11. El qué dirán




Personajes: 1) El viejo o abuelo; 2) niño; 3) burro; 4) dos aldeanos; 5) dos aldeanos; 6) un hombre; 7) dos borrachos

(Esta, es una obra ambientada en el oeste, en un ambiente ranchero)

Viejo: Mi nombre es Baltasar, un ranchero sin igual, tengo vacas, pollos y gallinas, y una linda finca que cultivar. También tengo acá a mi pequeño nieto, que es igualito a su papá, y tengo también mi burro, que es igualito a su mamá.

(El viejo se dirige al niño)

Viejo: Ven para acá, pequeño sabandija. Hoy día tenemos que irnos al pueblo a comprar las provisiones. Nos iremos de compras montados en Jacinto, nuestro querido burro. Pues súbete de una vez, pequeño sabandija.

(El viejo monta al niño en el burro y empiezan a caminar. Caminan y caminan —tiene que haber música ranchera de fondo)

Viejo: Nos acercamos a la gran ciudad para comprar las provisiones, para la escasez que llega ya.

(Se cruzan dos aldeanos)

Aldeano 1: Pos mira Pedro, qué barbaridad, cómo han cambiado los tiempos, la juventud de ahora ha perdido todos los valores. Mira a este pequeño mocosillo, sentado en el burro, y el pobre viejo, todo doblado, tiene que ir caminando. ¿Qué te parece, Pedro?

Pedro: Qué barbaridad, que barbaridad. En nuestros tiempos, jamás habríamos visto algo así. Qué niño tan inconsciente, no sabe que el viejo en cualquier momento estira las patas. Tendría que ir el viejo sentado sobre el burro. Es el colmo, qué vergüenza. Y usted, tan viejo, no le da vergüenza no enseñarle al niño buenos modales, viejo malcriado, viejo zorro.

(El viejo pone cara de que no entiende nada)

Viejo: Creo que ellos tienen razón, bájate de una vez, pequeño sabandija, ¿Qué estás esperando? ¿No has escuchado acaso a estos señores? Yo me subiré sobre Jacinto y tú irás caminando. ¡Úpale! ¡arre Jacinto!

(Continúan la caminata, siempre con música ranchera)

Viejo: Vamos Jacinto, vamos.

(Se cruzan dos mujeres)

Tomasa: Pues mira, mira Pancha, mira a este viejo sinvergüenza, si fuera mi marido yo lo agarraría a palos.

Pancha: Tienes razón, Tomasa, míralo nomás, el pobre niñito con sus piececitos caminando. No le da vergüenza a este viejo sinvergüenza, sentado en el burro. Qué barbaridad. Pobre criatura. Este viejo no debe de tener corazón, sino una piedra en vez de corazón. Si fuera mi marido, no sólo lo agarraría a palos, sino que le arrancaría los cuatro pelos que le quedan.

Jacinta: Sí, vámonos de aquí, no quiero ver más a este viejo sinvergüenza.

(El viejo no entiende nada)

Viejo: Pues creo que tienen razón estas doñas, mejor yo te subo aquí en Jacinto y nos iremos los dos montados, y nadie nos va a decir nada. Ya llegaremos pronto al pueblo. Súbete pequeño sabandija.

(Sube al niño, y se van los dos montados en el burro)

Viejo: Ahora sí que nos vamos, ¡úpale, arre Jacinto!

(Se cruzan con un hombre)

Hombre: ¡Pues qué desalmados! ¿No les da pena el pobre animalito? ¡Le van a partir el lomo, semejante peso que lleva encima! pobre animalito, yo me quejaré a la Sociedad Protectora de Animales ahora mismo. Ustedes son unos desalmados, tendrán que pagar por esto. Pónganse en el lugar del burro, no les gustaría que dos personas se les montaran encima.

(El viejo queda aun más confundido)

Viejo: Pues sí, tiene razón este individuo, pobre Jacinto. Mira nomás cómo viene de cansado. Tenemos que darle mucha agua para reanimarlo, pobrecito, y con tanto sol, el pobre caminando y con nosotros encima. Creo que somos muy crueles. Vamos caminando nosotros también y así el pobre irá más tranquilo.

(Empiezan a caminar los dos y se cruzan dos borrachos)

Borracho 1: Ja ja ja ja. Mira a este par de tontos, se han venido caminando, teniendo un burro, ja ja ja.

Borracho 2: Sí, tienes razón compadre, nunca he visto gente más estúpida, caminando y con ese burro, ¿para qué lo tienen? ¿para mimarlo? los burros son para que carguen los paquetes y lleven a la gente! Ve si serán tontos, me dan pena, ja ja ja, qué estúpidos que son.

(El viejo y el niño quedan aún más confundidos)

Viejo: Pues ya me cansó toda esta gente. Ven para acá, pequeño sabandija, yo te subiré a Jacinto y yo también iré montado y que nadie nos diga nada. En realidad no me interesa lo que me digan los demás, porque una vez escuché lo siguiente: que una persona sabia sabe siempre cómo actuar y nunca se confunde con lo que digan los demás. Por eso amigos, yo les digo que no hagan caso al qué dirán.
Fin

No hay comentarios:

Publicar un comentario