Podemos definir karma
simplemente como la ley de acción y reacción. En otras palabras, al ejecutar
acciones piadosas la jīva está
creando un buen karma, o sea, como
reacción de su buena acción, estará atrayendo condiciones favorables para sí.
De modo semejante, si la jīva ejecuta
acciones impías o pecaminosas atraerá reacciones indeseables que se
manifestarán a través de diferentes clases de sufrimientos. En el Gītā [3.27-29] el Señor Kṛṣṇa explica
que la causa del enredo material es la identificación con el ego falso, o sea,
el concepto corporal de vida:
“El alma espiritual (jīva)
que está confundida por la influencia del ego falso, se cree la autora de
actividades que en realidad son ejecutadas por las tres modalidades de la
naturaleza material. ¡Oh, tú, el de los poderosos brazos!, aquel que posee
conocimiento acerca de la Verdad Absoluta no se ocupa de los sentidos ni de la
complacencia de éstos, pues conoce bien las diferencias que hay entre el
trabajo con devoción y el trabajo por resultados fruitivos. Confundidos por las
modalidades de la naturaleza material, los ignorantes se dedican enteramente a
las actividades materiales y se apegan”.
Movida por el ego falso, la jīva
ignorante de su naturaleza espiritual eterna se considera la causa de los
resultados de sus actividades y se atribuye tal mérito únicamente a sí misma.
Ella no reconoce que su cuerpo es un simple resultado de su karma pasado, el cual funciona bajo la orden
del Supremo.
Absorta en conciencia material, la jīva ignorante se olvida de su posición como partícula integrante
del Señor y se dedica a servir sus propios intereses personales. Al adquirir
sabiduría, sin embargo, la jīva nunca
actúa en aras de su satisfacción personal sino que siempre está activa en el
servicio devocional amoroso y, al mismo tiempo, está siempre ayudando a la
persona ignorante a aprender a comportarse. Por lo tanto, cuando observamos a
una persona sabia actuar, podemos comprobar que ella está dotada de gran
conocimiento espiritual, pues muestra su indiferencia a las exigencias mundanas
de los sentidos materiales. Por otra lado, absorto en designaciones materiales
ilusorias, el ignorante vive preso del disfrute de sus sentidos.
Por lo tanto, cualquier persona que quiera volverse sabia debe
desenvolver conocimiento práctico al respecto de la existencia eterna del alma.
Ella precisa comprender que no es este cuerpo material y sí un alma espiritual
que ha habitado diferentes cuerpos temporarios. Este conocimiento les ayudará a
actuar en una plataforma trascendental, más allá de las reacciones indeseables
del karma.
La persona sabia
El conocimiento espiritual hace que la jīva perciba claramente que existe una cierta clase de placeres
materiales que es peligroso, pues produce reacciones materiales que la harán
desviarse de su meta espiritual. De ese modo, la jīva sabia comprende bien la diferencia entre trabajo práctico con
devoción (karma-yoga) y el
trabajo fruitivo (karma) y, así,
puede ejercer control sobre sus pasiones materiales y utilizar sus sentidos en
trabajos prácticos con el único propósito de purificarse. El conocimiento
trascendental es, por lo tanto, esencial para que la jīva consiga librarse de su karma
material. El Gītā [3.30-32] afirma:
“Por consiguiente, pelea, ¡oh, Arjuna!, entregándome a Mí todas
tus obras, con pleno conocimiento de Mí, sin deseos de ganancia, sin sentido de
posesión y libre de letargo. Aquellas personas que ejecutan sus deberes de
acuerdo con mis mandatos y que siguen estas enseñanzas fielmente, sin envidia,
se liberan del cautiverio de las acciones fruitivas (karma). Pero ha de saberse que aquellos que, por envidia, no hacen
caso de estas enseñanzas y no las siguen, están engañados y desprovistos de
todo conocimiento, y han arruinado sus esfuerzos por lograr la perfección”.
Por lo tanto, el Gītā
nos enseña que tanto los ignorantes como los eruditos deben ejecutar sus
deberes. El ignorante, sin embargo, actúa con apego a los resultados, mientras
que el erudito está desapegado y actúa solamente para conducir a las personas
hacia el camino correcto. Un verdadero erudito nunca perturba las mentes de los
hombres ignorantes que están apegados a los resultados fruitivos induciéndolos
a dejar de trabajar. Al contrario, el procura inspirarlos a trabajar con
espíritu de devoción, ocupándolos en toda clase de actividades para que poco a
poco desarrollen la conciencia de Kṛṣṇa.
Las complejidades del karma
La palabra karma en
verdad significa simplemente “actividades”. Pero, dado que existen diversos
tipos de actividades, la palabra karma
también puede traducirse de diferentes maneras. La actividad que produce una
buena reacción es llamada simplemente karma, la que produce malas
reacciones es llamada vikarma, la ausencia de actividad es llamada akarma
y las actividades trascendentales de conciencia de Kṛṣṇa son llamadas niskarma,
es decir, libre de reacciones materiales.
El buen karma produce
buenos resultados (desde el punto de vista material), el mal karma produce malos resultados, así como
el akarma (cuando irresponsablemente se deja de cumplir con el deber)
también produce reacciones negativas. Solamente las actividades ejecutadas
conectadas con el Supremo no producen malos o buenos resultados (desde el punto
de vista material) y por ello son niskarma [Gītā 4.17-24]:
“Incluso los inteligentes se confunden al tener que determinar lo
que es la acción y lo que es la inacción. Ahora te explicaré lo que es la
acción, sabiendo lo cual te liberarás de todo infortunio. Las complejidades de
la acción son muy difíciles de entender. Por consiguiente, uno debe saber bien
lo que es la acción, lo que es la acción prohibida y lo que es la inacción.
Aquel que ve la inacción en la acción, y la acción en la inacción, es
inteligente entre los hombres y se halla en la posición trascendental, aunque
esté dedicado a toda clase de actividades. Se entiende que alguien tiene pleno
conocimiento, cuando cada uno de sus esfuerzos está desprovisto del deseo de
complacer los sentidos. Los sabios dicen que él es un trabajador cuyas reacciones
del trabajo (karma) han sido quemadas
por el fuego del conocimiento perfecto. Abandonando todo apego a los resultados
de sus actividades, siempre satisfecho e independiente, él no ejecuta ninguna
acción fruitiva, aunque está dedicado a toda clase de actividades. El hombre
que posee una comprensión tal, actúa con la mente y la inteligencia
perfectamente controladas, abandona todo sentido de propiedad de sus posesiones
y actúa únicamente para satisfacer las necesidades básicas de la vida. Obrando
así, no es afectado por reacciones pecaminosas (karma). Él se satisface con ganancias que vienen por sí mismas, ha
superado la dualidad, está libre de toda envidia y es estable tanto en el éxito
como en el fracaso. Por eso, él nunca se enreda aunque ejecute acciones. El
trabajo de un hombre que está desapegado de las modalidades de la naturaleza
material y que tiene plenamente en su posesión el conocimiento trascendental,
se funde enteramente en la trascendencia. Una persona que está plenamente
absorta en el estado de conciencia de Kṛṣṇa es seguro que llegará al reino
espiritual, en virtud de su total contribución a las actividades espirituales,
en las que la consumación es absoluta y lo que se ofrece es de la misma
naturaleza espiritual”.
Bhakti-yoga, el yoga de la devoción
El proceso a través del cual la persona puede librarse del karma es denominado bhakti-yoga,
cuando todo pasa a tener una conexión devocional con el Supremo. Esto se hace
posible cuando la jīva comienza a
recuperar su conciencia espiritual y empieza a actuar por amor al Supremo,
viviendo libre de intereses personales mundanos. Para alcanzar esta fase
elevada, es necesario librarse de las especulaciones mentales y absorberse en
el conocimiento presentado por el Señor, quien explica a Arjuna y a todos
nosotros el verdadero significado de acción, inacción y acción prohibida,
ayudándonos a librarnos de las complejas leyes del karma.
