Viviendo en la caverna con una serpiente



Parte I: Las actividades inusuales de Haridās

Viviendo en la caverna con una serpiente

Luego de derramar su mirada de misericordia sobre los musulmanes, Haridās fue a un lugar cerca de allí, donde su fama ya se había difundido. Cantando los santos nombres del Señor Kṛṣṇa a grandes voces, llegó a una asamblea de brāhmaṇas, quienes se alegraron mucho viendo que Haridās había sobrevivido al atentado de los pecaminosos musulmanes.

Los brāhmaṇas cantaron los santos nombres y Haridās, danzando, manifestó ilimitados síntomas maravillosos de éxtasis. Al oír el canto de los santos nombres, Haridās tembló, rió y lloró desesperadamente hasta que, finalmente, se desmayó del éxtasis. Los vellos de su cuerpo quedaron erguidos. Probando el néctar del trascendental amor puro, Haridās cayó inconsciente al suelo. Viendo esto, los brāhmaṇas flotaron en un océano de bienaventuranza. Después de unos momentos, Haridās se tran­quilizó y, sentándose junto a él, los brāhmaṇas lo rodearon por los cuatro costados. Haridās dijo: “Oh, brāhmaṇas, no sientan tristeza por mi causa. Yo oí ilimitadas blasfemias contra el Señor Supremo y, por ese motivo, fui castigado por el Señor. En verdad, lo que ocurrió fue una gran misericordia y yo estoy muy feliz, pues el Señor perdonó mis grandes pecados dándome apenas un pequeño castigo. Por oír blasfemias contra el Señor Viṣṇu, una persona ciertamente va al infierno. Con mis oídos pecaminosos oí muchas blasfemias y el Señor me castigó correctamente para que nunca más cometa tal pecado”. Muy feliz y sin ningún temor, Haridās ejecutó hari-nāma, cantando los santos nombres en compañía de aquellos brāhmaṇas. Luego de unos días, el musulmán que había atormentado a Haridās fue completamente destruido, juntamente con toda su familia. Que­dando muy triste por el destino del musulmán, Haridās decidió establecer su residencia en una caverna a orillas del Ganges. En ese lugar solitario, él recordaba a Kṛṣṇa día y noche. Puesto que cantaba los santos nombres trescientas mil veces por día, la caverna se volvió como Vaikuṇṭha, una réplica del mundo espiritual.

Por arreglo de la Providencia, una gran serpiente venenosa también vivía en esa cueva exhalando un mal olor insoportable. Las personas comunes no tenían el poder de tolerar el ardor del veneno que la serpiente exhalaba. Los visitantes venían a en­contrarse con Haridās, pero nadie podía quedarse, aunque Haridās ni siquiera era consciente del veneno que se esparcía por toda la caverna. Discutiendo el problema, las personas se preguntaban acerca de tamaño ardor en el āśrama de Haridās. Mu­chos médicos expertos también visitaron la caverna y, pudiendo comprender que una gran serpiente venenosa causaba ese insoportable ardor en la caverna, dijeron: “Una gran serpiente vive en esta cueva. Nadie tiene condiciones para permanecer aquí. De una cosa estén seguros: Haridās debe ir inmediatamente para otro āśrama. Es muy peligroso vivir con una serpiente tan venenosa. Todos ustedes deben aproximarse a él y pedirle que se mude a otro āśrama”. De esa manera, todos se acercaron a Haridās y trataron de convencerlo de abandonar la caverna. Ellos dijeron: “Una gran serpiente vive en esta caverna. A causa de su veneno, nadie debe vivir aquí. Por consiguiente, no es bueno que permanezcas en este lugar. Por favor, debes hacer tu āśrama en otra parte”. Haridās replicó: “He estado aquí por muchos días y no estoy consciente del veneno provocado por nin­guna serpiente. Pero, si todos ustedes están infelices, no tengo derecho a permanecer aquí. Si existe alguna serpiente aquí y si ella no sale hasta mañana, entonces, partiré hacia otro lugar. No se preocupen. Por favor, ahora canten canciones auspiciosas en glorificación al Señor Kṛṣṇa”.

En ese instante algo muy maravilloso ocurrió. Oyendo las palabras de Haridās di­ciendo que partiría si la serpiente no salía, la serpiente salió de la caverna, abando­nándola para nunca más volver. Saliendo de un agujero, la gran serpiente se perdió en el crepúsculo de la tarde y todos pudieron observarla partiendo tranquilamente de la cueva para alojarse en otro lugar. Maravi­llosa y muy atemorizadora, la serpiente era blanca, negra, amarilla y particularmente bella, y una gran joya brillaba en su ca­beza como una flama de luz. Viendo esto, los brāhmaṇas asustados exclamaron “¡Kṛṣṇa, Kṛṣṇa!”. La serpiente partió para nunca más ser vista por nadie. A partir de entonces, no existían más problemas y los brāhmaṇas sintieron una felicidad sin límites. Viendo el gran poder de Haridās, los brāhmaṇas desenvolvieron gran devoción por él. Haridās era tan poderoso que simplemente por decir pocas palabras, hizo que la serpiente sa­liera de aquel lugar, decidiendo no perturbar más el ambiente espiritual creado por Haridās, cuya mirada trae alivio de los lazos de la ilusión material. El propio Señor Kṛṣṇa nunca pasa por encima de las palabras del Haridās.

