De los cinco temas básicos del Gītā,
ciertamente debemos comprender claramente que Īśvara, el Supremo, el Señor Kṛṣṇa, el Controlador Absoluto, es
el mayor y el más importante de todos. El Gītā
[9.4-6] afirma que Īśvara puede ser percibido en tres aspectos: el aspecto
impersonal (la energía cósmica, brahman), el aspecto localizado (la
Superalma, paramātma)
y el aspecto personal (la Suprema Personalidad de Dios, bhagavan):
“Yo, en Mi forma no manifestada, Me encuentro omnipresente en todo
este universo. Todos los seres están en Mí, pero Yo no estoy en ellos. Y, sin
embargo, todo lo creado no descansa en Mí. ¡He ahí mi opulencia mística! Aunque
Yo soy el que mantiene a todas las entidades vivientes y aunque estoy en todas
partes, Yo no soy parte de esta manifestación cósmica, pues Mi Ser es la fuente
en sí de la creación. Sabed que así como el poderoso viento, que sopla por
doquier, siempre descansa en el cielo, así mismo todos los seres creados
descansan en Mí”.
Los tres aspectos del Supremo
Para entender estos versos podemos hacer una analogía entre el
Señor y el sol. El semidiós Sūrya reside en el sol, el cual permanece en su
lugar en el espacio pero esparce su brillo por todo el universo. De forma
similar, Īśvara permanece
en Su morada, donde manifiesta Su personalidad trascendental, pero esparce Su
energía por toda la creación, y todo reposa en esa energía. Podemos observar
que, inclusive esparciendo sus rayos, el semidiós Sūrya no pierde su
personalidad y al mismo tiempo el planeta sol mantiene su existencia en el
espacio.
Del mismo modo, como paramātma, Īśvara Se
esparce por todas partes y no pierde Su existencia personal. Como la Suprema
Personalidad de Dios, bhagavan, Él permanece a distancia mientras
todas Sus manifestaciones, tanto en este mundo material como en el mundo
espiritual, reposan en Su energía impersonal, el brahman.
La Suprema Personalidad de Dios, por lo tanto, difunde Sus
diferentes energías y Se mantiene presente en todas partes por medio de Su
representación personal. Además, el Señor dice que todo reposa en Él pero esto
no significa que Él está directamente involucrado en la manutención de esta prakṛti. Los diferentes planetas flotan
en el espacio y este espacio es la energía de Īśvara. No obstante, Él es diferente del espacio. Esta es la
incomparable opulencia del Señor.
Debemos comprender que Īśvara tiene
poderes infinitos. Por lo tanto, cuando quiere hacer algo no puede existir el
menor obstáculo. Por el simple deseo todo es ejecutado perfectamente. Aun así,
Él personalmente no necesita involucrarse en nada. Aunque sea el mantenedor y
el sustentador de la manifestación material entera, Él no toca esta
manifestación material. Apenas por Su voluntad suprema todo es creado,
sustentado y aniquilado. El Señor mantiene Su forma original como la Suprema
Personalidad de Dios y, simultáneamente, permanece presente en todo como el
mantenedor supremo y, al mismo tiempo, reside en los corazones de todas las jīvas como la Superalma localizada.
Todas las maravillosas manifestaciones cósmicas existen por la suprema voluntad
de Īśvara, y todas ellas están
subordinadas a esa voluntad suprema. Por Su misericordia, aunque mantenga Su
forma trascendental, Él siempre viene a este mundo y derrama sobre las jīvas condicionadas el conocimiento
trascendental del Gītā.
La divina aparición del Señor
Al principio del Capítulo Cuatro del Gītā, el Señor Kṛṣṇa afirma a Su discípulo Arjuna que esta ciencia
del yoga presentada en el Gītā ya había sido narrada por Él al
semidiós Vivasvan, al comienzo de la creación. Asustado por lo que acababa de
oír, Arjuna dijo: “Vivasvān, el dios del Sol, nació antes que Tú, por lo cual
es mayor que Tú. ¿Cómo puedo entender que en el principio Tú le hayas enseñado
esta ciencia a él?”. En respuesta, el Señor afirmó [Gītā 4.5-6]:
“Tanto tú como Yo hemos pasado por muchísimos nacimientos. Yo los
puedo recordar todos, pero tú no, ¡oh, subyugador del enemigo! Aunque soy
innaciente y Mi cuerpo trascendental nunca se deteriora, y aunque soy el Señor
de todas las entidades vivientes (jīvas),
aun así aparezco en cada milenio en Mi trascendental forma original”.
Aquí se revela la característica especial del aparente nacimiento
de Īśvara: aunque aparezca como un ser humano común, Él recuerda los
pormenores de Sus otros miles de nacimientos anteriores. Esta es la diferencia
entre el Īśvara y la jīva común.
El Señor posee un cuerpo espiritual eterno, libre de nacimiento,
vejez, enfermedad o muerte y por ello Él puede recordar los actos que llevó a
cabo hace millones de años. Una jīva
común cambia de un cuerpo a otro y su memoria es tan limitada que mal puede
recordar lo que hizo algunas horas antes. Así, nunca nadie puede igualarse al Īśvara. El Señor posee un cuerpo eterno y trascendental. Su
cuerpo es en verdad idéntico a Él e, inclusive descendiendo al mundo material
constituido de prakṛti, Él Se
mantiene en la plataforma trascendental —libre de todo tipo de ilusión.
Siempre que aparece, Īśvara lo
hace a través de Su propia potencia interna y a Su beneplácito. Su cuerpo nunca
se deteriora pero, aun así, Él pasa de la infancia a la juventud y,
sorprendentemente, nunca excede esta etapa. Aunque sea la persona más vieja, ni
Su cuerpo ni Su inteligencia se deterioran jamás. Así como el poderoso sol, Él
aparentemente “nace”y “muere”. En realidad, el sol está prácticamente fijo en
su posición pero, debido a nuestros sentidos precarios, calculamos su “nacimiento”
y “muerte”.
De forma similar, el Señor es no-nacido. Él aparece delante de
nuestra visión, ejecuta actividades para el bienestar de todos y, al concluir
Su misión, desaparece de nuestra vista volviéndose inmanifiesto. El propósito
de la aparición de Īśvara en
este mundo es revelado en el Gītā
[4.7-9] como sigue:
“Cuando quiera y dondequiera que haya una declinación en la
práctica religiosa, ¡oh, descendiente de Bharata!, y un aumento predominante de
la irreligión, en ese entonces Yo mismo desciendo. Para redimir a los piadosos
y aniquilar a los infieles, así como para restablecer los principios de la
religión, Yo mismo aparezco milenio tras milenio. ¡Oh, Arjuna!, aquel que
conoce la naturaleza trascendental de Mi aparición y actividades, al abandonar
este cuerpo no vuelve a nacer de nuevo en este mundo material, sino que alcanza
Mi morada eterna”.
Bajo la orden de Īśvara, los Vedas presentan diferentes principios
religiosos, mas cuando existen discrepancias con respecto a la ejecución
apropiada de las reglas contenidas en los Vedas,
el mundo entero se vuelve irreligioso. En ese momento, Īśvara desciende de Su reino
espiritual y aparece como un avatāra,
una encarnación divina. Él lo hace por Su propia voluntad debido a la
misericordia que siente por Sus jīvas
que están en el mundo material. Es que generalmente, cuando tales jīvas se vuelven dedicadas a Él, son con
frecuencia molestadas por personas demoníacas que intentan propagar sus
filosofías mundanas o distorsionar el verdadero significado de la religión.
En verdad, para conseguir librarse del cautiverio material, la jīva debe vencer serias dificultades.
Para tal propósito nada mejor que aceptar la ayuda del Señor en la forma del
conocimiento védico, del maestro espiritual y de la asociación con los devotos.
Sólo así podrá comprender la naturaleza trascendental del cuerpo y las
actividades de Īśvara y,
como resultado, tras dejar este cuerpo, no correrá el riesgo de volver a este
mundo material.
Por lo tanto, en este pasaje del Gītā el Señor confirma de hecho que, siempre y donde quiera que
exista la necesidad, Él aparece para rescatar a Sus queridos devotos. Tales
devotos comprenden que el nacimiento y las actividades del Señor son
completamente espirituales y, aceptando esta verdad con fe, no pierden el
tiempo con especulaciones filosóficas inútiles. Este asunto continúa siendo
expuesto en el Gītā [4.10-11] de la
siguiente manera:
“Estando liberadas del apego, el temor y la ira, estando
totalmente absortas en Mí y refugiándose en Mí, muchísimas personas se
purificaron en el pasado mediante el conocimiento acerca de Mí, y de ese modo
todas ellas alcanzaron el estado de amor trascendental por Mí. En la medida en
que todos ellos se entregan a Mí, Yo los recompenso. Todo el mundo sigue Mi
sendero en todos los aspectos, ¡oh, hijo de Pṛtha!”.