Al volverse consciente de Kṛṣṇa, la jīva aprende naturalmente a relacionarse con el Supremo y con las
demás jīvas. Entendiendo que toda jīva es también una partícula integrante
del Supremo, ella comprende que todos sus vínculos con ellas también deben
visar a la satisfacción de Él. Cualquier acción diferente de esta conclusión es
considerada vikarma, o acción prohibida. Aunque parezca un estadio muy
difícil de alcanzar, tal posición puede obtenerse sin mucha dificultad en el
caso de que la jīva se aproxime a una
verdadera autoridad en temas trascendentales. Actuar en conciencia espiritual
significa actuar en pro de la satisfacción del Supremo, y esto vuelve a la
persona completamente libre del cautiverio del karma. Materialmente hablando, tal persona es completamente
inactiva, pues su sentimiento de sumisión a Kṛṣṇa hace que ella se vuelva akarma,
una persona inmune a todas las especies de reacciones del trabajo. El
conocimiento sobre la acción en conciencia espiritual es verdadero conocimiento
y es comparado al fuego, siendo capaz de quemar todos los tipos de reacciones
del trabajo. La palabra brahman significa “espiritual” y el Señor es
el Brahmān Supremo, y cualquier actividad ofrecida a Él también se torna brahman,
o espiritual. En verdad, el resultado de esta actividad y el propio ejecutor
también se tornan espirituales, debido a la influencia espiritual del Señor.
La prakṛti, conocida
como māyā, es también considerada
divina, siendo una de las energías del Señor. Cuando es utilizada con
propósitos materiales, esta māyā actúa para confundir a la jīva
que acaba desenvolviendo apego y deseo material de posesión. Pero cuando es
utilizada en el servicio amoroso al Señor, esta misma prakṛti readquiere su cualidad espiritual, volviéndose brahman.
Este es, por lo tanto, el método trascendental de la conciencia de Kṛṣṇa:
utilizar todo al servicio del Señor, donde la ejecución, el ejecutor y el
resultado último —todo— se unen en el Absoluto y alcanzan la plataforma
espiritual.
La importancia del sacrificio
Como dijimos anteriormente, para alcanzar una condición de existencia
realmente espiritual es necesaria la aceptación de un maestro espiritual auténtico,
un alma espiritualmente autorrealizada. El Gītā
[4.34] confirma esto de la siguiente manera:
“Tan sólo trata de aprender la verdad acudiendo a un maestro
espiritual. Hazle preguntas de un modo sumiso y préstale servicio. Las almas
autorrealizadas pueden impartirte conocimiento, porque han visto la verdad”.
La relación entre maestro espiritual y discípulo está basada en el
cultivo de conocimiento. Cuando, después de muchas vidas, la jīva desenvuelve su interés por la vida
espiritual, comienza su jornada rumbo al conocimiento espiritual. En ese
momento, el Supremo la ayuda internamente y, externamente, la pone en contacto
con un maestro espiritual autorrelizado.
En verdad, el verdadero maestro espiritual es simplemente un
representante del Señor. Él nunca actúa como un disfrutador de las facilidades
ofrecidas por el discípulo. Primeramente, el propio maestro espiritual también
se sometió al entrenamiento de un maestro espiritual y, por lo tanto, él puede
aprender a ver las cosas tal como son y puede despertar su visión espiritual.
El Gītā [4.35] describe
esta visión perfecta del maestro espiritual de la siguiente manera:
“Habiendo obtenido verdadero conocimiento proveniente de un alma
autorrealizada, nunca volverás a ser víctima de semejante ilusión, pues, por
medio de ese conocimiento, verás que todos los seres vivientes no son más que
parte del Supremo, o, en otras palabras, que son Míos”.
Munido de este conocimiento trascendental, el discípulo se
mantiene apartado de los tipos de contaminaciones producidas por la asociación
mundana. Así, inclusive en esta fase preliminar imperfecta, cuando se mantienen
ciertos apegos materiales, el discípulo puede superar sus dificultades
ejecutando sus deberes en conciencia espiritual. En el Bhagavad-gītā [3.9-13] tal estadio es denominado yajña, o
sacrificio:
“El trabajo que se hace como un sacrificio en honor de Viṣṇu [Dios] debe realizarse, pues, de lo contrario, el trabajo
lo ata a uno (karma) a este mundo
material. Así que, ¡oh, hijo de Kunti!, desempeña tus deberes prescritos para
la satisfacción de Él, y, de ese modo, siempre permanecerás libre del
cautiverio (karma). Al comienzo de la
creación, el Señor de todas las criaturas produjo generaciones de hombres y
semidioses, junto con sacrificios en honor de Viṣṇu, y los bendijo, diciendo: «Sean felices mediante este yajña [sacrificio], porque su ejecución
les concederá todo lo que puede desearse para vivir feliz y lograr la liberación».
