Capítulo 4: Karma, las actividades



Podemos definir karma simplemente como la ley de acción y reacción. En otras palabras, al ejecutar acciones piadosas la jīva está creando un buen karma, o sea, como reacción de su buena acción, estará atrayendo condiciones favorables para sí. De modo semejante, si la jīva ejecuta acciones impías o pecaminosas atraerá reacciones indeseables que se manifestarán a través de diferentes clases de sufrimientos. En el Gītā [3.27-29] el Señor Kṛṣṇa explica que la causa del enredo material es la identificación con el ego falso, o sea, el concepto corporal de vida:

“El alma espiritual (jīva) que está confundida por la influencia del ego falso, se cree la autora de actividades que en realidad son ejecutadas por las tres modalidades de la naturaleza material. ¡Oh, tú, el de los poderosos brazos!, aquel que posee conocimiento acerca de la Verdad Absoluta no se ocupa de los sentidos ni de la complacencia de éstos, pues conoce bien las diferencias que hay entre el trabajo con devoción y el trabajo por resultados fruitivos. Confundidos por las modalidades de la naturaleza material, los ignorantes se dedican enteramente a las actividades materiales y se apegan”.

Movida por el ego falso, la jīva ignorante de su naturaleza espiritual eterna se considera la causa de los resultados de sus actividades y se atribuye tal mérito únicamente a sí misma. Ella no reconoce que su cuerpo es un simple resultado de su karma pasado, el cual funciona bajo la orden del Supremo.

Absorta en conciencia material, la jīva ignorante se olvida de su posición como partícula integrante del Señor y se dedica a servir sus propios intereses personales. Al adquirir sabiduría, sin embargo, la jīva nunca actúa en aras de su satisfacción personal sino que siempre está activa en el servicio devocional amoroso y, al mismo tiempo, está siempre ayudando a la persona ignorante a aprender a comportarse. Por lo tanto, cuando observamos a una persona sabia actuar, podemos comprobar que ella está dotada de gran conocimiento espiritual, pues muestra su indiferencia a las exigencias mundanas de los sentidos materiales. Por otra lado, absorto en designaciones materiales ilusorias, el ignorante vive preso del disfrute de sus sentidos.

Por lo tanto, cualquier persona que quiera volverse sabia debe desenvolver conocimiento práctico al respecto de la existencia eterna del alma. Ella precisa comprender que no es este cuerpo material y sí un alma espiritual que ha habitado diferentes cuerpos temporarios. Este conocimiento les ayudará a actuar en una plataforma trascendental, más allá de las reacciones indeseables del karma.

La persona sabia

El conocimiento espiritual hace que la jīva perciba claramente que existe una cierta clase de placeres materiales que es peligroso, pues produce reacciones materiales que la harán desviarse de su meta espiritual. De ese modo, la jīva sabia comprende bien la diferencia entre trabajo práctico con devoción (karma-yoga) y el trabajo fruitivo (karma) y, así, puede ejercer control sobre sus pasiones materiales y utilizar sus sentidos en trabajos prácticos con el único propósito de purificarse. El conocimiento trascendental es, por lo tanto, esencial para que la jīva consiga librarse de su karma material. El Gītā [3.30-32] afirma:

“Por consiguiente, pelea, ¡oh, Arjuna!, entregándome a Mí todas tus obras, con pleno conocimiento de Mí, sin deseos de ganancia, sin sentido de posesión y libre de letargo. Aquellas personas que ejecutan sus deberes de acuerdo con mis mandatos y que siguen estas enseñanzas fielmente, sin envidia, se liberan del cautiverio de las acciones fruitivas (karma). Pero ha de saberse que aquellos que, por envidia, no hacen caso de estas enseñanzas y no las siguen, están engañados y desprovistos de todo conocimiento, y han arruinado sus esfuerzos por lograr la perfección”.