El Señor declara que, aun en el pasado, muchas personas adoptaron
el servicio devocional amoroso y se libraron de los diferentes obstáculos de
este mundo, los cuales se presentan en forma de apego, miedo e ira. Por lo
tanto, el Señor Kṛṣṇa anima a Su amigo y discípulo Arjuna (y a todos nosotros)
a practicar la conciencia de Kṛṣṇa y concluye que debemos cultivarla con fe y
conocimiento y con ello alcanzar la perfección. Con seguridad, el Señor va a
recompensar la tentativa sincera emprendida por el devoto que, a pesar de las
dificultades halladas en este mundo, persiste en la práctica del servicio
devocional. En el Capítulo Diez, encontramos los siguientes cuatro versos, que
son considerados los más importantes del Gītā
[10.8-11] por darnos una comprensión bastante clara de la opulencia de Īśvara, la Suprema Personalidad de Dios:
“Yo soy la fuente de todos los mundo materiales y espirituales.
Todo emana de Mí. Los sabios que saben esto perfectamente, se dedican a Mi
servicio devocional y Me adoran con todo su corazón. Los pensamientos de Mis
devotos puros moran en Mí, sus vidas están plenamente consagradas a Mi
servicio, y ellos sienten gran satisfacción y dicha en iluminarse siempre entre
sí y en conversar siempre acerca de Mí. A aquellos que están constantemente
consagrados a servirme con amor, Yo les doy la inteligencia mediante la cual
pueden venir a Mí. Para otorgarles una misericordia especial, Yo, morando en
sus corazones, destruyo con la deslumbrante lámpara del conocimiento la
oscuridad que nace de la ignorancia”.
Cuando conocemos las opulencias del Señor sentimos una inclinación
natural a prestarle servicio devocional. El Señor es la suprema causa de todas
las causas, y todo, ya sea material o espiritual, depende de Él. De ese modo,
los devotos sienten gran placer en reunirse y ocuparse en glorificarlo,
describiendo Sus nombres, Sus formas, cualidades y pasatiempos. Tales
conversaciones trascendentales acerca del Señor proporcionan resistencia y
fuerza a la devoción que se halla presente en el corazón del devoto. Así, la
fe, la atracción y la devoción se vuelven cada vez más intensas a medida que
ellos se absorben en oír y cantar acerca del Señor. Con ello, el devoto
desarrolla su inteligencia cada vez más y comprende cada vez más la diferencia
entre espíritu y materia. Munido de ese conocimiento, el devoto va librándose
gradualmente de toda clase de duda e ilusión. Como parte del entrenamiento
espiritual, desenvuelve tolerancia a las ofensas ajenas y, a su vez, para
beneficio de las personas en general, se vuelve veraz, presentando las cosas
tal como son, sin distorsión. Un devoto vive en este mundo sin apego o aversión
a él, a la vez que permanece satisfecho con aquello que es obtenido por la
misericordia del Señor. Cuando son recomendadas por las escrituras, él acepta
incomodidades corporales en pro del avance espiritual, y es caritativo con las
personas que se dedican a propagar la conciencia de Kṛṣṇa. Controlando los
sentidos por utilizarlos sólo para cultivar la conciencia de Kṛṣṇa, el devoto
consigue además apartar de la mente los pensamientos perjudiciales a su avance
espiritual. Él sabe que cualquier cualidad que posea viene simplemente por la
gracia del Señor. Por lo tanto, ocupándose en el servicio devocional, él va
perdiendo completamente cualquier temor y aprende a ser feliz aceptando las
cosas favorables para el servicio devocional y rechazando las cosas
desfavorables. Tal devoto nunca le ocasiona sufrimiento a nadie. Por el
contrario, siempre está propagando el conocimiento espiritual y, con ello, se
dedica a ayudar a los otros a alcanzar la verdadera felicidad.
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