Los semidioses, estando complacidos con los sacrificios, también los
complacerán a ustedes, y de ese modo, mediante la cooperación entre los hombres
y los semidioses, reinará la prosperidad para todos. Al ser complacidos
mediante la ejecución de yajñas
[sacrificios], los semidioses, que están a cargo de satisfacer las diversas
necesidades de la vida, les proveerán de todo lo que necesiten. Pero aquel que
disfruta de esos regalos sin ofrecérselos a su vez a los semidioses, es sin
duda un ladrón. Los devotos se liberan de toda clase de pecados, porque
ingieren comida que primero se ha ofrecido en sacrificio. Los demás, que
preparan comidas sólo para el disfrute personal de los sentidos, en verdad
comen únicamente pecados”.
Como claramente se explica aquí, la ley natural da permiso para
que a través del proceso conocido como yajña,
o sacrificio, las jīvas piadosas
saquen el máximo provecho de las dádivas divinas presentes en la prakṛti. Sin embargo, el hombre
materialista no es capaz de comprender este hecho y se dedica a una vida
artificial que sobrevalora los emprendimientos industriales. Esto se debe
únicamente a la visión atea del hombre moderno que perdió su conciencia
espiritual y, por ello, ha provocado una condición infernal, viviendo en función
de la explotación predatoria de la naturaleza material.
En realidad, la prosperidad humana es completamente dependiente de
las dádivas naturales, las cuales son suplidas por la misericordia del Supremo.
Por lo tanto, si la civilización humana es consciente de Dios y vive de modo
simple, volcada principalmente al interés en la autorrealización, el Supremo
estará satisfecho y bendecirá a todos supliéndolos con una amplia provisión de
opulencias materiales.
El verdadero propósito de los sacrificios es satisfacer al
Supremo, el Señor de los sacrificios. Cuando los sacrificios son debidamente
ejecutados, el Señor de los sacrificios queda satisfecho y, en consecuencia,
los semidioses, los cuales son agentes quienes tienen autoridad para actuar en
Su nombre, también se satisfacen. Como encargados de los diferentes
departamentos de provisiones, los semidioses, satisfechos, no permitirán que
haya escasez de recursos naturales. En realidad, ellos son considerados como
partes del Señor y, por actuar en conciencia de Kṛṣṇa estaremos sirviendo y
satisfaciendo al Todo, lo cual incluye naturalmente la satisfacción de Sus
partes, los semidioses.
Es importante comprender que los diferentes sacrificios
recomendados en los Vedas para la
satisfacción de los semidioses son, en última instancia, ofrecidos al Supremo.
Tales sacrificios son ejecutados para que los semidioses puedan proveer aire,
luz y agua suficientes como para que haya producción de granos alimenticios en
abundancia. Sin embargo, cuando el Supremo es adorado, los semidioses, que son
Sus diferentes miembros, son también automáticamente adorados, siendo
innecesario un esfuerzo por adorarlos independientemente del Señor. La
conclusión es que la adoración a los semidioses es ejecutada por aquellos que
tienen conocimiento insuficiente. Aun así, a través de este proceso, una
persona puede librarse del mal karma
de usurpar las sustancias naturales que, bajo la sanción superior del Señor,
son provistas por los semidioses. Se hace completamente evidente que nuestra
vida depende de las sustancias naturales provistas por el Señor y debemos hacer
uso apropiadamente de ellas para mantenernos saludables y en condiciones
adecuadas para la autorrealización espiritual. No obstante, si aquello que
recibimos del Supremo y de Sus agentes fuera utilizado para el mero gozo de los
sentidos, ciertamente nos volveremos ladrones y tendremos que ser penados por
las leyes de la naturaleza material.
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