Por lo tanto, el Gītā nos enseña que tanto los ignorantes como los eruditos deben ejecutar sus deberes. El ignorante, sin embargo, actúa con apego a los resultados, mientras que el erudito está desapegado y actúa solamente para conducir a las personas hacia el camino correcto. Un verdadero erudito nunca perturba las mentes de los hombres ignorantes que están apegados a los resultados fruitivos induciéndolos a dejar de trabajar. Al contrario, el procura inspirarlos a trabajar con espíritu de devoción, ocupándolos en toda clase de actividades para que poco a poco desarrollen la conciencia de Kṛṣṇa.

Las complejidades del karma

La palabra karma en verdad significa simplemente “actividades”. Pero, dado que existen diversos tipos de actividades, la palabra karma también puede traducirse de diferentes maneras. La actividad que produce una buena reacción es llamada simplemente karma, la que produce malas reacciones es llamada vikarma, la ausencia de actividad es llamada akarma y las actividades trascendentales de conciencia de Kṛṣṇa son llamadas niskarma, es decir, libre de reacciones materiales.

El buen karma produce buenos resultados (desde el punto de vista material), el mal karma produce malos resultados, así como el akarma (cuando irresponsablemente se deja de cumplir con el deber) también produce reacciones negativas. Solamente las actividades ejecutadas conectadas con el Supremo no producen malos o buenos resultados (desde el punto de vista material) y por ello son niskarma [Gītā 4.17-24]:

“Incluso los inteligentes se confunden al tener que determinar lo que es la acción y lo que es la inacción. Ahora te explicaré lo que es la acción, sabiendo lo cual te liberarás de todo infortunio. Las complejidades de la acción son muy difíciles de entender. Por consiguiente, uno debe saber bien lo que es la acción, lo que es la acción prohibida y lo que es la inacción. Aquel que ve la inacción en la acción, y la acción en la inacción, es inteligente entre los hombres y se halla en la posición trascendental, aunque esté dedicado a toda clase de actividades. Se entiende que alguien tiene pleno conocimiento, cuando cada uno de sus esfuerzos está desprovisto del deseo de complacer los sentidos. Los sabios dicen que él es un trabajador cuyas reacciones del trabajo (karma) han sido quemadas por el fuego del conocimiento perfecto. Abandonando todo apego a los resultados de sus actividades, siempre satisfecho e independiente, él no ejecuta ninguna acción fruitiva, aunque está dedicado a toda clase de actividades. El hombre que posee una comprensión tal, actúa con la mente y la inteligencia perfectamente controladas, abandona todo sentido de propiedad de sus posesiones y actúa únicamente para satisfacer las necesidades básicas de la vida. Obrando así, no es afectado por reacciones pecaminosas (karma). Él se satisface con ganancias que vienen por sí mismas, ha superado la dualidad, está libre de toda envidia y es estable tanto en el éxito como en el fracaso. Por eso, él nunca se enreda aunque ejecute acciones. El trabajo de un hombre que está desapegado de las modalidades de la naturaleza material y que tiene plenamente en su posesión el conocimiento trascendental, se funde enteramente en la trascendencia. Una persona que está plenamente absorta en el estado de conciencia de Kṛṣṇa es seguro que llegará al reino espiritual, en virtud de su total contribución a las actividades espirituales, en las que la consumación es absoluta y lo que se ofrece es de la misma naturaleza espiritual”.

Bhakti-yoga, el yoga de la devoción

El proceso a través del cual la persona puede librarse del karma es denominado bhakti-yoga, cuando todo pasa a tener una conexión devocional con el Supremo. Esto se hace posible cuando la jīva comienza a recuperar su conciencia espiritual y empieza a actuar por amor al Supremo, viviendo libre de intereses personales mundanos. Para alcanzar esta fase elevada, es necesario librarse de las especulaciones mentales y absorberse en el conocimiento presentado por el Señor, quien explica a Arjuna y a todos nosotros el verdadero significado de acción, inacción y acción prohibida, ayudándonos a librarnos de las complejas leyes del karma.

Al volverse consciente de Kṛṣṇa, la jīva aprende naturalmente a relacionarse con el Supremo y con las demás jīvas. Entendiendo que toda jīva es también una partícula integrante del Supremo, ella comprende que todos sus vínculos con ellas también deben visar a la satisfacción de Él. Cualquier acción diferente de esta conclusión es considerada vikarma, o acción prohibida. Aunque parezca un estadio muy difícil de alcanzar, tal posición puede obtenerse sin mucha dificultad en el caso de que la jīva se aproxime a una verdadera autoridad en temas trascendentales. Actuar en conciencia espiritual significa actuar en pro de la satisfacción del Supremo, y esto vuelve a la persona completamente libre del cautiverio del karma. Materialmente hablando, tal persona es completamente inactiva, pues su sentimiento de sumisión a Kṛṣṇa hace que ella se vuelva akarma, una persona inmune a todas las especies de reacciones del trabajo. El conocimiento sobre la acción en conciencia espiritual es verdadero conocimiento y es comparado al fuego, siendo capaz de quemar todos los tipos de reacciones del trabajo. La palabra brahman significa “espiritual” y el Señor es el Brahmān Supremo, y cualquier actividad ofrecida a Él también se torna brahman, o espiritual. En verdad, el resultado de esta actividad y el propio ejecutor también se tornan espirituales, debido a la influencia espiritual del Señor.

La prakṛti, conocida como māyā, es también considerada divina, siendo una de las energías del Señor. Cuando es utilizada con propósitos materiales, esta māyā actúa para confundir a la jīva que acaba desenvolviendo apego y deseo material de posesión. Pero cuando es utilizada en el servicio amoroso al Señor, esta misma prakṛti readquiere su cualidad espiritual, volviéndose brahman. Este es, por lo tanto, el método trascendental de la conciencia de Kṛṣṇa: utilizar todo al servicio del Señor, donde la ejecución, el ejecutor y el resultado último —todo— se unen en el Absoluto y alcanzan la plataforma espiritual.

La importancia del sacrificio

Como dijimos anteriormente, para alcanzar una condición de existencia realmente espiritual es necesaria la aceptación de un maestro espiritual auténtico, un alma espiritualmente autorrealizada. El Gītā [4.34] confirma esto de la siguiente manera:

“Tan sólo trata de aprender la verdad acudiendo a un maestro espiritual. Hazle preguntas de un modo sumiso y préstale servicio. Las almas autorrealizadas pueden impartirte conocimiento, porque han visto la verdad”.

La relación entre maestro espiritual y discípulo está basada en el cultivo de conocimiento. Cuando, después de muchas vidas, la jīva desenvuelve su interés por la vida espiritual, comienza su jornada rumbo al conocimiento espiritual. En ese momento, el Supremo la ayuda internamente y, externamente, la pone en contacto con un maestro espiritual autorrelizado.

En verdad, el verdadero maestro espiritual es simplemente un representante del Señor. Él nunca actúa como un disfrutador de las facilidades ofrecidas por el discípulo. Primeramente, el propio maestro espiritual también se sometió al entrenamiento de un maestro espiritual y, por lo tanto, él puede aprender a ver las cosas tal como son y puede despertar su visión espiritual.

El Gītā [4.35] describe esta visión perfecta del maestro espiritual de la siguiente manera:

“Habiendo obtenido verdadero conocimiento proveniente de un alma autorrealizada, nunca volverás a ser víctima de semejante ilusión, pues, por medio de ese conocimiento, verás que todos los seres vivientes no son más que parte del Supremo, o, en otras palabras, que son Míos”.

Munido de este conocimiento trascendental, el discípulo se mantiene apartado de los tipos de contaminaciones producidas por la asociación mundana. Así, inclusive en esta fase preliminar imperfecta, cuando se mantienen ciertos apegos materiales, el discípulo puede superar sus dificultades ejecutando sus deberes en conciencia espiritual. En el Bhagavad-gītā [3.9-13] tal estadio es denominado yajña, o sacrificio:

“El trabajo que se hace como un sacrificio en honor de Viṣṇu [Dios] debe realizarse, pues, de lo contrario, el trabajo lo ata a uno (karma) a este mundo material. Así que, ¡oh, hijo de Kunti!, desempeña tus deberes prescritos para la satisfacción de Él, y, de ese modo, siempre permanecerás libre del cautiverio (karma). Al comienzo de la creación, el Señor de todas las criaturas produjo generaciones de hombres y semidioses, junto con sacrificios en honor de Viṣṇu, y los bendijo, diciendo: «Sean felices mediante este yajña [sacrificio], porque su ejecución les concederá todo lo que puede desearse para vivir feliz y lograr la liberación». Los semidioses, estando complacidos con los sacrificios, también los complacerán a ustedes, y de ese modo, mediante la cooperación entre los hombres y los semidioses, reinará la prosperidad para todos. Al ser complacidos mediante la ejecución de yajñas [sacrificios], los semidioses, que están a cargo de satisfacer las diversas necesidades de la vida, les proveerán de todo lo que necesiten. Pero aquel que disfruta de esos regalos sin ofrecérselos a su vez a los semidioses, es sin duda un ladrón. Los devotos se liberan de toda clase de pecados, porque ingieren comida que primero se ha ofrecido en sacrificio. Los demás, que preparan comidas sólo para el disfrute personal de los sentidos, en verdad comen únicamente pecados”.

Como claramente se explica aquí, la ley natural da permiso para que a través del proceso conocido como yajña, o sacrificio, las jīvas piadosas saquen el máximo provecho de las dádivas divinas presentes en la prakṛti. Sin embargo, el hombre materialista no es capaz de comprender este hecho y se dedica a una vida artificial que sobrevalora los emprendimientos industriales. Esto se debe únicamente a la visión atea del hombre moderno que perdió su conciencia espiritual y, por ello, ha provocado una condición infernal, viviendo en función de la explotación predatoria de la naturaleza material.

En realidad, la prosperidad humana es completamente dependiente de las dádivas naturales, las cuales son suplidas por la misericordia del Supremo. Por lo tanto, si la civilización humana es consciente de Dios y vive de modo simple, volcada principalmente al interés en la autorrealización, el Supremo estará satisfecho y bendecirá a todos supliéndolos con una amplia provisión de opulencias materiales.

El verdadero propósito de los sacrificios es satisfacer al Supremo, el Señor de los sacrificios. Cuando los sacrificios son debidamente ejecutados, el Señor de los sacrificios queda satisfecho y, en consecuencia, los semidioses, los cuales son agentes quienes tienen autoridad para actuar en Su nombre, también se satisfacen. Como encargados de los diferentes departamentos de provisiones, los semidioses, satisfechos, no permitirán que haya escasez de recursos naturales. En realidad, ellos son considerados como partes del Señor y, por actuar en conciencia de Kṛṣṇa estaremos sirviendo y satisfaciendo al Todo, lo cual incluye naturalmente la satisfacción de Sus partes, los semidioses.

Es importante comprender que los diferentes sacrificios recomendados en los Vedas para la satisfacción de los semidioses son, en última instancia, ofrecidos al Supremo. Tales sacrificios son ejecutados para que los semidioses puedan proveer aire, luz y agua suficientes como para que haya producción de granos alimenticios en abundancia. Sin embargo, cuando el Supremo es adorado, los semidioses, que son Sus diferentes miembros, son también automáticamente adorados, siendo innecesario un esfuerzo por adorarlos independientemente del Señor. La conclusión es que la adoración a los semidioses es ejecutada por aquellos que tienen conocimiento insuficiente. Aun así, a través de este proceso, una persona puede librarse del mal karma de usurpar las sustancias naturales que, bajo la sanción superior del Señor, son provistas por los semidioses. Se hace completamente evidente que nuestra vida depende de las sustancias naturales provistas por el Señor y debemos hacer uso apropiadamente de ellas para mantenernos saludables y en condiciones adecuadas para la autorrealización espiritual. No obstante, si aquello que recibimos del Supremo y de Sus agentes fuera utilizado para el mero gozo de los sentidos, ciertamente nos volveremos ladrones y tendremos que ser penados por las leyes de la naturaleza material.

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