Otro día, en la casa de una persona eminente, un famoso encantador de serpientes danzaba de diferentes maneras. Acom­pañado por mṛdaṅga y karatālas y rodeado por muchas personas cantando, entonaba poderosos mantras. Por arreglo divino, Haridās llegó a este lugar y se sentó al lado del encantador de serpientes. Entonces, debido a la presencia de Haridās y llamado por el poder de los mantras, Vāsuki, el rey de las serpientes, en­tró en el cuerpo de esta persona y la hizo danzar de maravillosas formas. Cantando una melodía en karuṇā-rāga, el encantador de serpientes danzó en forma dramática represen­tando el pasa­tiempo de Kālīya-Kṛṣṇa. Al oír las glorias del Señor, Haridās inmediata­mente cayó inconsciente y dejó de respirar. Debido al amor devocional, en un momento Haridās recobró su conciencia, clamando y danzando con felicidad ilimitada. Viendo los síntomas extáticos de Haridās y sintiendo mucha devoción por él, el encantador de ser­pientes detuvo su danza y permaneció en una de las paredes observándolo. Haridās rodaba por el suelo y manifestaba maravillosos síntomas de éxtasis. Oyendo las glo­rias de su maestro, el santo Haridās gritaba de éxtasis. Los vellos de su cuerpo se erizaban y él lloraba y temblaba. Rodeando a Haridās, todos cantaban con mucha felicidad, mientras el encantador de serpientes permanecía en uno de los lados contem­plando a Haridās con las manos juntas. Luego de unos momentos, Haridās paró con sus síntomas extáticos y el en­cantador de serpientes pudo regresar y terminar su danza, mientras todos disfrutaban de gran bienaventuranza trascendental. Después de esto, todos rodaron sus cuerpos en el polvo que había tocado los pies de Haridās.

En aquel lugar, estaba presente un brāhmaṇa que era pillo y engañador. Deseando engañar a todos, pensó: “Ahora, yo también danzaré”. Así, este tonto brāhmaṇa se puso a danzar fingiendo estar en éxtasis, y algunas personas tontas se volvieron consagradas a él. Ocultando su verdadera intención, el brāhmaṇa cayó en el suelo y fingió estar in­consciente. No obstante, al caer cerca del encantador de serpientes, éste lo golpeó con gran violencia y con mucha ira. El encantador de serpientes agarró al supuesto brāhmaṇa por el cuello y lo golpeó fuertemente con una vara. El hombre no tenía forma de sal­varse. Sufriendo gran dolor por los golpes de la vara, el brāhmaṇa gritaba “¡padre, pa­dre!”, mientras huía. Todos quedaron muy asustados y perplejos y, con las manos juntas, preguntaron al encantador de serpientes: “Dinos, ¿por qué golpeaste a aquel brāhmaṇa? ¿Y por qué mientras Haridās danzaba permaneciste admirándolo con las manos juntas? Por fa­vor, dinos”.

De ese modo, apareciendo en la boca del encantador de serpientes, Vāsuki, la ser­piente que es un gran devoto del Señor Kṛṣṇa, describió el poder y la gloria de Haridās. Él dijo: “La respuesta a esta pregunta es un gran secreto. Aunque la misma no deba ser revelada, aún así, yo voy a revelarla. Cuando ustedes vieron a Haridās exhibir sín­tomas de éxtasis, sintieron gran devoción por él. Viendo esto, queriendo engañarlos a todos, este brāhmaṇa envidioso se arrojó al suelo fingiendo éxtasis y, así, quebrantó la alegría de mi danza. ¿Por qué las personas envidiosas hacen esto? Juzgándose un ri­val de Haridās, ejecutó un falso espectáculo y mereció ser castigado. Pensando tontamente, ‘todos creerán que soy un gran santo’, fingió estar en éxtasis. Este tipo de engaño no da placer al Señor Kṛṣṇa. Sólo una persona honesta puede obtener verdadera devoción por el Señor Kṛṣṇa. Cualquier persona que ve la danza de Haridās encuentra en ello el fin de todos sus apegos materiales. El Señor Kṛṣṇa danza personalmente en la danza de Haridās. Por ver su danza, el universo entero se purifica. Puesto que el Señor Kṛṣṇa Candra siempre permanece en su corazón, su nombre ‘Haridās’ es muy apropiado. Lleno de amor por todos los seres vivos y ansioso por ayudarlos, él también toma nacimiento cada vez que el Señor Kṛṣṇa aparece en este mundo. Él nunca comete una ofensa contra el Señor Viṣṇu o los vaiṣṇavas. Incluso en sueños, él nunca mira siquiera hacia el camino equivo­cado. Cualquier persona que obtenga su asociación alcanzará, inevitablemente, el refugio de los pies de loto del Señor Kṛṣṇa. El Señor Brahmā y el Señor Śiva están siempre felices con la asociación de Haridās. Comprendiendo que el nacimiento noble en una familia respetable es un logro indigno, por la orden del Señor, Haridās nació en una familia muy baja. Cualquiera que tome refugio en Haridās verá que su ciclo de naci­mientos y muertes llegará a su fin. Aunque Ananta Śeṣa intente describir las glorias de Haridās con mil bocas, Él no encontrará fin para ello. Ustedes son afortunados, pues una pequeña parte de las glorias de Haridās entró ahora en mi boca. Cualquier persona que simplemente oiga una vez el nombre de Haridās irá para la morada del Señor Kṛṣṇa. Ésta es la verdad de todas las verdades”.

Luego de decir estas palabras, el encantador de serpientes se calló. Oyéndolas, las personas piadosas se alegraron. De esta manera, la serpiente Vāsuki, que es un gran devoto del Señor Viṣṇu, describió las glorias de Haridās. Oyendo estas palabras de boca de la serpiente, todos quedaron felices. Así, todos se volvieron consagrados a Haridās. Aunque el Señor Caitanya aún no había manifestado la verdad del servicio devo­cional, aún así, Haridās actuaba de esta forma maravillosa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario