lengua. Ciertamente, la matanza de animales
inocentes es el más grosero acto de ignorancia. En la ignorancia, la persona no
es capaz de planear su vida y no tiene metas superiores. Ella nunca se esfuerza
por obtener nada y es una persona tonta y sin inteligencia. Sus actividades
acaban resultando en miseria y una persona que muere en ignorancia pierde la
oportunidad que la vida humana ofrece, y es forzada a nacer en el reino animal
o en planetas infernales.
El verdadero conocimiento
En el comienzo del Capítulo Trece, Arjuna interroga al Señor Kṛṣṇa
acerca de la prakṛti y también
pregunta por más detalles sobre el cuerpo material y la posición de la jīva como el disfrutador del cuerpo. En
respuesta, el Señor Kṛṣṇa (gītā 13.20-22) afirma que solamente los devotos
pueden comprender la diferencia entre el cuerpo, el conocimiento y el objeto
del conocimiento:
“Se debe saber que la naturaleza material (prakṛti) y las entidades vivientes (jīvas) no tienen principio. Sus transformaciones y las modalidades
de la materia son productos de la naturaleza material (prakṛti). Se dice que la naturaleza (prakṛti) es la causa de todas las causas y efectos materiales,
mientras que la entidad viviente (jīva)
es la causa de los diversos sufrimientos y disfrutes que hay en este mundo. La
entidad viviente (jīva) que se halla
en el seno de la naturaleza material (prakṛti)
sigue así los caminos de la vida, disfrutando de las tres modalidades de la
naturaleza. Ello se debe a su contacto con esa naturaleza material (prakṛti). De ese modo se encuentra con
el bien y el mal entre las diversas especies”.
El verdadero conocimiento es llegar a comprender que todos son partes
integrantes del Supremo y, por ello, son Sus siervos amorosos. Con esta
comprensión, la jīva se inclina
naturalmente a practicar el servicio devocional con sinceridad, el cual, a su
vez, es el propio resultado último de todo el conocimiento. Dotada de este
conocimiento, la jīva puede realizar
de un modo objetivo que el cuerpo está constituido de prakṛti, al paso que la jīva,
el alma, es energía espiritual pura. Ambos son eternos y son parte de la
energía del Señor.
Antes de este cosmos manifestado, tanto la prakṛti como la jīva ya
existían en estado latente. La prakṛti
es, por lo tanto, considerada inferior porque no posee vida propia. Ella
depende de la interacción con la jīva.
Sin embargo, como una energía superior del Señor, la jīva no logra nada al interactuar con la prakṛti inferior. Ella no precisa entrar en contacto con este mundo
material, pudiendo vivir una vida eternamente perfecta en la residencia del
Señor. No obstante, mientras se sienta atraída por la energía ilusoria que
emana de esta prakṛti ella
permanecerá influenciada por las modalidades de la naturaleza material, o sea,
ignorancia, pasión y bondad, y su conciencia original permanecerá adormecida.
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